Cualquier persona cuyo rango de edad oscile entre los 18 y los 30 años es consciente de ello: independizarse de casa de tus padres, en España, es muy complicado. Lo es porque los precios de los pisos y de los alquileres son altos, y porque los sueldos tienden a ser bajos, generalmente en forma de contratos precarios. ¿Hasta qué punto es complejo? La siguiente imagen lo resume con un puñado de cifras: más de un tercio de nuestros jóvenes siguen viviendo con sus padres.
Y comparados con el resto de Europa, estamos muy mal.
Las cifras que ofrece el gráfico son de Eurostat, de 2013. Sin embargo, ya las tenemos actualizadas a 2014. La tendencia antes de la crisis económica era clara: en 2005, el 38% de los jóvenes españoles vivían en casa de sus progenitores, pero en 2010 la cifra había descendido al 35,5%. ¿Qué ha sucedido desde entonces? Que el volumen de personas entre los 25 y los 34 años de edad viviendo con sus padres se ha disparado otra vez: a día de hoy el porcentaje se ubica en el 39,6%.
La cifra se dispara si cambiamos de muestra: el 57,1% de los españoles entre 18 y 24 años vivían en casa de sus padres en 2014 (el 55,1% en 2013). Comparados con algunos países de nuestro entorno, salimos perdiendo en cualquier rango de edad. En Dinamarca, por ejemplo, el porcentaje de jóvenes entre 18 y 24 años viviendo con sus progenitores es tan sólo del 15%. En Francia, del 34,2%. En Países Bajos, del 35,7%. En Suecia, del 23%. Y en Finlandia, del 20%.
Son todos los países en verde mostrados en el mapa de más arriba, donde el porcentaje de jóvenes residiendo con sus padres se reduce conforme nos fijamos en cohortes más envejecidas. España, sin embargo, sale bien parada comparada con otros países de su entorno cercano. Es el caso de los mediterráneos, donde el porcentaje de jóvenes independizados es tan bajo que alarma: el 44,5% en Portugal y el 46,6% en Italia... para personas entre los 25 y los 34 años. Es un amargo consuelo.
Sólo los Balcanes cuentan con cifras peores
Tan sólo una región Europea cuenta con peores cifras que los países del sur de Europa: los Balcanes. Ni siquiera Europa del Este cuenta con cifras mucho peores. Los países bálticos, de reciente entrada en la Unión Europea y considerablemente más problemas que España, Portugal o Italia, ofrecen una perspectiva más halagüeña para los jóvenes que deseen marcharse de casa (en el caso de Estonia, casi por debajo del 20%, la mejor cifra para los estados que accedieron en 2007).
¿Qué sucede con las tendencias? Las cifras de un año nos dicen cómo está ese país en un momento dado, pero no ofrecen pistas sobre si está mejorando o empeorando. El siguiente mapa muestra qué ha sucedido con el porcentaje de personas de entre 25 y 34 años independizadas en cada estado durante los últimos años (hasta 2013). España aparece en números verdes, pero como hemos visto más arriba, en 2014 la cifra aumentó hasta casi el 40%. Empeora el este.
Al margen de explicaciones culturalistas sobre el papel de la familia en las sociedades del sur de Europa (o del este), países con un alto grado de bienestar y con un porcentaje reducido de desempleo juvenil cuentan con mejores cifras a la hora de evaluar la independencia de sus jóvenes. El Confidencial escribió hace poco dos reportajes (uno, dos) sobre cómo es el proceso de independizarse de casa de los padres en diferentes países de Europa.
En 2014, Grecia, España, Portugal e Italia contaban con tasas de desempleo juvenil, en algunos casos, por encima del 50% (entre los cinco primeros de la Unión, junto a Chipre). En cualquier caso, las cifras previas a la crisis señalan un problema estructural que va más allá de la recesión.
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