Los seres humanos viven cada vez más. Mucho más. La esperanza de vida no ha hecho más que crecer desde la Segunda Guerra Mundial, tanto a nivel global como segmentado por países. Es otra señal, una de tantas, de cómo el mundo es cada vez un mejor lugar para vivir (aunque en ocasiones, y especialmente en el mundo occidental, podamos creer lo contrario). Pero también, de cómo los avances médicos han mejorado nuestra vida.
En ningún otro parámetro se manifiesta esto de forma tan evidente como en la esperanza de vida. Y España, de forma individual, es un buen ejemplo de ello. Hace menos de tres décadas su esperanza de vida nacional estaba en 77 años. Hoy se sitúa a la cabeza de Europa con una esperanza de vida al nacer de 83 años. Un hito histórico.
España campeona en esperanza de vida al nacer con 83,3 años!!! (media 2012-14). En 1990 era 77 años v @OECD_Social pic.twitter.com/i0q2UgM5j7
— Clara I. Gonzalez (@GlezClarisa) 23 de noviembre de 2016
No siempre fue así. Durante décadas, España estuvo por debajo de otros países de su entorno en esperanza de vida. Especialmente a principios del siglo XX, cuando las condiciones de vida en el país ibérico no se asemejaban a las de naciones más desarrolladas a nivel económico como Reino Unido o Francia. A partir de los sesenta, la dinámica cambió: España y otros países del sur de Europa cerraron la brecha. Hoy, junto a Italia, lidera el continente.
En este gráfico de Our World in Data, realizado por Max Roser, se puede comparar la situación de España frente a Reino Unido históricamente.
Con Alemania y otros países sucede de forma similar: a partir de los setenta, España se coloca por encima.
¿Por qué ha sucedido esto? España, Portugal, Italia o Grecia cuentan con parámetros económicos inferiores a los de otros países europeos, más septentrionales, pero les baten en esperanza de vida. Una posible explicación se basa en la dieta mediterránea: igualados en mortalidad infantil gracias a la medicina moderna, la gastronomía más saludable del sur habría propulsado sus largas vidas. Otra, para España, es el excelente sistema sanitario.
Sea como fuere, su gráfica es una historia de éxito. Pero aún hay otra más impresionante.
La clave global: los países en vías de desarrollo
Pese a su constancia, la evolución tanto en España como a nivel global no deja de ser sorprendente. Desde mediados del siglo XX, el mundo, de media, ha experimentado una mejora notable de las condiciones de vida. En la siguiente gráfica se puede observar la evolución de la esperanza de vida desde 1960: justo después de esa década, se produce un salto notable, personificado en el progreso alcanzado por diversos países, especialmente en Asia.
Más tarde, se sumarían los países africanos. Para el continente, el gran salto se produce en las décadas recientes, cuando la mejora económica en países como Nigeria, aún muy atrasados pero sustancialmente más desarrollados que cuando lograron su independencia después de los sesenta, ha mejorado las condiciones de vida de millones de personas.
En países como la India o China, los dos más poblados del planeta y los que acumulan mayores bolsas de pobreza, la esperanza de vida se ha disparado durante las últimas décadas. La capacidad de ambos de erradicar el abrumador número de pobres, de mejorar sus estructuras sanitarias y de reducir las tasas de mortalidad infantil ha permitido que, de forma progresiva, su esperanza de vida aumente. Sigue estando por debajo de los estándares europeos, pero como esta gráfica muestra, va en claro aumento.
La esperanza de vida no es algo estático, en todo caso. Como el ejemplo de Estados Unidos muestra, claramente al margen de las tendencias en el resto del mundo desarrollado, puede ir a peor. Pero quizá el caso más paradigmático de ello sea Japón, cuya esperanza de vida cayó a niveles del tercer mundo durante la Segunda Guerra Mundial, tras la derrota. Posteriormente se recuperó. Y hoy es la más alta de mundo.
