La inmensa mayoría de los japoneses tienen el pelo negro. Y los que no lo tengan así, son forzados a tenerlo. Así lo dicta una normativa de buena parte de los centros educativos de Japón, tanto públicos como privados, que buscan añadir uniformidad cromática a sus aulas. Los estudiantes no sólo tienen prohibido teñirse su cabello, sino que aquellos que lo tengan de otro color son forzados a teñirse del mismo color que tiene el resto de sus compañeros. Da igual que seas castaño o rubio natural. O al menos así lo era hasta hace dos días, después de que la Junta Metropolitana de Educación de Tokio, responsable de los centros públicos, haya dicho que va a estudiar derogar esta norma.
El encontronazo judicial: el revuelo tiene como origen la demanda de la familia de una estudiante de la ciudad de Habikino, en Osaka. La joven, con pelo marrón, denunció en 2017 por daños y perjuicios a su escuela, a la que acusó de humillarla por su inusual tono capilar, obligarle a teñirse cada cuatro o cinco días, en cuanto aparecían sus raíces naturales (lo cual le costaba dinero y le provocó daños en el cuero cabelludo) y expulsarla del aula en numerosas ocasiones, provocándole daños emocionales. Pide 2.2 millones de yenes (16.600 euros) y se cree que la sentencia le será favorable.
Su experiencia es la de muchos otros alumnos. A la madre de esta japonesa le dijeron en su colegio que exigirían lo mismo de alumnos extranjeros. Según un informe reciente, los institutos de Tokio han ordenado que se oscureciese su pelo a un 60% de alumnos con cabello claro. 90 de 170 institutos encuestados por el periódico Asahi pidieron a sus alumnos con pelo claro que llevasen fotografías de su infancia para demostrar la naturalidad de su tono. Hay también quién señala que esta obsesión por la preservación de la herencia genética japonesa está muy vinculada a su racismo y xenofobia.
El éxito que no es tal: todo esto ha llevado a la petición que podría haber propiciado el cambio. Casi 20.000 firmantes solicitaron a las escuelas municipales que quitasen esta norma. Pero ojo, ni siquiera piden que se deje de controlar el cabello, sino que se quite la obligatoriedad de que se tiñan los que tienen un color natural distinto al negro. El cabecilla de la petición afirma que entiende que “se aliente a los estudiantes a tener el pelo negro como señal de que los alumnos están dispuestos a adaptarse a la sociedad”, y cree que "los educadores pueden recomendarlo [que se tiñan] pensando en las perspectivas de empleo futuras de sus estudiantes". En el fondo no quieren derogar esta regla absurda, sólo limitar sus abusos, cosa que parece van a conseguir.
La obsesiva conformidad a la norma. Los reglamentos sobre uniformes escolares de la inmensa mayoría de centros de Japón son amplias, sumamente detalladas y estrictas (la longitud de las faldas debe tener unos centímetros concretos, sólo permiten algunos cortes de pelo, siempre tendrán que ser rectos, calcetines siempre del mismo color), pero esto no cambia demasiado al entrar en los entornos laborales, donde los códigos de vestuario y expresión personal, incluidos los capilares, limitan enormemente la variedad de estilos. Ya se dio un caso similar en Kobe, donde un supermercado forzó a una empleada a teñirse el pelo de negro, y perdió en los juzgados, muestra de que es una práctica muy extendida. Por eso muchos sospechan que los alumnos están deseando poder teñirse en su juventud, sabiendo que no podrán hacerlo en el futuro por la enorme presión social.