Ed Houben es donante de semen y tiene más de 100 hijos a sus 46 años. Niguno es de su mujer o de su pareja, tampoco fueron concebidos en un laboratorio, ni siquiera con una jeringuilla. Digamos que lo hace "a la vieja usanza". Incluso compartiendo el dormitorio con el futuro padre legal.
Pero su situación particular despierta preguntas fuera del morbo. La primera, dado que está fuera de los círculos de reproducción asistida habitual: ¿se gana la vida con ello? ¿Sería posible hacer algo parecido a lo de Houben en España?
¿Puede un donante tener 100 hijos?
Sería complicado. Houben es un caso único, que decidió cambiar la frialdad de las clínicas de reproducción asistida por la fecundación in situ. Y ni él ni nadie podría presumir de semejante legado genético en la mayor parte de los países que permiten la reproducción asistida. La ley española, por ejemplo, limita a seis el número de hijos que un donante de semen puede ofrecer:
Artículo 5.7
El número máximo autorizado de hijos nacidos en España que hubieran sido generados con gametos de un mismo donante no deberá ser superior a seis. A los efectos del mantenimiento efectivo de ese límite, los donantes deberán declarar en cada donación si han realizado otras previas, así como las condiciones de éstas, e indicar el momento y el centro en el que se hubieran realizado dichas donaciones.
La idea detrás de este límite es minimizar las posibilidades de endogamia entre los descendientes de los donantes. Y casi todos los países añaden restricciones similares. La del Reino Unido es una de las que más pueden acercar a un donante anónimo a la hazaña de Houben: sólo diez familias pueden recurrir a un donante concreto, pero esas familias pueden tener todos los hijos que deseen o puedan permitirse de dicho donante.
Lo que lleva a que, en Inglaterra, los 500 principales donantes hayan engendrado unos 6.000 hijos. El récord británico legal ronda los 20 hijos, muy lejos aún de Houben. Por lo menos, el holandés reparte por el mundo su descendencia: tiene al menos cuatro hijos en Alemania. Y su prole se extiende por España, Italia, Bélgica, Nueva Zelanda, Japón, Brasil y Australia, entre otros.
¿Y vivir de ello?
No. A pesar de que el holandés mantiene una apretada agenda y tiene reputación internacional, su trabajo oficial es "guía turístico" en Masstricht. Las leyes holandesas permiten la subrogación, aunque sea a la inversa de lo que conocemos como "vientres de alquiler", siempre que sea altruista. En España la cosa es un poco más complicada: la ley española no reconoce los contratos de subrogación -y, por tanto, todo el acuerdo-, a no ser que uno de los implicados sea ciudadano de un país donde sean legales. Es decir, Ed Houben puede hacerlo porque en su país es legal, pero "aunque sea rico en hijos, no lo soy en dinero".
Ser donante de laboratorio tampoco es una salida profesional. En España, el dinero que reciben los donantes "no puede suponer un incentivo económico", según esa ley que citábamos antes (se paga entre 30 y 50 euros cada donación). E, incluso en los países que permitan el incentivo, como Estados Unidos, vender el esperma no da para vivir. Una clínica de fertilidad estadounidense al azar usa como gancho "hasta 1.000 dólares al mes", algo menos de lo que podría cobrar un trabajador a jornada completa con el salario mínimo de ese país.
Así que ni Houben -cuyos espermogramas han arrojado durante años un recuento de espermatozoides altísimo, unas cinco veces por encima del límite fértil- ni nadie podría ganarse la vida como "padre de alquiler".
¿Es la persona con más hijos del mundo?
El de Houben no es el primer caso de un donante que engendra más de 100 hijos. De hecho, ni siquiera se acerca al doctor Bertold Wiesner, al que se le calculan entre 300 y 600 hijos como poco. ¿Cómo lo hizo? Mintiendo. Wiesner era el director de una de las primeras clínicas de reproducción asistida. Y también el encargado de conseguir las donaciones "de amigos". Hoy se cree que esos amigos eran inexistentes y que era el propio científico austríaco el donante único de su clínica.
Fuera de la subrogación, el caso más espectacular es el de Akuku Danger, un keniata al que se le atribuyen entre 210 y 415 hijos, dependiendo de la fuente... Fruto de sus 130 matrimonios (y 80 divorcios) durante sus 92 años de vida. También destaca Ziona, el cabecilla de la secta polígama Chana, en la India, casado con 39 mujeres y al que se la atribuían 94 hijos en 2011.
Si hablamos de mujeres, la cifra de la señora Vassilyev tiene más mérito: se le atribuyen (con cautela) unos 69 hijos, dado que todos sus partos fueron múltiples entre 1725 y 1765.
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