El macedonio Ognen Čemerski ha fallecido el pasado 25 de agosto a los 42 años. Se dedicó a la traducción, en los últimos tiempos impartía un máster en lingüística para la Graceland University de Iowa, y se le conocía también en sus círculos por ser un reconocido luchador de causas políticas y sociales. Pese a la indiferencia que suele causar (injustamente) su profesión, Čemerski era alguien especialmente querido en su tierra y consiguió serlo justamente por haber destacado en su campo: fue el hombre que le dio a su gente la traducción más fiel hasta hoy de la historia de Melville, y esa misión le llevó hasta 12 años de su vida.
Así lo cuentan desde la organización Global Voices, donde le han dedicado un cariñoso artículo a modo de obituario conmemorativo. Como aquí se cuenta, el libro de 1851 ya se había sido traducido al macedonio años antes, a partir de una versión serbo-croata (en realidad el macedonio se parece más al búlgaro que a este idioma), pero esta versión de uno de los clásicos más importantes de la literatura no había cuajado entre los lectores del país.
Cómo traducir una novela marítima a una cultura semántica terrestre
El macedonio, como hemos conocido a raíz de esta historia, carece de terminología marítima, y cualquiera que haya ojeado al menos un par de páginas de Moby Dick sabe que la novela es una continua exposición de términos de navegación y una defensa del modo de vida de los balleneros: yubartas, cabrestantes, tafetanes, gibas…
Por otra parte, la mayoría de la población macedonia ha vivido en los últimos tiempos en regiones sin litoral, sabiendo muy poco sobre el mar. ¿Cómo demonios podría alguien comprender la fiereza en** la lucha por el gran cachalote blanco** si proviene de una cultura que no tiene conceptos para definir lo que es un arpón? ¿Cómo plasmar en la mente de los lectores la profundidad del discurso marítimo si ni siquiera han salido de tierra firme en los últimos 150 años?
Crear términos y aumentar las posibilidades expresivas de tu lengua
Para superar esto, Chamers tuvo que reconstruir el vocabulario analizando primero las raíces de los términos ingleses que aparecían en la novela, rastreando también sus equivalentes en el macedonio u otras lenguas eslavas. También investigó la jerga de los pescadores derivada de los dialectos utilizados por los macedonios que viven alrededor de los tres grandes lagos del país, a saber: Ohrid, Prespa y Dojran. Al parecer estas personas usan distintos tipos de botes de remos, con lo que se podía hacer una traslación al lenguaje de veleros.
Partiendo de esta base creaba palabras nuevas para facilitar una lectura natural, pero como buen traductor, en la versión macedonia de Čemerski también se captaban los matices estilísticos del inglés del siglo XIX, en los textos de William Shakespeare, John Milton o los cuáqueros americanos de los que se valió Melville como inspiración para darle un tono más soberbio a su prosa. Su enfoque como traductor era seguir las enseñanzas sobre extranjerización de Venuti, y se valió también de las teorías sobre la traducción de Walter Benjamin, Jacques Derrida o Dragi Mihajlovski.
Como podemos entender, su lucha de más de una década no se limitaba a la mera traducción de Moby Dick. No, era un proyecto ambicioso, cuyas posibilidades permitieron ampliar el espectro filológico si no de la población sí al menos del resto de traductores del país, de manera que poco a poco unos y otros podrían enriquecer el idioma y la lengua de sus hablantes. Todo esto le preocupaba, como siempre le interesaron las cuestiones sobre el proceso de traducción y la interacción entre el lenguaje y la sociedad (de ello habló, por ejemplo, en el ensayo Thunder and Sails! Translating and Transferrying.
A lo largo de su vida Čemerski también promovió distintas luchas sociales. La imagen que ha quedado a la posteridad de este traductor es una imagen en la que se sitúa con un cartel en su pecho (en referencia a las últimas palabras de un maestro durante la masacre de Kragujevac de 1941) mientras posa referenciando al al movimiento del yugoslavo Stjepan Filipović. Al parecer, era un humanista en todas las facetas de su vida.
Vía: Global Voices.
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