- Vale, estoy apuntando. En la parte interna. Vale, en los calzoncillos grises, ¿sí?
- Azules, pero no me acuerdo bien, mejor pregúntale a él.
Y así es como se hizo el daño.
Alexéi Navalni, el famoso opositor ruso que sufrió un envenenamiento con una sustancia tóxica vinculada al Kremlin en agosto de este año en visitas a ciudades en las que había elecciones próximas, dice haber dado con la clave de su caso, que sigue sin resolverse. Afirma haber engañado a sus presuntos perseguidores, en concreto a uno de ellos, Konstantín Kudryavtsev, que pica el anzuelo y canta durante 45 minutos que dan gusto, destripando la operación y admitiendo que salió mal dado que el político sigue vivo. El objetivo era liquidarle.
De ser todo esto cierto, imposibilitaría de todo modo que Putin sostuviese sus actuales tesis, a saber, que Navalni no es más que un agente desestabilizador financiado por Estados Unidos, que, aunque sí estaba recibiendo un seguimiento por parte de las fuerzas del Servicio de Seguridad Federal (FSB, heredero del KGB), sus planes nunca fueron asesinarlo, y que, de hecho, la prueba evidente de que el plan no era matarlo es que se recuperó de ese envenenamiento que nada tiene que ver con el Gobierno.
Se trata de una investigación supervisada por Bellingcat, un equipo periodístico encargado años atrás de desvelar la trama gubernamental detrás del intento de envenenamiento del agente doble Sergei Skripal. Bellingcat ha hecho accesible al público todos los archivos del caso y han colaborado en el esclarecimiento del asunto con CNN, El País, Der Spiegel y otros prestigiosos medios (aunque El País matiza la credibilidad del asunto en su pieza propia). Para Putin la supuesta investigación periodística es, naturalmente, obra de Washington, y posiblemente también del "megalómano deseo" de Alemania de influir en el escenario internacional. De los opositores, Navalni es el más querido por Occidente.
Al habla el ayudante de un jefazo: dime todo lo que sepas
Bellingcat publica que el mismo Navalni se hizo pasar por “Maxim Ustinov”, un asesor de un alto cargo del Consejo de Seguridad, y llamó a dos de los sospechosos de formar parte del operativo de su presunta liquidación. Enmascaró su IP telefónica para que pareciese que estaba hablando desde una sede del FBS. El primer agente le colgó diciendo “sé quién eres”, pero en la grabación vemos que el segundo, Kudryavtsev, no se ha dado cuenta del engaño, da por buena la petición de “Maxim” de que le cuente todos los detalles de la misión para la elaboración de un supuesto informe.
Confirma que el equipo asignado vigilaba al sospechoso desde hacía tres años, que su brigada operaba en pequeñas células que jugaban al despiste con el opositor y que sus miembros no conocían siempre todos los detalles de la misión para protegerse en caso de desenmascaramiento. Que había varios miembros expertos en guerra química, que se colaron en su habitación de hotel mientras él se daba un baño y que impregnaron de la sustancia tóxica sus calzoncillos. El extracto del principio del artículo es un fragmento de la conversación en el que el embaucador da una pista falsa para ver si el agente pica o no, pero en apariencia no es así, señala el color correcto de la indumentaria haciendo su declaración aún más creíble.
También que el plan era asesinarle, y que si no llega a ser por la iniciativa del piloto del avión comercial en el que viajaba de aterrizar en el aeropuerto más cercano en lugar de llegar hasta Moscú, a tres horas, habría muerto. Kudryavtsev explica cómo a posteriori llegaron a borrar sus huellas de la ropa del político en su estancia en Omsk y en Alemania, donde fue rápidamente trasladado. Da incluso nombres de sus compañeros y de los comandantes de la operación.
No hace falta entender ruso pic.twitter.com/Y8k4sclyPm
— Javi Cuesta (@Jglez360) December 21, 2020
El vídeo de la grabación telefónica es casi tan escandaloso como la propia primicial, con Navalni y dos colegas riéndose de la inutilidad del agente. Se trata de un evento delirante, el tipo de situación que, si vemos en una película, consideramos que tendría que ser una comedia.
¿Y ahora qué?
La investigación de Bellingcat no es todo lo definitiva que a algunos les gustaría que fuese. Como reflejan en RT, el medio pro-ruso y propagandista, Navalni lleva años hablando de intentos de envenenamiento, y para el golpe sufrido en agosto ha mantenido al menos tres versiones distintas (el veneno estuvo en el té, en una botella de agua y, finalmente, en la ropa interior).
Ahora bien, no hace falta tampoco repasar el historial de situaciones desafortunadas con químicos que han sufrido en la última década ex trabajadores del Kremlin y entes dañinos para el actual gobierno ruso. En el caso de Navalni varios servicios de inteligencia occidentales, con Alemania a la cabeza, han dado por bueno que el origen de la intoxicación que llevó al borde de la muerte al opositor provenía del instituto estatal de Investigación Científica en Química Orgánica y Tecnología ruso.
Lo que es más, la UE coordinó en octubre unas sanciones económicas y políticas contra varios miembros del círculo más cercano de Putin, a las que después se sumaría Reino Unido. Ha sido justo ahora, después del reportaje de investigación antirruso, que Moscú ha reaccionado de forma simétrica imponiendo sanciones a representantes de la UE. La versión oficial de los servicios de seguridad rusos es tanto que la conversación ha sido falsa como que habría sido imposible engañar a sus propios agentes "sin el apoyo organizativo y técnico de los servicios especiales extranjeros".