Alberta, Canadá, estado a mitad de camino entre las Montañas Rocosas y las grandes, interminables llanuras de América del Norte que abarcan desde las postrimerías del círculo polar ártico hasta la frontera estadounidense con México. Lugar ideal para que, de tanto en cuanto, se formen gigantescos tornados capaces de llevarse por delante pueblos enteros.
Y lugar, también, para que la crudeza de los elementos y la aridez del terreno haya causado un endurecimiento progresivo en sus habitantes, hasta el punto de que ya no sientan ni padezcan la presencia de enormes y amenazantes columnas de viento que rotan sobre sí mismas a más de 400 kilómetros por horas. Habitantes como Theunis Wessels, quien el pasado fin de semana decidió ponerse a cortar el césped de su jardín mientras un tornado acechaba en el horizonte.
La imagen de Wessels paseando parsimoniosamente por su patio trasero mientras un tornado de apabullantes proporciones se asoma al fondo de la llanura ha reventado las redes sociales. Su innegable carácter testarudo y un puntito indignado ha conquistado a miles, por motivos difícilmente negables: Wessels es la viva imagen de la historia de la humanidad, la lucha de los hombres y de las mujeres contra los elementos, capaces de sobrevivir allá donde la lógica dicta lo contrario.
Tal ha sido el furor de la fotografía que diversos medios anglosajones se han puesto en contacto con la autora de la instantánea, Cecilia Wessels, hija de sudafricanos y residente en Alberta. Fue precisamente el exotismo de su origen el que motivó la imagen: según explica aquí, Cecilia quería mostrar a sus padres lo común y lo espectacular de los tornados en Alberta, y cómo sus paisanos lo llevan con total normalidad, business as usual, algo así como explicarle a un sueco cómo es vivir siempre a +30º C.
Según Cecilia, el tornado estaba en realidad bastante lejos (la perspectiva de la imagen deforma la sensación de cercanía) y la mayor parte de sus vecinos, seguros en sus hogares, también estaban sacando fotos al fenómeno. Y mientras su hija de nueve años se alarmaba ante la posibilidad de que el tornado se llevara la casa por delante, su marido decidió cortar el césped, porque llevaba bastante tiempo en su lista de tareas pendientes y tenía muchos recados ese mismo fin de semana.
Era un ahora o nunca de manual. Y un tornado no se iba a interponer en su camino.
La foto compartida por Cecilia en su perfil de Facebook acumula ya casi 4.000 compartidos, y otros tantos en Twitter y demás redes sociales, con chistes de la más variopinta condición como "nada detiene a un canadiense cuando tiene que cortar el césped de su terreno". Lo cierto es que entrevistados por AP, ambos, especialmente él, se mostraban tranquilos: "Lo vigilaba con el rabillo del ojo", una frase que desde ya puede pasar a la historia del badassismo.
Los tornados son enormes columnas de aire que toman contacto con la superficie terrestre y que, en su camino, se desplazan varios kilómetros causando importantes desperfectos. Se dan en todos los continentes y los hay de diversas tipologías y tamaños, pero son particularmente frecuentes en América del Norte, en especial en el midwest estadounidense. Allí han pasado a formar parte de la cultura popular y en algunos estados, como Oklahoma, a definirlos de forma icónica.
Si bien en Canadá no son tan comunes como, pongamos, Kansas, el país contabiliza alrededor de un centenar de tornados al año. Una quincena de ellos suelen darse en Alberta, donde las condiciones climáticas (seco, llano, lejos de las corrientes marinas) son ideales para que los tornados campen a sus anchas. A menudo, como el que protagonizó Wessels, no tienen consecuencias mortales o económicas de alcance, en gran medida por la bajísima densidad de población de la región.
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