Si comes chocolate te salen más granos. La muralla china se ve desde el espacio. Durante tu adolescencia, si te afeitas prematuramente la barba te saldrá con mayor dureza. Podemos comer un alimento caído en el suelo si no ha pasado más de cinco minutos en contacto con la superficie. Sólo utilizamos el 10% de nuestro cerebro. Queen es un gran grupo. Bienvenidos al fantástico universo de los mitos populares, hechos contrastados, que en realidad son falsos.
Hemos vivido durante años rodeados de supuestas verdades que han regido, al menos de forma precisa, nuestro conocimiento sobre el mundo cercano y lejano. La mayor parte de ellos no resisten una investigación superficial, y en este post, inspirados por este fabuloso gráfico realizado por David McCandless, autor del espléndido libro Information Is Beautiful (blog/libro recopilación de datos de todo tipo presentados en gráficos muy majos), hemos tratado de desmontar algunos de ellos.
1. Los murciélagos son ciegos
Al contrario, los murciélagos tienen una visión estupenda. Como animales nocturnos, los mamíferos voladores más y menos (al mismo tiempo) adorables de la tierra han desarrollado un tipo de visión muy sofisticada basada en un biosonar a través del cual, utilizando ondas, comprenden el espacio a su alrededor. Sin embargo, tendemos a creer que no ven. Hasta el punto de que la selección de fútbol para ciegos de Argentina se autodenomina "Los Murciélagos".
2. La Gran Muralla China se ve desde el espacio
Pocos objetos creados por el ser humano son visibles desde el espacio exterior. Uno de ellos no es la Gran Muralla China, como machaconamente se nos ha repetido a toda una generación. Sí lo son, por ejemplo, los plásticos que cubren los cultivos de Almería. O la frontera entre Pakistán y la India, tan protegida y vigilada que se ilumina claramente por la noche a miles de kilómetros de altura. Al fin y al cabo, ¿cómo se va a ver una delgada muralla de apenas un puñado de metros de ancho?
3. El chocolate agrava tu acné
Uno de los muchos falsos hechos con el que miles de adolescentes hemos crecido traumatizados. En una de mis muchas visitas al dermatólogo, mi médico fue taxativo: "La alimentación no influye en el acné". De golpe y porrazo, un mundo de posibilidades se abrió ante mí. Pude tratarme mis incómodos granos al mismo tiempo que volver a comer chocolate, vedado desde hacía tiempo. Los motivos, como se apunta aquí, son otros. Entre ellos, hormonales. O de carencia de higiene.
4. No te bañes después de comer
Porque cortas la digestión. Pero no, de hecho no lo haces. Es un mito médico bastante extendido, que cuenta ya con casi tantas entradas en Google afirmándolo como desmintiéndolo. De entre los muchos artículos disponibles, nos quedamos con este publicado por Peter Milburn, de la Universidad de Griffith, en The Conversation. TL;DR: no, no te faltará sangre en los brazos porque se esté empleando en la digestión, y por tanto te ahogarás. Nos sobra sangre para hacer ambas cosas.
5. Los camaleones se camuflan cambiando de color
Pese a que la teoría parece plausible, no es cierta. Los camaleones utilizan diminutos ¡cristales! para cambiar el color de su piel en función de la ocasión, es cierto, pero no tiene que ver con la necesidad de escabullirse de sus depredadores. En realidad, cambian de color para regular su termostato interno (esencial en un animal de sangre fría) y... para comunicarse con otros camaleones. Para expresar sus emociones. Agresividad, disponibilidad sexual, expresión de su dominio, etc.
6. Einstein suspendía en matemáticas
Es ideal, porque implica que cualquier niño que suspende cualquier materia puede llegar a ser un genio. Y pese a que es posible que así sea, Einstein, posiblemente el físico más brillante del siglo XX, no sirve como ejemplo. Einstein, en realidad, era un alumno excelente en matemáticas. Como se explica aquí, el mito es fruto de una confusión: durante su niñez, su escuela invirtió el sistema de puntuación, de modo que un la nota más alta pasó a ser la más baja. En consecuencia, leer el expediente escolar de Einstein sin tener en cuenta este cambio, resulta en: "era malo en mates".
7. Si te afeitas, se endurece la barba
"No te afeites o la barba comenzará a salirte más". Cualquier hombre en su adolescencia ha sentido el terrible peso de la anterior frase caer sobre la aleatoria pelusa esparcida sobre su cara. Ahí se mantenía la falsa barba, un amago de virilidad no concretado y ridículo. Todo para no desarrollar una sombra facial demasiado madura para un niño de 13 años. Nada de eso: en realidad, afeitarse no hace que la barba nos salga más dura, o que nos salga más. Los pelos cortos son más duros y ásperos que los largos, pero su afeitado no los reproduce milagrosamente.
8. Hitler era en realidad judío
Hay varias teorías al respecto, pero están lejos de haber sentado cátedra en la materia. El hecho es: no sabemos si Hitler tenía ascendencia remota o cercana de origen judío, y no hay suficientes pruebas para afirmarlo de forma categórica. En 2010, un grupo de investigadores genéticos descubrieron que una treintena de sus familiares tenían un genoma poco común entre los europeos, pero muy común entre judíos y norteafricanos. Y eso, más o menos, es todo. Muy insuficiente.
9. Franco tenía sólo un testículo (como Hitler)
Nos encontramos, de nuevo, ante una teoría más o menos extendida a nivel mediático y popular que no tiene demasiadas pruebas que la respalden. Sus defensores argumentan: "Tampoco hay evidencias que muestren lo contrario". Pero la carga de la prueba corresponde a quien la afirma, de modo que es aventurado dar por hecho que Franco tenía un sólo testículo, perdido en 1916 en una batalla, tal y como afirma el historiador José María Zavala, basado en una fuente lejana.
De Hitler, por cierto, se cuenta la misma historia. Igualmente endeble.
10. Napoleón era muy bajito
Junto a los dos hombres anteriores, la santísima trinidad de tiranos de pequeña estatura. De Napoleón también se ha afirmado que sólo poseía un testículo, y el mito está bastante extendido. Pero sin duda, si hay un hecho sobre su persona comúnmente conocido es su baja estatura. Investigaciones recientes llevan la contraria: Napoleón medía en realidad 1,68. Vale, no es Shaquille O'Neal, pero era más que la media francesa de su tiempo. Podía deberse a un efecto óptico: al rodearse de su guardia imperial, robustos franceses, empequeñecía.
La otra parte del mito recurrente es que Napoleón compensaba su pequeña estatura con un carácter megalómano y todopoderoso. Tanto es así que da nombre a un complejo: el "complejo napoleónico".
11. Un rayo no cae dos veces en el mismo sitio
La NASA no recomienda poner a prueba la infalibilidad de la sabiduría popular. Si en algún momento sientes la tentación de situarte exactamente en el mismo lugar en el que acaba de caer un rayo, huye, borra esa idea de tu mente. Sí que lo hacen. Un estudio de dos investigadores de la Universidad de Arizona concluyó, tras observar más de 300 rayos durante el verano de 1997, que tendían a repetir el lugar de contacto con la tierra. En caso de duda, quédate en el coche. Eso sí es seguro.
12. Comida en el suelo: ok, antes de 5 segundos
Lo hablamos con más profundidad aquí. Si un trozo de alimento cae al suelo, da bastante igual cuánto tiempo esté en contacto con la superficie. Pueden ser cinco segundos o cinco minutos. El número de bacterias del que se habrá contagiado la pieza en cuestión no dependerá de su tiempo, sino del número de gérmenes que haya en la superficie. Bacterias que, por otro lado, están por todas partes y son muy difíciles de quitar de nuestras propias manos.
13. Ricky Martin y la mermelada
Cuántas veces se habrá contado la historia en los patios de los recreos, en los descansos laborales o en los bares nocturnos. Ricky Martin acude a Sorpresa, Sorpresa. Se esconde en el armario de una de sus admiradoras, con varias cámaras ocultas repartidas por el cuarto. Llega la adolescente en cuestión, se tumba en la cama, se unta mermelada en sus partes e invita a su perro para que se de un festín. ¿Maravilloso, verdad? Una lástima que no haya ningún vídeo que acredite tal momento. Porque es una leyenda urbana, pese a que todo el mundo afirme haberlo visto.
14. Shakespeare y Cervantes murieron el mismo día
No exactamente. El día 23 de abril se conmemora a nivel internacional el Día del Libro, homenajeando a los dos mayores genios de la literatura universal (el primero en inglés, el segundo en español). Se da la paradoja de que ninguno murió ese día. Cervantes lo hizo horas antes, durante el 22 de abril, aunque fue enterrado el 23 de 1616. Shakespeare sí murió el 23 de abril de 1616... pero sólo acorde al calendario juliano, aún vigente en Inglaterra en aquel momento. Según el calendario gregoriano, el actual y el que utilizaba España en 1616, murió el 3 de mayo de ese año.
15. Los gatos siempre caen de pie
¿Incluso si los tiramos desde el séptimo piso? No, los gatos no siempre caen de pie, es otra de las muchas creencias o supersticiones populares relacionadas con tan simpático animal. Los felinos favoritos de Internet sí son capaces de darse la vuelta y de rectificar su posición en plena caída, pero no significa que físicamente estén capacitados para hacerlo en todas las ocasiones. En caso de que queráis saber más sobre la materia, en Xataka Ciencia os lo contamos con más detalle.
16. El epitafio de Groucho Marx
"Disculpen que no me levante". Todos deseamos que sea así. Aunque en realidad su tumba es mucho más prosaica: fecha de nacimiento, fecha de fallecimiento, estrella de David y su nombre. Sin embargo, todos asumimos que reza tan brillante frase, acorde a su humor inmortal. Y en cierto modo, en este caso, está bien que así sea.
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