La región de Kipembawe se esconde en los altiplanos de la zona suroeste de Tanzania, a siete horas en coche desde la ciudad de Mbeya. El paisaje es precioso, pero en cuanto te fijas un poco puedes ver que la mayoría de las plantaciones son de tabaco y que el ruido de árboles siendo talados es constante.
De por sí, la palabra "tabaco" ya evoca imágenes de muerte y enfermedades, como podemos ver en las cajetillas de tabaco y en muchas campañas para concienciar contra su consumo. Sin embargo, el impacto del tabaco ya empieza mucho antes de las cajetillas y afecta a mucha más gente que a los mil millones de fumadores que se calcula hay por el mundo.
El tabaco también afecta a la salud y al bienestar de la gente que lo cultiva y del medio ambiente donde crece, muchas veces con consecuencias devastadoras. Mis compañeros y yo hemos publicado hace poco una investigación que demuestra cómo de dañino puede ser para el medioambiente y para las comunidades de la Tanzania rural.
La mayoría de los pueblos de Kipembawe no tienen electricidad o cobertura para telefonía móvil, existen una atención sanitaria mínima y el agua procede de pozos y de los ríos. Existen pocos cultivos que den algo de dinero y el predominante es el tabaco, plantado por un 86% de los 196 hogares analizados. En Tanzania, un 47% de la población vive por debajo del umbral internacional de pobreza y las tasas de pobreza son aún mayores en las zonas rurales donde la gente depende de la agricultura.
En África, el cultivo del tabaco muchas veces está asociado a la presencia de zonas forestales tropicales conocidas como "miombo" que predominan en Kipembawe. Las zonas forestales de miombo cubren más de 2.4m km² de la superficie de África, pero están sufriendo una deforestación muy rápida y se está perdiendo su diversidad. Tanto las plantas de tabaco como los árboles de miombo prefieren suelos arenosos y ligeramente ácidos.
Desafortunadamente, este tipo de suelos no contiene muchos nutrientes y las plantas de tabaco son de los cultivos que más nutrientes consumen. Esto significa que los agricultores tienen que talar cada año más árboles para crear campos de cultivo porque la tierra solo puede soportar uno o dos ciclos de cultivo.
Riesgos para los agricultores
Las hojas de tabaco tienen que ser secadas o curadas para su transporte y futuro procesamiento, lo que supone otra traba para los árboles, puesto que son utilizados como combustible. En total, se eliminan aproximadamente 4,134 hectáreas de zonas forestales al año en Kipembawe, algo que reduce la biodiversidad y los beneficios que puede suponer la zona medioambiental local para la gente, incluyendo las reservas de carbón, la leña, los materiales de construcción y el agua corriente.
Sin embargo, la tala de los bosques solo es el comienzo. Durante toda la temporada de cultivo, los agricultores añaden varias rondas de fertilizantes y pesticidas a las plantas aún conociendo los riesgos asociados con su uso. Durante nuestra estancia en Kipembawe, no vimos a nadie con ropa o equipamientos de protección, algo que expone a los agricultores, a sus familias y a los trabajadores a productos químicos nocivos para la salud.
Es más, a pesar de las normativas que buscan reducir el impacto de los fertilizantes en las fuentes de agua, la mayoría de las veces las plantaciones se empiezan a cultivar cerca de los ríos para reducir la distancia de transporte del agua. Esto supone que la única fuente de agua para el ganado puede estar contaminada, creando conflictos entre los ganaderos y los agricultores.
La explotación infantil en las plantaciones de tabaco también es un secreto a voces y las principales tabacaleras se han unido a la Fundación para la eliminación de la explotación infantil en los cultivos de tabaco. Sin embargo, pudimos ver a niños trabajando en los campos y los datos de las escuelas indican que la mayoría de los niños empiezan a trabajar en las plantaciones de sus padres a los 13 años.
Aunque esto tenga consecuencias evidentes sea su educación, el impacto para su salud también es grave. La enfermedad del tabaco verde es un tipo de intoxicación por nicotina que ocurre cuando las hojas de tabaco están humedad y entran en contacto con la piel. Esto hace que la nicotina se absorba a través de la piel y provoque fiebre, vómitos y mareos. Aunque rara vez existe peligro de muerte, puede llegar a ser aterradora para los niños, que son más susceptibles a padecer síntomas graves por la poca tolerancia a la nicotina y por tener cuerpos más pequeños.
Hay pocas alternativas
¿Por qué les sale rentable a los agricultores plantar tabaco? Son muchas personas las que no tienen otra alternativa para ganarse la vida y los agricultores pueden obtener buenos precios por tabaco de buena calidad. Este dinero puede suponer una mejora importante en las vidas de los agricultores, haciendo que puedan pagar la educación de sus hijos, invertir en otros negocios y permitirse cosas como bicicletas o energía solar.
Algunos hombres se gastan su dinero pocas semanas después de recoger la cosecha en los bares que surgen por la zona. Las mujeres más astutas destilan cerveza casera a partir de maíz para venderla después. Sin embargo, las prostitutas también abundan por la zona e incrementan el riesgo de transmisión de enfermedades sexuales. El número de infecciones en Mbeya está entre los tres más altos del país con un nueve por ciento de personas entre 15 y 49 años seropositivas (un cuatro por ciento más que la media del país).
A pesar de la Convención sobre el Control del Tabaco de la Organización Mundial de la Salud en 2015 y de que el consumo de tabaco se ha reducido, el hecho de que la población mundial siga en aumento hace que el consumo total de tabaco probablemente vaya a seguir creciendo en el futuro próximo. Pero en Kipembawe llegará un momento en el que la deforestación relacionada con las plantaciones de tabaco hará que ya no sea posible su cultivo porque ya no habrá combustible que lo permita. Al final las comunidades locales se quedarán sin una fuente importante de recursos y con un medio ambiente destrozado.
Si la gente tuviera otras formas de ganarse la vida, ayudaría a reducir las cargas sociales y medioambientales de la producción del tabaco, pero las oportunidades son escasas. La producción del tabaco podría ser más sostenible si se usaran métodos de secado alternativos, fertilizantes y pesticidas de forma más eficiente y mejores planes de aprovechamiento de la tierra. Sin embargo, hacen falta planes de formación y apoyo, así como eliminar la mano de obra infantil.
Todo esto va a ser muy difícil si la demanda de tabaco sigue siendo tan alta. Así que la próxima vez que te entren ganas de echarte un cigarrillo, recuerda que no solo se trata de tu salud. Dejar de fumar también puede ayudar a salvar árboles y a mejorar las oportunidades de muchos niños.
Autor: Eleanor Jew, University of Leeds.
Este artículo ha sido publicado originalmente en The Conversation. Puedes leer el artículo original aquí.
Traducido por Silvestre Urbón.
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