Pyeongchang clausuró ayer sus Juegos Olímpicos, la vigesimotercera edición invernal del acontecimiento deportivo más universal. ¿Dónde serán los siguientes? La respuesta también se desveló ayer: en Beijing. La elección de la capital china marca un hito en la historia olímpica, dado que jamás antes una ciudad había sido escenario tanto de los Juegos de Verano como de los Juegos de Invierno. Y es un hecho que simboliza la crisis que atraviesa el evento.
Nadie quiere ya unos Juegos. Madrid es consciente de ello: organizar unos Juegos Olímpicos implica ciertas cargas financieras y urbanísticas que, incluso cuando la elección nunca se consuma, hipotecan el desarrollo de la ciudad durante años. El montante monetario es tan elevado que para la edición invernal de los Juegos hay cada vez menos candidatos. De cara a 2022 Pekín apenas ha tenido competencia. Era casi la única ciudad interesada en ellos.
La nieve, cada vez más esquiva. Dado que gestionar unos Juegos representa una aventura financiera cada vez más inasumible, el abanico de ciudades capaces de sortearla con éxito se reduce a un puñado de grandes urbes. No hay demasiadas cerca de la nieve. El COI ha experimentado con anterioridad con fórmulas híbridas a centenares de kilómetros de la montaña más cercana, como Turín. Pekín lo lleva al extremo: Zhangjiakou, la estación que alojará las pruebas de nieve, está a 200.
Un invierno en el desierto. De forma sintomática, Zhangjiakou es una estación de esquí artificial ubicada en pleno desierto del Gobi, uno de los espacios más áridos y secos de la Tierra. China está convencida de que puede albergar unos Juegos de Invierno allí. Según esta pieza de The Economist, el gobierno comunista piensa invertir más de 90 millones de dólares en llevar agua a las pistas. Zhangjiakou recibe 75 mm anuales de precipitación. Hay puntos en el Sáhara donde llueve más.
China quiere construir un "cinturón de nieve" recreativo en torno a Pekín. Por supuesto, tendrá que gastar una millonada en crearla de forma artificial. También para los Juegos.
Un edén autocrático. El de Zhangjiakou es el último ejemplo de una larga lista de eventos deportivos internacionales organizados por países cuyo respeto a los derechos humanos es dudoso. El próximo Mundial de Fútbol tendrá lugar en Rusia. El siguiente en Qatar, financiado con mano de obra esclava. China repite ciclo Olímpico pese a su conocida supresión de las libertades individuales. La otra candidata para 2022 era Almaty, en Kazajistán, otra dictadura. Las únicas que se pueden permitir unos Juegos sin sanción de sus votantes.
¿Y si se los queda Pekín? Quizá por todo lo anterior hay quien ha propuesto que China se convierta en la casa de los Juegos Olímpicos para siempre. Tal idea ya se planteó para Grecia (con hilarantes consecuencias), pero como se explica en CityLab, lo cierto es que China es bastante mejor candidata: tiene dinero suficiente, capacidad material, interés geopolítico y experiencia. Es una perspectiva improbable: el COI no ganaría tanto dinero como lo hace ahora moviendo la sede cada Olimpiada.
Imagen | Patrick Semansky/AP
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