El negocio de la pesca del siluro en el Ebro: la sorprendente industria del pez monstruoso

  • Su pesca deportiva atrae a aficionados de otros puntos de Europa y supone una importante fuente de ingresos para las localidades ribereñas

  • Figura en el catálogo de especies exóticas invasoras, en el que se advierte de su impacto sobre especies autóctonas y los "recursos pesqueros nativos"

Si hay un adjetivo que le siente bien al siluro (Silurus glanis) es el de enorme. Como pez es enorme, descomunal, tan grande que no es extraño encontrarse con pescadores que presumen de capturas de más de 2,3 metros que rondan o incluso sobrepasan los 100 kg. Como problema también se las trae. Al fin y al cabo figura en el catálogo de especies exóticas invasoras por el daño que causa a otras criaturas y hábitats autóctonos. También como negocio es enorme: cada año los pescadores acuden a las zonas de captura atraídos por la perspectiva de sacar con sus cañas uno de estos gigantescos peces, lo que genera millones de euros.

En el Ebro conocen bien esas tres facetas del siluro: la del gran pez, el voraz invasor y el lucrativo negocio, rasgos que no siempre casan bien entre sí.

Los millones del siluro. El gigantesco tamaño que alcanzan los siluros no solo los convierte en un depredador temible para otros peces, anfibios, aves acuáticas o roedores que pueden acabar entre sus fauces. Su "talla XXL" hace de ellos además un trofeo muy apreciado por los pescadores, Y, en consecuencia, una jugosa fuente de ingresos para las poblaciones próximas a los pantanos en los que residen. Lo reconocía en 2019 la presidente de la Asociación Deportiva de Pesca de Caspe, Luisa Serra, que incluso compartía algunos datos con La Sexta.

Según los datos que desgranó Serra para Equipo de Investigación, que incluso viajó al Pantano de Mequinenza, en Aragón, para abordar el tema, solo en 2018 se desplazaron a la zona cerca de 100.000 personas atraídas por la pesca del siluro. El dato impresiona, pero no tanto como el cálculo de su repercusión económica. Serra hablaba de que la caza del monstruoso pez generaba "de forma indirecta" unos beneficios más que notables: alrededor de "nueve millones de euros".

No digas pesca deportiva, di economía. No es el único dato que ayuda a hacerse una idea de lo que supone la pesca deportiva para algunas poblaciones ribereñas del Ebro. En 2017 algunos alcaldes de villas situadas aguas abajo de Zaragoza reconocían su preocupación por el Plan General de Pesca que establecía la obligación de matar los ejemplares pescados de especies invasoras para, de esa forma, controlar su población y preservar el ecosistema autóctono. En la lista se encontraba el siluro o la carpa común, dos de los trofeos más buscados por los pescadores que solo quieren tomarse un par de selfies con sus presas.

"Lo que les gusta es capturar un buen ejemplar, hacerse una foto para que se vea su proeza, ponerle mercromina y soltarlo", explicaba Jesús Senante, alcalde de Caspe a El Periódico de Aragón, diario que precisaba que la pesca deportiva genera, solo en la villa, un negocio de seis millones de euros. Hasta el tramo inferior del Ebro en Aragón se desplazan de hecho aficionados a la pesca de Centroeuropa, lo que ha motivado a su vez la aparición de campings, tiendas, restaurantes, hoteles, alojamientos rurales… todo con la pesca deportiva como eje.

Las finanzas locales. "El turismo de la pesca supone un tercio de nuestra economía", incidía Senante. No es el único que mostraba su preocupación. Magda Godia, regidora de Mequinenza, abogaba también en declaraciones a El Periódico por revisar el catálogo de especies exóticas para reducir el impacto del plan. "Tiene que predominar el sentido común y para ello la normativa debe incluir criterios socioeconómicos junto a los puramente medioambientales", insistía.

Solo en 2015, explicaba, se habían expedido cerca de 20.000 tiques para pescadores interesados de desplegar sus cañas y anzuelos en los embalses del Ebro, ya sea en el mar de Aragón o la prensa de Ribarroja. En 2016 había incluso quien se preguntaba abiertamente sobre la posibilidad de considerar al siluro una especie local. El "folleto informativo de pesca" de 2023 de Aragón detalla los lugares de la cuenca del Ebro en los que se permite la pesca de especies exóticas invasoras "en régimen de captura y suelta voluntaria" e incluye al siluro, la carpa o el alburno.

En el foco de la pesca ilegal. La pesca de siluro y carpa en aguas del Ebro incluso ha captado el interés de pescadores ilegales. Hace cuatro años la Guardia Civil anunció la detención e investigación de 23 personas que, supuestamente, se dedicaban a capturar ejemplares para enviarlos luego a Rumanía. La operación se saldó con la intervención de 8,8 toneladas de pescado no apto para el consumo, que se evisceraba y almacenaba en naves sin control sanitario. Poco después la policía incautaba otras cuatro toneladas de siluros y carpas en el mismo río, capturas que seguían los mismos métodos y tenían el mismo destino.

Un negocio (y problema) creados. Se considere un motor socioeconómico o un desafío medioambiental, en torno al siluro hay dos datos que sí están claros. El primero es que está incluido en el catálogo de especies exóticas invasoras, en el que se precisa que se introdujo de forma voluntaria precisamente por su atractivo para la pesca deportiva; el segundo, es que tiene un impacto notable y bien estudiado en los ecosistemas del Ebro o Guadalquivir. La propia Universidad de Córdoba (UCO) ha advertido que "amenaza los hábitats naturales y economía local".

El último matiz es importante y muestra que estas especies invasoras, por más apreciadas que resulten en la pesca deportiva, también dejan un saldo negativo que trasciende su huella medioambiental y afecta de lleno a la economía. "Amenaza la biodiversidad del Parque Nacional de Doñana, muy importante biológicamente además de una zona de importancia económica por la pesca del cangrejo rojo y albures", recuerda el coordinador del estudio de la UCO a El Día de Córdoba.

"Oportunista, voraz y agresivo". Así define el catálogo de especies exóticas invasoras al siluro, una criatura, recuerda, que se alimenta de otros peces, pero que también incluye en su dieta anfibios, cangrejos, roedores o aves acuáticas y "altera de forma importante la estructura trófica de los ecosistemas acuáticos".

En sintonía con la advertencia de los expertos de la UCO, la ficha subraya además el "impacto negativo sobre los recursos pesqueros nativos" de unos animales que superan los dos metros de longitud y los 100 kilos de peso, se encuentran en los ríos Danubio y Volga y llegaron hace décadas a puntos como el embalse de Mequinenza, por el atractivo que tenían para los pescadores.

Imágenes | Joe Pell (Flick) y Wikipedia

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*Una versión anterior de este artículo se publicó en noviembre de 2023

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