Esperanza Aguirre en todo su esplendor en siete actos

Esperanza Aguirre acaba de anunciar que no se presentará de nuevo a la presidencia del Partido Popular de Madrid. ¿Es el fin de su carrera política, de sus aspiraciones en el gran teatro mediático nacional? Posiblemente. Aunque es complicado adivinar ocaso definitivo a uno de los animales políticos más relevantes de las dos últimas décadas, la derrota en las municipales de mayo sugiere que, esta vez sí, Aguirre está en fuera de juego. Y qué mejor momento para repasar su carrera.

En siete actos, en concreto. Siete momentos que han sido claves no sólo en su carrera política, sino en el devenir de la España del siglo XXI. Aguirre, como personaje de gran escala, resulta fascinante: se ha labrado una personalidad arrogante y poderosa, siempre temida allí donde pisa, pero ha perdido las grandes batallas que ha tratado de plantear en la arena nacional. Pese a todo, su carrera es amplia y repleta de momentos clave. Aquí van unos cuantos.

1. El paso al Partido Popular

Tras una breve carrera como técnica de Información y Turismo en distintos departamentos públicos, Esperanza Aguirre da el salto a la política de la mano de Unión Liberal. En 1983, durante las segundas elecciones municipales de la historia, Aguirre forma parte de Coalición Popular, la suma de varios partidos de centro y conservadores impulsada desde Alianza Popular con miras a las elecciones generales de 1986. Es entonces cuando obtiene su primer acta de concejal.

Aguirre accede al gobierno del ayuntamiento cuando, junto a CDS, el PP desbanca al PSOE con una moción de censura presentada en 1989. Desde entonces, no abandonaría el poder hasta más de dós décadas después

UL posteriormente se integraría en el Partido Liberal de Enrique Larroque. Cuando en 1987, después del fracaso de Coalición Popular en las generales, el PL decide continuar su camino lejos de AP (la derecha española en los '80 es un sinfín de luchas intestinas), Aguirre abandona la militancia y pasa a formar parte de AP, poco después renombrado como Partido Popular. Aguirre accede al gobierno del ayuntamiento cuando, junto a CDS, el PP desbanca al PSOE con una moción de censura presentada en 1989. Desde entonces, no abandonaría el poder hasta más de dós décadas después.

2. El salto nacional: del Senado al Ministerio

Tras casi una década trabajando como concejala en el Ayuntamiento de Madrid, Esperanza Aguirre daría al salto nacional de la mano de la generación de políticos conservadores que acompañaron a José María Aznar en su victoria de 1996 sobre Felipe González. Aguirre, bien conectada gracias a su trabajo en Madrid, pronto lograría un puesto como senadora, y más tarde, aún en la primera legislatura de Aznar, se convertiría en la primera mujer presidenta del Senado de la historia.

Al frente del Senado, Aguirre lograría más notoriedad mediática. Con anterioridad, se había dado a conocer como ministra de Educación entre 1996 y 1999. Nunca formó parte del segundo gobierno de Aznar, más duro, y siempre cultivó una imagen amable, simpática e incluso ligeramente ingenua en los medios, especialmente en sus frecuentes apariciones en Caiga Quien Caiga. Cuando deja el Senado en 2002 su historia personal estaba a punto de cambiar.

3. El Tamayazo

La historia de Esperanza Aguirre durante la primera década y media del siglo XXI es la historia de una, a priori, imprevisible reconversión. Tras haber formado parte de la cara menos dura del gobierno de José María Aznar, Aguirre se presentaba a las elecciones de 2003 como cabeza de lista del PP en la Comunidad de Madrid. Ganó las elecciones pero no consiguió la mayoría absoluta. PSOE y IU sumaban juntos los escaños suficientes para asegurar una mayoría de izquierdas en Madrid.

Esperanza Aguirre en mayo de 2011.

Sucedió entonces, en el día en el que los diputados debían elegir a la presidenta de la Asamblea de Madrid, que Eduardo Tamayo y María Teresa Sáez, ambos socialistas, no se presentaron a la votación. El PP controló la Asamblea y, más importante aún, aseguró que la mayoría de izquierdas se desvaneciera. Nadie pudo formar gobierno, se repitieron las elecciones en otoño y el PP, ahora sí, arrasó en Madrid. El inicio del dominio de Aguirre en la vida política madrileña.

4. El Congreso de Valencia

Las elecciones generales de 2008 pusieron de manifiesto que la estrategia de oposición del Partido Popular durante la primera legislatura de Zapatero había sido errónea. Una vez más en la oposición y sin posbilidad de formar gobierno, el PP debía decantarse o bien por una línea continuista con Mariano Rajoy al frente o bien por nuevas propuestas. Pese a que finalmente Rajoy salió elegido gracias fundamentalmente al PP de Valencia, llegó muy debilitado y su camino fue amargo.

Aguirre y Rajoy en 2010.

Y en esa amargura contribuyó como ningún otro barón territorial Esperanza Aguirre. Rajoy, que trataba de dejar atrás la alargada sombra de José María Aznar (después de Valencia grandes pesos pesados del partido como Acebes o Zaplana desaparecerían de la primera línea política), encontró en Aguirre su principal opositora, árida, seca e incluso tentada de presentar su candidatura. No lo hizo, y pese a hacer pública su crítica a Rajoy, perdió la oportunidad de tomar el partido. Para siempre.

5. La primera retirada de la política

Las elecciones de noviembre de 2011 habían dejado un panorama muy favorable para los intereses de Mariano Rajoy. Abiertamente divorciado de Aguirre a nivel político desde el Congreso de Valencia de 2008, Rajoy contaba ahora con una mayoría absoluta superior a la que gozó José María Aznar en su día y con el partido a su entera y total disposición, suprimidos poco a poco todos los enemigos que tenía en el horizonte en la dura resaca electoral de 2008. Aguirre, sin embargo, sobrevivía.

Pero duraría poco. Orgánicamente había perdido poder e influencia. Las elecciones generales le habían hecho daño. Mantenía Madrid, pero estaba muy lejos del partido central. Sumado a motivos personales y a la recuperación del cáncer que había sufrido en 2011, Esperanza Aguirre desveló la bomba en septiembre de 2012, al inicio del nuevo curso político: dimitía como presidenta de la Comunidad de Madrid (le sucedería Ignacio González) y se retiraría por un tiempo de la vida política.

6. Y su primer regreso

Los motivos de la retirada de Esperanza Aguirre "de la primera línea política", no de la política, como ella siempre se afanó en recordar, nunca estuvieron del todo claros, pero el desarrollo posterior de los acontecimientos tanto en el Ayuntamiento como en la Comunidad de Madrid dan varias pistas de lo sucedido. No sólo por los numerosos escándalos de corrupción que se continuaron destapando bajo la presidencia de González, sino también por la deficiente gestión de Botella en la Puerta del Sol.

Madrid se encaminaba a la ruina, del mismo modo que el PP de Madrid, y, dos años después de su retirada provisional de la política, sólo una mujer podía hacer frente al desastre: Esperanza Aguirre, la misma mujer que en 2011 había obtenido su tercera mayoría absoluta en la asamblea. "Estoy a disposición del partido para aquello que puedan pensar que pueda ser de utilidad", expresó. Y se presentó al Ayuntamiento de Madrid. Rajoy no se opuso y Aguirre luchó su última batalla política.

7. ¿La amarga derrota final?

Doce años después de su primera victoria en Madrid, Esperanza Aguirre perdía. Ahora Madrid, una plataforma de partidos, asociaciones y ciudadanos liderada por Manuela Carmena, una antigua jueza de marcado tinte social y progresista, le había desbancado gracias a una alianza con el Partido Socialista de Madrid. Sucedió el sábado pasado. La campaña electoral municipal de 2015 ha sido la última gran escenificación de Aguirre en la política nacional. Su canto de cisne.

O eso creemos, porque Aguirre ha anunciado que no va a tratar de revalidar su puesto como presidenta del PP madrileño, pero no ha avanzado ningún otro movimiento ni ha renunciado a su acta de concejal. Sigue viva. Y pese a errores políticos que han denotado su nerviosismo ante la posibilidad de perder Madrid, viva en su caso significa activa. Quizá este no sea el último acto de su carrera política, pero si lo es, habrá puesto un broche amargo a una carrera histórica.

Imagen | PP Madrid

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