Parece que fue hace siglos cuando las tabletas de chocolate Nestlé Jungly nos alegraban las meriendas. Para quién no se acuerde (reciba el perdón por tal sacrilegio) era aquel dulce de chocolate, galleta y leche cubierto con un envoltorio rojo donde aparecían varios animales en la selva. Era el éxito entre los jóvenes... Hasta que Nestlé decidió retirarlo del mercado por motivos que aún hoy ignoramos. Ninguno de nosotros pudo volver a degustar aquel sabor que todavía nos hace la boca agua.
Entonces unos pocos, medio en broma medio en serio, empezaron a sugerir en redes lo fantástico que sería que este chocolate volviera a las tiendas, como si del mono de una droga muy adictiva se tratara. En 2017 un tuit hoy premonitorio planteaba: "Mi fantasía sexual es que vuelvan a comercializar Nestlé Jungly". Algunos citaban a la cuenta oficial de Nestlé en sus posts mientras otros mandaban mensajes privados directamente a la empresa. Difícilmente podían imaginar que esto terminaría teniendo cierto impacto.
Poco a poco, vimos cómo las redes se inundaban de miles de publicaciones pidiendo el regreso del héroe, e incluso algunos influencers viralizaron sus menciones sobre el producto. Poco a poco la cosa se hizo más seria: varias peticiones en la plataforma Change.org, en 2018, ya imploraban a Nestlé que trajera de nuevo a los supermercados aquel sabor de cuando éramos niños. "Rogamos encarecidamente la vuelta inminente de Nestlé Jungly, el chocolate que ha marcado la infancia de toda una generación", rezaba una petición. La cruzada por el dulce que nos habían arrebatado había empezado.
Hoy, como resultado, todo lo que pedíamos se ha hecho realidad: el chocolate Jungly vuelve para quedarse cinco años después.
Años de reclamaciones y peticiones han parecido surtir su efecto. Esta semana Nestlé anunciaba el regreso de Jungly a su fábrica en Penilla del Cayón (Cantabria). Ya fuera porque la marca haya escuchado y atendido a las reclamaciones de sus clientes o porque, con más probabilidad, haya descubierto la tendencia y haya decidido apuntarse un tanto entre las nuevas generaciones, lo cierto es que Jungly volverá a comercializarse. En su comunicado cuentan lo siguiente:
Hemos visto cómo han creado hasta un perfil propio de la tableta para pedir que vuelva, cómo han organizado recogidas de firmas e incluso que seguían guardando las fichas de animales que venían en las tabletas o regalos de merchandising a modo de colección. Además, han sido constantes para compartirlo directamente con nosotros a lo largo de estos años y hacernos llegar su mensaje: que realmente querían que volviésemos a apostar por Nestlé Jungly. Ahora era nuestro turno y hemos querido darles la mejor de las respuestas.
Las redes se han hecho eco de la noticia y la euforia, consecuente tras años de menciones y reivindicaciones, ha estallado. Tanto que Nestlé ha querido anunciarlo por todo lo alto. Antes de lanzar el producto de nuevo al mercado, ha puesto en marcha una subasta en eBay con el primer ejemplar del producto, hito ya histórico. En menos de un día tenía 102 pujas, siendo adquirido finalmente por más de 6.000€, dinero que supuestamente irá destinado a fines benéficos. ¿Quién ha sido el hombre que ha pagado esa cantidad? Pues no podía ser otro que Ibai Llanos, el youtuber e influencer de moda que bate récords en Twitch a diario.
Hay que destacar que Ibai llevaba tiempo pidiendo la vuelta del famoso chocolate. En 2019, escribió a la cuenta de Twitter de Nestlé: "Mirad la cara de esos pobres animales, mirad qué felices eran en la jungla. Pido la vuelta inmediata de este producto. Háganlo posible, por favor".
La nostalgia de cuando éramos niños
No es la primera vez que vemos que las empresas utilicen esa nostalgia escondida en la infancia de una generación para rentabilizar algún producto del pasad. Antes orientada a los boomers y Generación X y ahora apuntando directamente a los millennials, como es el caso de Jungly. Al final, darle una segunda vida a algo que ya pasó de moda es duplicar los beneficios. Lo hemos visto en los revivals de consolas retro que también marcaron una época, como la PlayStation o las famosas Atari. Incluso la vuelta del Nokia 3310, de inexplicable regreso hace algunos años.
También se respira cada año en el cine: en los remakes de títulos famosos o en cómo se han estirado sagas milenarias como Star Wars o Toy Story. Sólo hacía falta ver al padre de familia teniendo más ganas que sus hijos de ir a ver el estreno. Esto es, para las empresas, un ejercicio de rentabilidad imparable.
Y no iba a ser menos en el dulce. Ahora que el Jungly ha vuelto volvemos a tener la santísima trinidad del dulce en activo, junto al mítiquísimo Tigretón y las galletas Dinosaurio, con permiso claro está de la Pantera Rosa y los Phoskitos. Si las generaciones anteriores eran de pan con chocolate o de bocata de mortadela, los retoños de la transición y la generación millennial caímos rendidos a la bollería industrial. Daba igual que fuera un Bollycao o un Kinder Bueno, cualquier excusa era buena para patalear si lo que nos encontrábamos en la mesa era una pieza de fruta o un sandwich.
Y es que a lo largo de los años nos hemos dejado muchos dulces y snacks por el camino. Aquellos sabores que gritan "tarde de sábado con 13 años". Desde los Fritos con ketchup de Matutano (¿quién se acuerda ya de ellos?) o los Doritos Jamón a los chicles Boomer o los caramelos Chimo. Han marcado una época y por siempre quedarán en el recuerdo de nuestra generación aquellos niños esperando en la cola del kiosco con 100 pesetas en la mano para ver por qué dulce se decantaban. Había muchos para elegir y no era nada fácil. Quizás tendremos que inundar otra vez las redes para que las compañías tomen nota y se apiaden de nuevo del goloso que todos llevamos dentro.
Imagen: Nestlé
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