Una cena que podría definir el destino de la economía global durante el próximo puñado de meses, quién sabe si años. Donald Trump y Xi Jining se reúnen este fin de semana en Buenos Aires. El objetivo: negociar, si es que es posible, el fin de la guerra comercial iniciada por Estados Unidos (y seguida con entusiasmo por China) la pasada primavera. De la sintonía entre ambos dependerá todo. No tendrán muchas más oportunidades.
Qué quieren. Hallar salida al laberinto de la guerra comercial. Al parecer, China está más interesada en suavizar las hostilidades que Estados Unidos. Donald Trump ya ha deslizado que podría subir algunos aranceles hasta el 25%. Considera que la economía estadounidense puede soportarlo. Quiere que Xi Jinping acceda a negociar aspectos clave, como la posición china en materia intelectual o el desequilibrio en las relaciones económicas.
Estados Unidos compra muchísimos más productos a China de los que le vende. Trump quiere corregir esto. Es una partida de mus.
Qué esperar. Poco. Trump parece convencido de la efectividad de sus medidas. Suavizarlas ahora anularía el órdago lanzado hace meses. China tampoco tiene demasiados incentivos para ceder. Quiere frenar los aranceles pero no a cualquier precio. Sus planes a largo plazo son más globales, y no está dispuesta a renunciar a aspectos capitales de su estrategia industrial. El encuentro puede servir para retomar los contactos y reiniciar las negociaciones.
En el peor de los casos, serviría para refrendar el desacuerdo y romper las relaciones.
Quién gana. Nadie. Casi todos pierden. Medio mundo financiero estará pendiente de lo que suceda el domingo en la reunión entre ambas delegaciones. Las bolsas reaccionarán al alza o a la baja (a la estrepitosa baja) en función del resultado del encuentro. Miles de granjeros o industriales estadounidenses también tendrán puesto un ojo en la cena: dependen del enorme mercado chino para dar salida a sus productos.
Cómo ha ido. En general, mal. Trump juzga positivos los resultados de la guerra comercial. En el Medio Oeste, muy industrial y agricultor, la historia es distinta. Como explican en Politico, miles de productores de soja, por ejemplo, han tenido que cerrar sus granjas ante la imposibilidad de colocar sus excedentes. Empresas como Whirlpool, Caterpillar o Stanley Black & Decker Inc. han culpado a los aranceles de sus pobres ejercicios.
Qué significa. El desencuentro entre las dos principales potencias del planeta. Como explican en Foreign Affairs, hay pocos puntos en común entre la visión de Xi Jinping para la China del futuro y el rol que Estados Unidos interpreta que debe tener en Asia y el resto del mundo. La guerra comercial surge, ante todo, de una profunda competencia entre ambos países en materia política y económica. Es una cuestión estratégica, y no negociable.
De ahí que la reunión de Buenos Aires sea, quizá, un fracaso.
Imagen: Andrew Harnik/AP
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