Muchos pensarán que Bernard Arnault, Elon Musk o Jeff Bezos, son las mayores fortunas de la historia. No es extraño, la estimación de sus fortunas se cuenta en centenares de miles de millones de dólares. Muy lejos de las cifras en las que se mueven el 99% del resto de la humanidad.
Según la lista Forbes de las personas más ricas del mundo, el hombre más rico del planeta en 2023 es el empresario del mundo de la moda Bernard Arnault y familia, con una fortuna estimada de 211.000 millones de dólares gracias a su emporio del lujo con marcas como Louis Vuitton, Christian Dior o Sephora.
Sin embargo, ninguno de los multimillonarios que aparecen en esa lista será nunca tan rico como lo fue Gaius Octavius, el primer emperador de Roma bajo el nombre de César Augusto.
Ser el hombre más rico cuando el mundo es tuyo
En realidad, César Augusto contaba con cierta ventaja con respecto a los millonarios actuales porque, literalmente, parte del mundo conocido en ese momento era de su propiedad. Además, había recibido una inmensa herencia del anterior César, su tío abuelo Julio César.
César Augusto fue el primer emperador de Roma como tal. Es decir, con plenos poderes otorgados por el senado romano. Eso le dio margen para amasar una gran fortuna ya que su patrimonio era parte de la tesorería de Roma.
Según el profesor de historia en la Universidad de Stanford Ian Morris , entre los años 63 a.C y 14 d.C. el Imperio romano representaba entre el 25% y el 30% de la producción económica mundial, por lo que su riqueza también iba en consonancia. Se estima que, por su condición de emperador, César Augusto se adjudicaba el 20% de la producción económica de todo el Imperio romano, lo cual, según los cálculos del profesor Morris, equivaldría a unos 5,8 billones de dólares o 5,3 billones de euros.
Eso supone una fortuna equivalente a 30 veces la fortuna estimada de Elon Musk y unas 47 veces la de Jeff Bezos.
La gloria de Roma a base de conquistas
Durante su gobierno se impuso un periodo de paz y bonanza económica llamada Pax Romana o Pax Augusta que duró caso dos siglos, que permitió al imperio desarrollar y explotar todos los recursos mineros y agrarios que los ejércitos romanos se habían encargado de conquistar.
Cabe recordar que, si en la actualidad la riqueza de las personas más ricas del planeta varían en función de sus inversiones y el valor en bolsa que tengan sus activos, en la época romana, los millonarios de la antigua Roma equivalentes a Bill Gates o Jeff Bezos no perdían de vista las campañas de conquista ni las cosechas de grano del año. De ello dependía la recaudación de los impuestos y sus ganancias finales.
Cuando César Augusto llegó al poder, el Imperio romano ya abarcaba toda la orilla norte del Mediterráneo desde España, Francia, Italia, Croacia, Grecia, Turquía, Siria e Israel, y la zona norte de Marruecos, Túnez y Libia. Es decir, todas las tierras que bañaba el Mare Nostrum y con ello era el administrador de sus recursos.
Economía rentable para ricos mandatarios
La economía del Imperio romano se basaba en la explotación agraria, ganadera y minera de los territorios, por lo que tras una época convulsa de grandes conquistas, al César sólo le quedaba recoger los beneficios de los nuevos territorios que pasaban a engrosar su enorme fortuna. El comercio también proporcionaba grandes riquezas a Roma, que se aprovechaba de los fértiles campos de la cuenca mediterránea para exportar el grano, aceite o vino a otras regiones utilizando el Mare Nostrum como autopista privada para transportarlo.
Los esclavos capturados en las campañas de conquista también eran un lucrativo negocio para el César, que no solo los usaba de forma interna como mano de obra para cultivar los campos, sino que comerciaba con ellos obteniendo grandes beneficios de ello. En aquellos días, un esclavo costaba entre 800 y 2.000 sestercios (unos 20.200 euros). Si esa suma se multiplica por la enorme cantidad de esclavos que se habían apresado en las conquistas de África, las cifras ascienden a varios miles de millones de euros.
La Pax romana desarrolló la economía de Roma, pero sobre todo las arcas del Senado romano. Un senador romano debía contar con una fortuna de al menos 1 millón de sestercios (equivalente a 11 millones de euros) como aval de su cargo de senador romano, aunque la mayoría superaba ampliamente los 5 millones de sestercios. Al año, un senador romano cobraba un salario equivalente a 300.000 euros actuales.
Teniendo en cuenta que César Augusto heredó gran parte de su fortuna, y se mantuvo en el poder durante 41 años acumulando año tras año parte de las ganancias de Roma, se explica la enorme fortuna que llegó a acaudalar en toda su vida.
Egipto, la joya más preciada del Imperio
Aunque durante la Pax romana el Imperio no sufrió grandes cambios en sus conquistas, sí se vivieron tiempos convulsos a nivel interno con constantes disputas de poder. El mejor de los ejemplos lo encontramos en los continuos enfrentamientos entre Marco Antonio y César Augusto por hacerse con el control del próspero Egipto. Control que tras la batalla de Accio paso a manos de César Augusto con carácter personal.
Es decir, el Egipto de los tiempos de Cleopatra VII y todos sus recursos, pasaba a ser propiedad de César Augusto. No del Imperio romano. Esto nos deja una idea un poco más aproximada de la enorme fortuna que llegó a atesorar César Augusto en la cúspide de su gobierno.
No habían fundaciones, pero también donaba
En la actualidad, millonarios filantrópicos revierten parte de sus fortunas en forma de grandes donaciones de dinero en inversiones de impacto para la sociedad de forma que se reinvierte en el bien común parte de sus fortunas.
En tiempos de la antigua Roma no estaban tan de moda los clubes filantrópicos ni donar a través de fundaciones, pero César Augusto también quiso tener el favor de la plebe y los ciudadanos más desfavorecidos. Según las crónicas, en el año 29 a. C., Augusto pagó cuatrocientos sestercios por persona a un total de doscientos cincuenta mil ciudadanos de Roma. Según la calculadora de divisa antigua esto equivaldría a unos 4.000 euros por persona.
Además, lo completó con mil sestercios (unos 11.000 euros) para cada uno de los ciento veinte mil veteranos de las colonias, y dedicó setecientos millones de sestercios (6.988 millones de euros) a la compra de tierras para que los soldados veteranos que mantenían las fronteras del imperio a salvo pudieran establecerse.
Lejos de dejarlo arruinado, en el 6 d.C, César Augusto estableció el aerarium militare, un fondo benéfico que salió de sus arcas, con un valor inicial de ciento setenta millones de sestercios (algo menos de 1.700 millones de euros) para pagar los salarios tanto de los soldados en activo como de los retirados.
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