¿Puede el mundo seguir escandalizándose por unos pechos? Parece que sí, pero la respuesta tiene truco. A nadie se le han salido los ojos al ver las fotos realizadas para el perfil de Emma Watson en Vanity Fair a raíz de su promoción de La Bella y la Bestia. Sin embargo, entre todas estas imágenes de altos valores estéticos, había una que destacaba. Salía Emma con un chaleco torera (que los expertos en moda nos digan cuál es el nombre preciso de esa prenda) que mostraba una parte de sus senos.
Y claro, no estamos ante cualquier actriz, sino ante Emma Watson, embajadora de la ONU, cabeza visible de la campaña HeforShe y básicamente una de las mayores adalides del feminismo apto para medios masivos.
Una periodista británica hizo saltar las alarmas en su Twitter: "mucho hablar de feminismo para luego distraer con su cuerpo".
Emma Watson: "Feminism, feminism... gender wage gap... why oh why am I not taken seriously... feminism... oh, and here are my tits!" pic.twitter.com/gb7OvxzRH9
— Julia Hartley-Brewer (@JuliaHB1) March 1, 2017
¿Y cuál es la respuesta natural de Watson ante estos comentarios? El desconcierto. Es difícil comprender cómo en un mundo donde está más que asentada la acción reivindicativa a través del propio destape mamario como lo han ejercido Femen, #Freethenipple o #Eltetazo pueda llamar la atención que Emma Watson nos enseñe un pecho. Al que ni siquiera se le ven los pezones.
Así, en una entrevista para Reuters, trata este tema. Como se puede ver, la reacción inicial es la de comprender este minúsculo escándalo como el síntoma de un problema mucho mayor: la falta de comprensión de lo que supone realmente el feminismo.
Porque, más que un concepto que sirva como acicate contra otras mujeres, Watson entiende que lo fundamental es la libertad de elección de la mujer. De sus palabras se extiende que se refiere al concepto de agencia propia. Agencia como concepto sociológico popularizado por Kant por el cual se define el poder que un individuo o un grupo tiene sobre sí mismo. A mayor agencia, más independiente será el sujeto de lo que le ordenen los demás.
Y en el fondo, lo que a Watson le sorprendía, como a su compañero Dan Stevens, es por qué se pierde el derecho a hablar de la igualdad de las mujeres cuando haces algo con tu cuerpo.
Lo que tampoco se le ha escapado a otros son los comentarios que hizo la actriz británica hace tres años (tenía por aquel entonces 23 y todavía no era embajadora de la ONU) sobre Beyoncé. Aunque aplaudía a Queen Bee como artista, dijo que sus videoclips le causaban “conflicto interno” porque, al tiempo que defendían un discurso feminista, el trabajo de cámara se le hacía voyeurístico y planteado para el disfrute de la mirada masculina.
De ahí que algunos hayan creído ver una hipocresía en una sesión de fotos en la que se exhibía una parte de los senos. Aunque, todo sea dicho, como material erótico contase hasta con la aprobación de los mormones.