El próximo superalimento ecológico sabe a bacon. Pero se trata de algas rojas.

Si te preocupa el sufrimiento de los animales, el impacto en el planeta que conlleva la ganadería o eres vegetariano por aquello de la vida sana, estás de enhorabuena. Porque unos científicos de la Universidad de Oregon acaban de patentar una variedad de alga que roza el maná. Y sabe a bacon.

No es lo único positivo del alga en cuestión: el 16% de su peso neto son proteínas, crece a la velocidad del rayo y tiene un montón de vitaminas, oligoelementos y... Mira, sabe a bacon. Otro tanto para la ciencia. El único pero es que estas algas todavía no están a la venta. Pero sí sus precursoras.

Dulse, el alga roja del metal nórdico

Copos secos de alga dulse.

En realidad, se trata de una variedad de alga dulse. Una macroalga rojiza muy popular entre nuestros vecinos del Atlántico Norte, donde se considera un elemento más de la dieta. Y que es conocida desde tiempos pretéritos por celtas y vikingos. Es un buen recurso contra la anemia porque aporta muchísimo hierro, se puede preparar de múltiples maneras, potencia el sabor de otros alimentos...

Podríamos seguir durante varios párrafos enumerando sus propiedades, pero quedémonos con esto: unos tipos llevan 15 años jugando con la variedad de alga que más proteínas aporta después del nori (la que envuelve el sushi). Y, por pura chiripa, han dado con una variedad que sabe a tocino y panceta.

Es un descubrimiento accidental

Como esto, pero salido del mar.

En realidad, el equipor de Chris Langford ni siquiera quería gestar esta variedad de alga para consumo humano: se trataba de conseguir "pienso marino" para los abulones u orejas de mar, un tipo de molusco muy apreciado por su carne en el Pacífico. Y muy caro: hasta 160 euros el kilo.

Oreja de mar a la parrila coreana.

Langford y el resto de investigadores consiguieron su objetivo: una supercomida para moluscos. Pero otro profesor de la misma universidad (en este caso de empresariales, Chuck Toombs) pensó en darle otro uso: si estas algas podían cultivarse sin problemas y ya había un historial de consumo humano, ¿por qué no aprovecharlas como comida sana?

Después de todo, vivimos inmersos en una cultura gastronómica donde las tendencias buscan el próximo superalimento verde cada semana: la quinoa está de moda; y hasta Michelle Obama convenció a Jimmy Fallon de que cambiase las patatas fritas por col rizada.

Y las algas dulse tienen el doble de valor nutritivo que la col rizada. Pero el efecto colateral inesperado es que esta supervariedad cultivable -que ya de por sí contaba con múltiples beneficios- tenía un sabor distinto al cocinarse. A bacon, según todos los implicados.

De momento, habrá que fiarse de su palabra: las algas recién patentadas aún no tienen vida comercial -los estudiantes de Toombs están preparando un plan de marketing y una línea de productos-. Pero, si en laboratorio son capaces de criar 15 kilos de algas a la semana, es bastante probable que en un año o dos se conviertan en la nueva supermoda culinaria ecológica. Lo mejor del cerdo, sin su parte mala.

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Imágenes: Copos de dulse | Stacy Spensley

Bacon | cyclonebill

Oreja de mar | Manji

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