"Estábamos listos para apretar el botón": un oficial ruso desertor revela cómo se prepara Rusia en una base nuclear

Los secretos y el día a día en una base nuclear rusa a través de uno de sus ex oficiales 

El misil experimental lanzado por Rusia la semana pasada parecía una cosa, y al final fue otra, pero fue el primer aviso serio en la guerra de Ucrania sobre ese elefante en la habitación del que nadie quiere hablar. La cuestión “nuclear”, tan importante en el campo de batalla como en la previsible "diplomacia"que ponga punto y final a la contienda, se antoja fundamental. Por eso, el hecho de que un oficial ruso haya desertado supone una información vital para uno de los bandos. Porque no era un oficial cualquiera, y porque Rusia renovó su doctrina nuclear.

Alerta nuclear. La BBC ha entrevistado en exclusiva a un ex oficial ruso de alto rango que trabajaba en el interior de una base nuclear al inicio de la invasión en Ucrania. Por motivos obvios no se dan nombres reales ni mucho menos imágenes del hombre que ha desertado, pero sí ofrece una serie de datos muy relevantes sobre el funcionamiento y los secretos de la base que guarda el dispositivo que puede cambiarlo todo.

Como explica en primera persona, el 24 de febrero de 2022, día en que Rusia lanzó su invasión a gran escala de Ucrania, una base nuclear rusa pasó a máxima alerta de combate, y él formaba parte de ella.

Preparados para el lanzamiento. Según Anton, el ex oficial de las fuerzas nucleares entrevistado, las armas nucleares de la base estaban listas para ser utilizadas. “El día que comenzó la guerra estábamos listos para apretar el botón por tierra, mar y aire y llevar a cabo un ataque nuclear”, cuenta.

Aunque esta alerta se canceló a las tres semanas, Anton sostiene que el arsenal nuclear ruso está plenamente operativo, sujeto a un mantenimiento constante y preparado para cualquier escenario. Su testimonio, además, contrasta con opiniones de algunos expertos occidentales que han cuestionado la funcionalidad de las armas nucleares rusas, sugiriendo que gran parte del mismo es de la era soviética.

El día a día en una base nuclear. Se calcula que Rusia tiene alrededor de 4.380 ojivas nucleares operativas, según la Federación de Científicos Estadounidenses, pero sólo 1.700 están “desplegadas” o listas para su uso. En el caso que nos ocupa, la base donde servía el ex oficial era un entorno altamente controlado, exclusivo para soldados profesionales seleccionados mediante estrictos procesos de evaluación, incluidas pruebas constantes como detectores de mentiras. Bajo este régimen, los oficiales y soldados tenían la misión de proteger y garantizar la operatividad de las armas nucleares.

Anton describe la vida en la base como "una sociedad cerrada", donde cualquier interacción externa, como por ejemplo recibir visitas de familiares, requería aprobación previa del Servicio de Seguridad Federal (FSB) con tres meses de antelación. Además, se prohibía llevar teléfonos u otros dispositivos electrónicos a la base, y los movimientos de los soldados eran supervisados constantemente.

Órdenes que cruzaron la línea. De entre los relatos del ex oficial, el hombre cuenta que poco después del inicio del conflicto, recibió instrucciones para impartir lecciones a sus subordinados que justificaban la destrucción de civiles ucranianos, etiquetándolos en este caso como combatientes.

Para Anton, estas órdenes eran claramente criminales, y su negativa a seguirlas le valió ser transferido a una brigada de asalto convencional. Estas unidades, conocidas porque son enviadas al frente en la primera línea de batalla, a menudo utilizan a soldados "problemáticos" como carne de cañón, explica el ex oficial.

Desertar o luchar. A la gran pregunta, por qué ha decidido poner fin a las filas rusas, la razón se explica en el motivo dado anteriormente. Ante el inminente riesgo de terminar en el frente, Anton decidió desertar con la ayuda de una organización llamada "Idite Lesom", la cual apoya a militares rusos que rechazan participar en la guerra.

Al parecer, el hombre logró huir del país, pero vive en la clandestinidad para evitar ser rastreado por los servicios de seguridad rusos, que siguen buscándolo de forma activa. Además, para proteger a sus antiguos compañeros, el ex oficial ha cortado toda comunicación con ellos, ya que cualquier contacto podría ponerlos en peligro debido a los controles y pruebas de polígrafo a los que están sometidos, detalla.

Aumento de renuncias y riegos asociados. En cuanto a la organización, "Idite Lesom" informa que cada mes alrededor de 350 soldados rusos buscan ayuda para desertar, a pesar de los crecientes riesgos, que incluyen represalias severas como ejecuciones extrajudiciales o deportaciones forzadas para enfrentar juicios en Rusia.

Anton destaca en el reportaje que muchos militares rusos están en contra de la guerra, pero el sistema militar de la nación, extremadamente represivo, sofoca cualquier disidencia. A pesar de los riesgos personales, el hombre finaliza explicando que lo que busca es visibilizar la oposición interna en las fuerzas armadas rusas y advertir sobre las dinámicas represivas que sostienen el esfuerzo bélico del Kremlin.

Imagen | Jonathan McIntosh

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