¿Podrían depender tus probabilidades de obtener una línea de crédito de tus opiniones políticas y de las opiniones políticas de tu entorno cercano? La idea parece extravagante, pero no hay frontera remota para el gobierno de China a la hora de expandir el control y la vigilancia sobre sus ciudadanos. Al parecer, el régimen podría estar incluyendo variables personales y políticas en el credit score de sus ciudadanos a través de nuevas aplicaciones desarrolladas por algunos de los gigantes tecnológicos más importantes del país. Veamos qué es lo que sabemos.
Credit score social y público: aparece Alibaba
Primero: el credit score de un ciudadano, tanto en China como en otros países occidentales, es su, digamos, nivel de certidumbre bancaria. Cuando una entidad desea emitir un crédito o un préstamo a un ciudadano cualquiera, tiene a su disposición un largo listado de movimientos bancarios y otros parámetros para saber a qué riesgo se enfrenta. En pocas palabras, los bancos desean saber qué probabilidades tienes de devolver el dinero que te están dejando. El credit score se lo cuenta. No siempre es público: en España es interno, pero los bancos lo utilizan de igual modo.
Hasta ahora, la única entidad que medía el credit score de los ciudadanos chinos era el Centro de Referencia del Crédito (CRC) del Banco Popular de China, el más importante del país. Eso ha cambiado en 2015. En enero supimos que el gobierno trabajaba con al menos dos de las empresas tecnológicas más relevantes de China, Alibaba y Tencent, en el desarrollo de un nuevo sistema para medir la fiabilidad crediticia de sus ciudadanos. Su principal ventaja, en comparación al anterior, sería su capacidad para rastrear los movimientos económicos de aquellos alejados del sistema bancario.
Sesame Credit Management pretendía, a priori, reactivar el flujo de crédito a las pequeñas empresas y actores al margen del sistema bancario, a través de información obtenida en las redes
Que en tiempos de Internet, son cada vez más. Especialmente a la hora de realizar compras en el infinito fondo de armario de Alibaba, por ejemplo. Según se explicaba en el Financial Times, Sesame Credit Management, el nombre del proyecto, serviría para reactivar el flujo de crédito tanto hacia las compañías y empresas más pequeñas como a los ciudadanos de menor actividad económica. Sería un modo sencillo de medir su credit score a través no sólo de su situación financiera, sino también de otras variables personales derivadas de su actividad en la red (como las compras digitales).
Sesame Credit ponderaría todos sus parámetros, los volcaría en su base de datos y los subiría a la red. A partir de ahí, cada chino tendría la posibilidad de descargar una app en la que podría contemplar, en forma numérica, cuál sería su puntuación. En junio supimos algo más del proyecto: Sesame Credit contaría también con tus amistades, actividades de ocio y estilos de vida (nuestros equivalentes a Amazon, Facebook o Twitter) a la hora de medir tu nuevo y más social credit score, en aras de permitir a las entidades bancarias tener un cuadro más completo de su grado de vulnerabilidad en el momento de ofrecerte un crédito.
La puntuación de los usuarios oscilaría entre los 350 puntos, indicadores de un alto riesgo para el banco de turno dispuesto a prestarte dinero, y los 950, idóneos. En el proceso, Alibaba te ofrecería recompensas y premios cuanto más alto fuera tu credit score. Hasta aquí, todo relativamente normal.
Una herramienta de control político perfecta
Relativamente, claro, porque el proyecto ofrecía tanto al gobierno chino como a las grandes empresas tecnológicas y a los bancos una herramienta que profundizaba más allá de la mera fiabilidad económica de los deudores: pasaba del cuánto estabas gastando al en qué lo estabas gastando. Antes del lanzamiento del Social Credit Score, algunos medios comenzaban a señalar lo obvio: Sesame Credit no era sino una herramienta perfecta para mejorar la vigilancia del gobierno chino sobre sus ciudadanos, para monitorizar no sólo su crédito, sino también todo lo demás.
China no pretendía medir el estado económico de sus ciudadanos: quería medirles a ellos mismos.
Esta semana, tanto Private Internet Access como American Civil Liberties Union (organización sin ánimo de lucro dedicada a defender diversas libertades civiles en Estados Unidos) han profundizado en Sesame Credit, poco después de haber sido puesto en funcionamiento por el gobierno de China este verano. Según parece, el sistema de momento es opcional, pero será obligatorio a partir de 2020. A pesar de ello, son cientos de miles los ciudadanos chinos que ya se han dado de alta, subiendo muchos de ellos sus puntuaciones a Weibo, el Twitter chino.
A la hora de acceder a un crédito, ya no contará sólo su financión financiera, sino también sus preferencias políticas. Es una excelente herramienta de autocensura para el gobierno
Al margen de la capacidad de devolver los pagos de los ciudadanos, Sesame Credit determinará la puntuación personal de los chinos basándose en aspectos marginales a sus finanzas. Por ejemplo, si alguien emite una opinión contraria a la versión oficial del gobierno en algún foro público (como criticar la actuación del régimen en Tiananmen), su puntuación se reducirá. Si difunde noticias sin la autorización del gobierno, sucederá lo mismo. Y lo que es peor: su credit score también quedará determinado por el credit score de sus amigos o familiares cercanos.
De modo que a la hora de acceder a un crédito, y por tanto de realizar una vida más o menos normal, los chinos tendrán que reprimir de forma automática sus preferencias políticas o sus opiniones político-sociales para con su entorno. La publicidad de sus puntuaciones y el hecho de que estén ligadas a las de su entorno cercano pueden crear un estado de presión social inmediato. Si un ciudadano observa que la puntuación de un amigo suyo es baja y está afectando a la suya propia, tendrá el incentivo de tratar de reprimir su comportamiento subversivo. Porque le perjudica.
Qué objetos se compran también juegan un papel relevante. ¿Videojuegos? Recorte a la baja de tu puntuación. ¿Bienes de consumo convencionales? Al alza. El gobierno tiene una herramienta, además, para modificar el mercado a su antojo. De forma paralela, se incluyen beneficios que poco tienen que ver con cuestiones financieras. Por encima de los 700 puntos, al parecer, se obtiene un visado para viajar a Singapur. Por encima de los 750, uno más perfeccionado y útil.
En Occidente no estamos tan lejos
Al margen del nuevo sistema de medición del credit score, ningún gran medio ha recogido de momento las acusaciones de Private Internet Access y ACLU. Conviene ponerlas en cuarentena, aunque haya motivos más que fundados para creer que el gobierno chino no tiene reparos a la hora de implantar un sistema así. Los ejemplos son múltiples: desde el cierre masivo de medios no afines al régimen, hasta el reconocimiento de un circuito de cárceles no oficiales por parte del gobierno, pasando por la detención de cualquier culpable cercano o remoto de cualquier catástrofe.
Hay algún motivo más para creer que Sesame Credit y las terribles consecuencias político-sociales que implica son una realidad certera. El año pasado, China Copyright and Media, una publicación editada por Rogier Creemers (investigador de la Universidad de Oxford especializado en regulación digital en el gigante asiático), publicaba el borrador de la ley del Social Credit System (2014-2020) que establecía las líneas generales del funcionamiento de Sesame Credit. ¿Y qué decía?
Un sistema de crédito social es un componente importante de la economía de mercado socialista y del sistema de gobierno social. Se fundamenta en leyes, regulaciones, estándares y cartas, y está basado en una cobertura digital completa del registro crediticio de los miembros de la sociedad y de la infraestructura crediticia (...) sus requerimientos inherentes son los de establecer la idea de una cultura de la sinceridad, fomentando la sinceridad y los valores tradicionales, utilizando incentivos para mantener la confianza y las restricciones para romper la confianza (...) y su objetivo es crear una mentalidad honesta tanto a nivel crediticio como para el total de la sociedad. Acelerar la construcción de un sistema social de crédito es una base importante para implementar efectivamente el desarrollo desde el punto de vista científico y para construir una harmoniosa sociedad socialista, es un método importante para perfeccionar la economía de mercado socialista, acelerando un gobierno social innovador, y tiene un papel importante en el refuerzo de la conciencia sincera entre los miembros de la sociedad.
Bajo este paragüas, que se desarrolla aún más, cabe todo lo expuesto con anterioridad. Y en cualquier caso, desde un punto de vista bancario, unir el credit score a las preferencias políticas de los individuos en un país como China tiene sentido. Al fin y al cabo, ¿qué banquero prestaría dinero a alguien que podría terminar en la cárcel dentro de poco, o sentenciado a pena de muerte?
De todos modos, los riesgos de un sistema de crédito basado en nuestras cada vez más públicas preferencias sociales o de consumo no es algo exclusivo de China. Allí el gobierno ha optado por un método abierto y público para la vigilancia y control ciudadano, pero en los países occidentales ya existen herramientas semejantes. The New York Times publicaba en 2009, antes de la eclosión total del big data y las redes sociales, un artículo en el que revelaba cómo bancos y entidades financieras utilizaban el credit score para incentivar o retraer la compra de determinados bienes.
Y tanto en Estados Unidos como en otros países de Europa ya hay compañías que evalúan tu propensión al impago en función de tus amigos de Facebook o de otras preferencias manifestadas en la red, como explica este reportaje de CNN Money. El qué compramos frente a cuánto o por cuánto lo compramos es cada vez más relevante, y no sólo en China. Y quizá el proceso no haya hecho más que empezar, aunque los métodos de vigilancia en Occidente no sean tan, tan evidentes.
Imagen | Scott Edmunds, Drew Bates, Annevoi