Primero que sí y luego que no. Ayer mismo se viralizó la noticia: Mark Saltzman, guionista del programa infantil entre 1985 y 1998, dio una entrevista para el medio LGBT Queerty en el que habló de su trabajo con los Teleñecos. Sin tener una “marcada agenda”, Saltzman cuenta que siempre escribió sobre Epi y Blas como pareja homosexual. Le parecía el enfoque más natural para escribir de esa duradera relación entre dos hombre que, de hecho, le recordaba mucho a la que mantenía él con su novio.
El trapo no tiene orientación sexual: a las pocas horas de que cientos de miles de personas de todo el mundo reaccionaran (a favor o en contra) de la noticia, Sesame Workshop corría a hacer un comunicado oficial desmintiendo las afirmaciones de su antiguo empleado: “Bert y Ernie (Epi y Blas) son mejores amigos. Fueron creados para enseñar a niños en edad de preescolar que las personas pueden entablar amistad con los que son muy diferentes a ellos mismos. A pesar de que son identificados como personajes masculinos y poseen muchos rasgos y características humanas, siguen siendo títeres, y no poseen una orientación sexual”.
Amigos revueltos: si las declaraciones de Saltzman han logrado esta repercusión es porque, por primera vez, se da una respuesta distinta sobre el tabú histórico de una de las series más queridas por la historia de la televisión infantil. El dúo se estrenó en la pequeña pantalla en 1969, y desde 1980, con la publicación del libro de ensayos humorísticos The Real Thing de Kurt Andersen, siempre se ha hablado del estatus de su relación con un halo de sospecha. En 2013 la revista New Yorker publicó una de sus famosas ilustraciones de portada retratando lo que parecían ser Epi y Blas haciéndose mimos. Desde que Estados Unidos aprobase el matrimonio homosexual, los rumores sobre la emisión de la boda de los muñecos han sido constantes.
Una novia para Elsa: Epi y Blas se enfrentaron hace poco, también, a un Change de amantes de la serie que pedían a la matriz que filmase al fin la unión entre los compañeros de piso más longevos de la historia de la televisión. Esto mismo le pasó también a Disney cuando miles de internautas buscaron confirmar que la solitaria princesa de hielo que quería “dejarlo ir” era una lesbiana encubierta. Es decir, hay una demanda de consumidores para que esos productos infantiles aparentemente inocentes hagan avanzar la inclusión de la diversidad sexual aceptando lo que se proyecta, según ellos, de forma codificada.
Guerras identitarias de ida y vuelta: aunque a veces parece que la izquierda monopoliza estas guerras culturales, hay que recordar que la derecha también se moviliza con este tipo de asuntos. A pesar de que, como decíamos, Sesame Workshop se ha pasado medio siglo haciendo comunicados sobre la simple amistad de Epi y Blas, un reverendo de Carolina del Norte levantó la indignación de los feligreses estadounidenses en 1994 difundiendo que “Bert y Ernie son dos hombres adultos compartiendo casa y dormitorio. Comparten ropa y comida, cocinan juntos y tienen características descaradamente afeminadas”.
Qué es política: Barrio Sésamo representa un programa preescolar puro y familiar. Epi y Blas no pueden ser novios porque los niños, como los teleñecos, no piensan en términos de sexualidad. Pero este discurso es complicado de sostener cuando otro de los protagonistas marionetiles (no de Barrio Sésamo, pero sí de los Teleñecos) está envuelto en una relación romántica con una marioneta femenina (que, además, es de otra especie, ¿hablamos de bestialidad? ¿de relación interracial?). Más allá de esto, lo importante es que el espíritu con el que Jim Henson creó a sus populares personajes siempre tuvo mucho de subversivo. Sabemos que hubo episodios censurados por ser demasiado fuertes para los niños, que pese a que era su deseo las productoras no le permitieron hacer prosperar versiones adultas de sus marionetas para que no se asociasen con su popular show. También que, pese a todo, ideas antisistema, escenas de violencia y estilos de vida alternativos se han colado alguna que otra vez en este programa con cinco décadas de historia. Que dos de sus marionetas fuesen novios no sería nada fuera de lugar en el universo mapetíl, pero Sesame Workshop ha hablado: estos no son los gays que estáis buscando.
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