Enhorabuena, aliados: los hombres feministas tienen más sexo y reciben más placer oral

Dos investigadores de la Universidad McMaster en Ontario, Canadá, han venido a certificar uno de los mitos más extendidos, al menos en una de las formas en las que se suele divulgar: los hombres feministas, los planchabragas, según el cibernauta más resentido, tienden a estar en la cúspide de la pirámide del rito sexual.

Cómo: se trata de un estudio de autoevaluación, como la inmensa mayoría de estudios sobre prácticas sexuales. Se enviaron largos y asépticos cuestionarios sobre las características demográficas y la experiencia sexual de los sujetos canadienses. La conclusión es que, aunque menos de un 20% de hombres se autoidentificó como feminista al ser preguntado por este hecho, ellos tenían de media más sexo, tanto dentro de una pareja estable como fuera. Estos hombres heteros también indicaron practicar más sexo oral a sus compañeras, pero eso no iba en detrimento de su propio placer, dado que también ellos recibían más sexo oral que sus contrapartidas no-feministas en promedio.

¿Y cómo eran estos hombres? Mayores, ateos y formados. De los feministas un 45% tenía un nivel educativo universitario o superior frente al 25% de los que tenían este nivel en el grupo no-feminista. Los aliados eran no religiosos en un 42% frente al 29% de los no-feministas, y solían estar en la categoría de hombres más próxima a los 65 años que en ningún otro rango de edad. Esto último coincide con algunos otros metaestudios sexuales importantes de los últimos años: los baby boomers y la gente mayor en general tiende a reportar más sexo de media que los millennials o los z.

¿Y cómo sabemos que el estudio no está amañado? Con los estudios de autoevaluación uno nunca puede estar seguro, dado que la gente puede mentir y tiene más motivos para hacerlo cuando le hablan de sexo. Pero los investigadores tomaron unas cuantas decisiones para corregir las posibles injerencias. Por ejemplo, al ser un formulario virtual, la gente tiende a mentir menos que si le encuesta alguien en persona. Por otro lado el tipo de pregunta sexual era de carácter incidental, es decir, se preguntaban cosas del tipo: “¿cuándo fue la última vez que tuviste sexo?” en lugar de “¿cuántas veces al mes tienes sexo?”, ya que se ha comprobado que, aunque no permite conocer la cifra exacta de encuentros sexuales, tienden a representar de forma más rigurosa el nivel de actividad del sujeto (porque, por un lado, tendemos a sobreestimar el sexo que tenemos, y por el otro porque el espacio transcurrido suele aproximarse al hábito del sujeto; pasa igual con cosas como los hábitos alimenticios).

Además de esto, las preguntas sobre el feminismo fueron hechas en una tanda de preguntas políticas e ideológicas mayor y a posteriori de los datos sexuales, de manera que los pacientes no estaban incitados a desvirtuar sus respuestas para favorecer determinadas corrientes de opinión.

¿Y qué quiere decir que sean feministas? En este caso sólo quiere decir que esas personas se identifican como tal. Los investigadores además puntúan que no saben si hay una motivación egoísta al identificarse así, si se han colocado ese pin precisamente como aliciente para conquistar a más mujeres y tener más sexo, o si se trata de una postura adquirida de forma genuina.

El macho proveedor vs el sexista benevolente: en esencia lo que se deduce del estudio es que debemos replantearnos el tópico de que las mujeres los prefieren machos y protectores. Un clásico de la ciencia evolutiva biológica es que ellas buscan hombres que sepan desplegar comportamientos agresivos y violentos como muestra de su poder y, por tanto, de que sabrán protegerlas. Otros estudios han confirmado que esto no es así, aunque han encontrado que sí se favorece al “sexista benevolente”, hombres que tienen comportamientos que son de facto segregadores pero sólo los que van en beneficio de la hembra, véase, tratarlas de forma más dulce, ser más cortés, invitar a cenar, etc. Actitudes que, todo sea dicho, perjudican socialmente a las mujeres a largo plazo (todo trato desigual tendrá efectos desigualadores imprevistos).

¿Y cómo es posible que coexistan en el mismo plano estudios que digan que los hombres que se autodenominan feministas tienen más éxito sexual con otros que dicen que se beneficia a los que se comportan de forma sexista? En parte porque no son cuestiones antagónicas. Una cosa es creer que eres feminista y otra muy distinta serlo.

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