Tras dos décadas de campañas preventivas, regulaciones y agresivas políticas fiscales, España está fumando menos que nunca. Lo ilustran los datos de 2020, inevitablemente marcados por la epidemia: la venta de cigarrillos se desplomó un 8% respecto a 2019. En total, se comercializaron poco más de 2.000 millones de cajetillas, un mínimo histórico que ahonda en la larga decadencia del tabaco en las sociedades occidentales. Pero uno que tiene una contrapartida dura: la caída de la recaudación.
Uno por otro. Los ingresos fiscales del estado por la venta de cajetillas cayeron en torno a los 620 millones de euros. Podemos encontrar explicaciones variadas, aunque la más evidente pasa por la paralización del turismo. España ha pasado de las 80 millones de visitas anuales en 2019 a las poco más de 20 millones en 2020. El peso de la industria en el PIB nacional ha pasado del 12% al 4%, en gran medida, por el consumo asociado a los turistas. Un turismo que incluye bastante tabaco.
El contexto. En el camino, la recaudación fiscal atribuible a las cajetillas y otros productos relacionados con el tabaco ha marcado un hito histórico. A la baja. El estado percibirá en torno a los €7.500 millones de euros vía impuestos especiales e IVA, una cifra sólo comparable a lo recaudado a mediados de los '00, cuando el volumen de fumadores era mayor pero la carga impositiva sobre el tabaco (muchísimo) menor. Este gráfico de Cinco Días es ilustrativo de lo que ha sucedido desde entonces.
A la ley anti-tabaco le siguieron impuestos cada vez más onerosos sobre el tabaco. Esto provocó un fenómeno paradójico: pese a que el número de fumadores caía, traducido en un menor volumen de ventas de cajetillas; la recaudación se disparó, fruto de una mayor exigencia impositiva. En 2008, España vendía 4.500 millones de cigarrillos, ingresando €9.200 millones; en 2015, las ventas habían caído a la mitad (2.325 millones), pero la recaudación se mantenía en los mismos niveles (€9.100 millones).
No podía durar. El estado se topó así con un raro ejemplo de medida win-win: el volumen de fumadores se estaba desplomando sin que la recaudación se resintiera. Este proceso ha llegado a su fin. Las previsiones más optimistas para 2021 estiman una recaudación por encima de los €6.700 millones (sin IVA). En el mejor de los casos, igualando la de este año, seguiría unos €2.000 millones por debajo de hace un lustro. España se toparía así con la lógica conclusión de su política emprendida hace dos décadas: subir los impuestos para que los fumadores bajen.
Tanto que la recaudación lo haga con ellos.
Vacas flacas. Todo ello en un contexto de severas restricciones presupuestarias. El tabaco es sólo una de las muchas patas que han hundido la recaudación fruto de la epidemia. Hacienda ha recaudado en torno a los €164.000 millones a lo largo de 2020, €48.000 millones menos respecto al curso anterior. Se trata de la cifra más baja desde el comienzo de la década, si bien ligeramente superior a la prevista por el gobierno (hasta el punto de que Nadia Calviña, ministra de Economía, ha rebajado la emisión de deuda pública a los €299.000 millones, un 6% más que en 2019).
Otros ejemplos. El tabaco no es el único impuesto trade-off (ganar por un lado, perder por otro) que ha caído a causa del coronavirus. El otro ejemplo paradigmático es el de matriculaciones. Los españoles también han comprado menos coches de lo que acostumbran este 2020, generando una recaudación de €379 millones, un 39% menos respecto al ejercicio anterior (€616 millones). Es una tónica que seguramente se sostenga durante este semestre (en enero las matriculaciones caían un 51% interanual). Todo ello en un contexto de crisis y presupuestos ajustados.
Externalidades. Hay un lado positivo evidente a este proceso. Una sociedad menos fumadora es una sociedad más sana. Y marginalmente más rica. El tabaco sigue causando 60.000 muertes anuales (un balance no muy lejano al de los fallecidos a causa de la pandemia), con un coste asociado en términos de tratamientos médicos y hospitalarios... De unos €6.000 millones. Más allá de lo estimativo de la cifra, hay una lectura evidente: todo lo que perdemos en impuestos a causa de la decadencia del tabaco... Lo estamos dejando de gastar en ingresos hospitalarios por sus consecuencias.
Hasta el punto de que España se está gastando unos €8 millones de euros anuales en tratamientos para que los fumadores abandonen su hábito. Salen baratos.
Imagen: Mauro Lima/Unsplash