España ya ha vacunado a más gente que Reino Unido o Estados Unidos. La clave: no hay escépticos

Lo que parecía imposible hace apenas unos meses se ha hecho hoy realidad. O más bien, este fin de semana. España ha superado a Reino Unido y Estados Unidos en porcentaje de población vacunada con la pauta completa. Era algo improbable, cuando no impensable, en febrero, un tiempo en el que el suministro de vacunas para la Unión Europea había quedado en el aire gracias, en no poca medida, al nacionalismo epidemiológico de los países anglosajones. Son tiempos pasados.

Los números. A las puertas de agosto, el mes crítico para alcanzar el 70% de la población vacunada fijado por el gobierno, España ha administrado 55 millones de dosis y ha inmunizado completamente a 25 millones de personas, en torno al 55% de su población. Entre los inmunizados se cuenta casi el 100% de las vulnerables y de los mayores de 70 años. Reino Unido (54%), Alemania (48%), Estados Unidos (48%), Italia (47%) o la UE (46%) quedan ya por debajo.

El contraste es especialmente llamativo con EEUU y Reino Unido, con mucha ventaja desde principios de año. También con Israel, estancada entre el 56% alcanzado en abril y el 61% actual.

La clave. ¿Qué ha sucedido? Dejando a un lado la eficiencia del sistema sanitario español en la administración de la vacuna, dirigida a través de la Atención Primaria (en agudo contraste con su capacidad de respuesta hospitalaria frente a una epidemia, como vimos el año pasado), la clave reside en el no-escepticismo. Estados Unidos, ya lo vimos, vacunó muy rápidamente a las personas que querían vacunarse. Ahora se ha topado con un 30% que tiene más dudas o que es abiertamente hostil.

A Israel le ha sucedido algo similar.

La evolución. Merece la pena echar un vistazo a las diversas encuestas producidas entre el verano pasado y el actual. En julio de 2020 sólo un 32% de los españoles manifestaba su interés en vacunarse lo antes posible. En septiembre, en el primer sondeo elaborado por el CIS sobre este asunto, el porcentaje se elevaba al 44%, aún bajo (un 40% mostraba reticencias). En noviembre, Ipsos disparaba la cifra al 64%, pero seguía siendo preocupante hasta el punto de plantear el debate de la obligatoriedad.

Pero a partir de diciembre todo cambió. Una vez la vacuna comenzó a distribuirse la percepción pública de los españoles se decantó en su favor. En enero el barómetro del CIS subía el porcentaje al 72% y en abril, al 82%. A partir de entonces se hizo más fácil contar a los escépticos antes que a los predispuestos a inmunizarse. Del 6% registrado en abril pasamos al 4% de principios de junio o al 1% del último CIS de mayo. Porcentajes residuales en comparación con el 12% reticente de la media europea.

Predispuestos. ¿A qué se debe? Sabíamos antes incluso de al epidemia que España tendría más fácil vacunar a su población que Francia o Italia, donde el movimiento anti-vacunas es muy potente y donde hay grandes bolsas de población adulta e infantil no vacunada contra enfermedades que creíamos erradicadas, como el sarampión. Pero también sabíamos que España, en general, no era demasiado buena vacunando contra la gripe. La urgencia del coronavirus ha acelerado nuestros tiempos.

Confiando. Este interesante reportaje de El Diario arroja algo de luz sobre los motivos culturales y casi psicológicos que ha permitido España vacunar más rápidamente que otros países de su entorno. "En lo sanitario, los españoles, en general los mediterráneos, seguimos siendo muy tradicionales", explicaba Juan Ayllón, responsable del área de Salud Pública de la Universidad de Burgos. Frente a la mayor "autonomía del paciente" de Francia o EEUU, los españoles nos fiamos de nuestro médico.

Le seguimos hasta donde haga falta. El sistema sanitario español tiene un carácter paternalista y al mismo tiempo cercano, similar al británico. De ahí que casi siempre salga bien valorado en las encuestas. El médico de cabecera es una fuerza viva, una institución social. Cuando dijo "hay que vacunarse", las dudas que pudieran tener muchos españoles se disiparon.

Los riesgos. La campaña de vacunación ha funcionado pero no ha terminado. La "quinta ola" de este verano es el mejor ejemplo tanto para lo malo (miles y miles de personas contagiadas) como para lo bueno (sube la IA pero no los fallecidos o las hospitalizaciones graves al nivel de olas pasadas). Un dato es elocuente del éxito al que nos aproximamos a corto plazo: sólo el 5% de los contagiados en el último mes tenía la pauta completa. Como para no creer en la efectividad de la vacuna.

Imagen: GTRES

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