La humanidad: esa cosa que sucede mientras se despachan conversaciones sobre Adolf Hitler. Hoy asistimos a un nuevo capítulo de uno de nuestras teorías de la no-conspiración favoritas: las supuestas deformaciones sexuales de Adolf Hitler. Los periódicos británicos están recogiendo, con evidente entusiasmo, la nueva teoría alrededor de los genitales de Hitler, publicada por los historiadores Jonathan Mayo y Emma Craigie en su libro Hitler's Last Day: Minute by Minute, publicado... el año pasado. ¿Qué sucede para que una no-noticia nos vuelva a fascinar tan repentinamente?
Hitler. Hitler sucede. Y otros muchos que no son Hitler pero sí fueron dictadores abominables.
Los lectores españoles estarán familiarizados con la historia: a la muerte de un tirano, se suceden toda clase de teorías que tratan de explicar sus actos. En el caso de Hitler, al igual que en el caso de Franco y de otras figuras históricas, se ha recurrido con cierta frecuencia a su posible carencia de un segundo testículo. La teoría, puro constructo popular cuyas pruebas nunca pueden confirmar, por motivos evidentes, lo acertado de su aseveración, tiene un gran recorrido. Es cómico, es raro, queremos que sea plausible.
Repasemos algunos ejemplos notables.
Adolf Hitler, obviamente
Y decimos obviamente porque poco queda ya que teorizar sobre los genitales del genocida nazi. La leyenda se remonta a los propios tiempos de la Segunda Guerra Mundial, cuando la cultura popular británica comenzó a tararear 'Hitler Has Only Got One Ball', una sátira propagandística dedicada a ridiculizar a Hitler, en un momento en el que se encaminaba hacia la cima de su poder. La idea de Hitler, un hombre que aspiró a crear un imperio todopoderoso y milenario, tuviera sólo un testículo, con sus complejos derivados, era demasiado tentadora.
Nada se supo de su cadáver, de modo que resultó imposible comprobarlo después de la primavera de 1945. A cambio, los historiadores han rebuscado en los archivos en busca de pruebas que certifiquen su carencia de un segundo testículo. Hay teorías para todos: tenemos médicos de la Primera Guerra Mundial que afirmaron haber visto sus partes (no tan) nobles; registros de su estancia en la cárcel tras el golpe de estado fallido de 1923 que afirman lo mismo; o la supuesta autopsia realizada por los soviéticos de sus restos.
En un inesperado giro de los acontecimientos, ahora Hitler también habría tenido un micropene. De nuevo, los medios tratan de explicar su comportamiento y el devenir de la historia en base a su supuesta malformación. Al parecer, su defectuosa vida sexual, registrada por su médico de cabecera, Theodor Morell, se entendía por su malformación, llamada hipospadias. Su urólogo personal lo habría comprobado en persona.
En un puñado de meses, nuevas y apasionantes revelaciones sobre los genitales del Führer.
Francisco Franco y su supuesto monotestículo
La más célebre teoría sobre la carencia de un segundo testículo de Francisco Franco fue publicada por El Mundo en 2009, en un reportaje escrito por José María Zavala con motivo del libro que él mismo iba a publicar sobre su hermano, Ramón Franco. En él, Zavala charlaba con la nieta de Antonio Puigvert, urólogo del dictador durante cierto periodo de su vida. Ana Puigvert afirmaba que su abuelo le había contado que Franco, en efecto, tenía tan sólo un testículo. Era monórquido. ¿Pero de nacimiento?
No. La teoría se sostiene sobre una herida de bala sufrida por el joven Franco durante la guerra en Marruecos. Los historiadores se detienen en el pasaje, durante el asedio marroquí a Tetuán, y se sabe del riesgo para su vida que supuso. Pero no van más allá. Sin embargo, la teoría de la nieta de Puigvert cuadraría con las posteriores supuestas disfuncionalidades sexuales y reproductivas de Franco, esbozadas por Ramón Garriga. Pero eso es todo. Una fuente, un relato, una historia. ¿Tenía Franco un sólo testículo de verdad?
Lo tuviera o no, algo difícil de comprobar, la prensa, especialmente de izquierdas, tiende a recrearse en el asunto.
Napoleón, otro ilustre bajito, tampoco se libra
El remate final para el trío de pequeños-tiranos-acomplejados-que-quisieron-dominar-el-mundo-para-compensar-sus-obvias-carencias-de-estatura-a-todos-los-niveles. Napoleón ha sido objeto de diversas leyendas en torno a su físico. Por ejemplo, tendemos a considerarle un hombre bastante pequeñito, cuando lo cierto es que medía 1,69, por encima de la media de Francia a principios del siglo XIX. Pero su omnipresencia militar y política y su figura controversial, además de su derrota, le abocaron a tan divertida leyenda.
De forma paralela, y al igual que en los casos de Hitler y de Franco, el siempre fértil campo de la imaginación periodística y popular ha terminado en vuelto en teorías sobre la carencia del segundo testículo de Napoleón Bonaparte. Nada se supo de ello una vez muerto, y todos los registros posteriores se pueden considerar como endebles, siendo generosos. Todas las webs que hacen referencia a ello son o bien de un corte claramente sensacionalista o no aprueban ni un mísero enlace que apoye la teoría.
Y sin embargo, la teoría pervive. De forma subterránea, pero pervive.
También afecta a comunistas. Como Mao Zedong
Aunque el caso de Mao es mucho menos conocido, quizá sea uno mejor documentado y más verosímil que los anteriormente citados. Al menos dos libros hacen referencia a la carencia de un segundo testículo de Mao Zedong: el primero, Mao, publicado por Michael Lynch en 2004; el segundo, The Private Life of Chairman Mao, publicado por Zhisui Li en 1994. Para ser exactos, el problema del dictador comunista no era tanto la ausencia de un testículo por deformaciones de nacimiento o heridas de guerra como su "no descenso". Grosso modo, el testículo está ahí, pero no se desarrolla.
Al parecer, este hecho causó innumerables problemas a Mao Zedong. Sufrió de gonorrea y herpes genital, y para 1955 los análisis de sus médicos indicaban que era estéril. También se temía por su impotencia, sobre todo en situaciones de estrés.
El último eslabón de una lista corta, disparatada y, al fin y al cabo, bastante hilarante.
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