Caminar es una de las actividades más naturales de nuestra especie. Pero no parece así para todo el mundo. Hace un año, después de que Donald Trump presionase al chófer de su limusina para llevarle ante sus seguidores en el día del Asalto al Capitolio, le dijeron que de ninguna manera le llevarían allí en coche. Tenía la opción de ir andando, pero decidió no hacerlo. En otra ocasión más reciente se rió de Joe Biden por subirse a una bicicleta. Dijo que a él nadie le vería jamás pedaleando. No usar el coche se ha convertido en una cuestión identitaria en EEUU.
De hecho, la dependencia del automóvil parece ser la principal causa de una triste distinción que hace que EEUU sea el país industrializado donde la gente camina menos.
Hace unos días, el debate llegaba a Twitter de la mano de un vídeo simplemente increíble. Un hombre daba una serie de consejos a los norteamericanos que se animaran a visitar Europa. El mejor de ellos: "aprende a caminar primero". Toda una revelación desconocida para los europeos: saber que los estadounidenses practican literalmente su forma de caminar antes de visitar nuestro continente.
También hace poco, otro usuario argumentaba que muchos europeos tal vez no entiendan hasta qué punto muchas ciudades de Norteamérica son una especie de colección de carreteras y espacios de recreo lejanos unos a los otros y cobertizos de poca altura con mucho estacionamiento. Vamos, no-lugares hechos municipios.
Explicaba que es imposible entender por qué las fotos de calles europeas corrientes siguen viralizándose en EEUU hasta que te das cuenta de que gran cantidad de los "centros urbanos" estadounidenses se parecen a esto:
Para entrar en el debate hay que entender primero por qué los estadounidenses son una sociedad tan sedentaria. O qué les ha forzado a serlo. Un interesante artículo de Tom Vanderbilt, titulado La crisis de caminar americana, mencionaba que en 1969 la mitad de los niños estadounidenses iban andando al colegio, pero para 2001 solo el 13% lo hacía. No es de extrañar entonces que los datos de la Encuesta nacional de aptitud física juvenil muestren que solo el 25% de los jóvenes de 12 a 15 años realizan los 60 minutos diarios requeridos de actividad física.
Hay más datos: solo el 7% de los adultos estadounidenses camina 10.000 pasos al día. El país tiene la tasa más baja de peatones, ciclistas o usuarios del transporte público: el 8% de todos los viajes. El ciudadano medio camina 140 km al año frente a los 382 de los europeos. Y, por último, en EEUU, los vehículos a motor se utilizan en el 55% de los viajes de 0,5 km de longitud y en el 85% de 1 km.
No sólo se contamina más, sino que se pierden muchos de los beneficios físicos y cognitivos que una buena caminata proporciona: andar 10 kilómetros a la semana se asocia con un menor riesgo de Alzheimer, ayuda a mejorar el rendimiento académico y reduce la depresión. Y lo que es más importante: te permite ir desde un punto A a un punto B por tu cuenta, sin necesidad de nada ni nadie.
A pesar de estas ventajas, América le ha dicho adiós a caminar
¿Por qué?
Principalmente porque las actitudes públicas hacia los peatones difieren mucho entre las áreas densas y bien conectadas y las áreas donde es difícil moverse sin coche. En un artículo titulado 5 razones por las que caminar por tu ciudad (probablemente) apesta, se menciona que caminar "no tiene sentido" para muchos norteamericanos. Básicamente porque la mayoría de sus ciudades se han diseñado de manera descontrolada, con infraestructuras muy separadas entre sí. Las viviendas y los comercios (supermercados, oficinas de correos, etc) están muy lejos unos de otros.
Esto es común en la mayoría de las ciudades de un país que seguido una combinación de política de vivienda federal, zonificación de un solo uso y donde existe una gran influencia del lobby automovilístico. Además, en muchos estados, la infraestructura transitable es insegura e inacabada. Por ejemplo, hay muchas calles donde las aceras desaparecen de repente, empujando a los peatones hacia el tráfico. Otras están mal pavimentadas o cubiertas de tierra y hierba.
En su artículo La ciudad y la nada, Roger Senserrich hablaba de que la cantidad de solares asfaltados en muchos municipios es cómicamente excesivo, ahogando cualquier posibilidad de que haya nadie andando en sus calles. Lo ilustraba así: En EEUU hay 296 metros cuadrados de superficie asfaltada o cimentada por habitante. En España hay 178.
Por último, se ha llegado hasta tal punto que caminar tiene estigmas culturales. Al igual que se cree que ir en bicicleta es solo para gente pobre, caminar por la ciudad también conlleva otros. Los habitantes son percibidos como demasiado pobres para tener un coche o demasiado ricos. Hay que recordar que son los más adinerados los que pueden permitirse vivir en los lugares urbanos peatonales que están surgiendo en todo el país.
Como escribieron los autores del estudio Poverty of the Carless: Toward Universal Auto Access en 2019, "EEUU ha construido una infraestructura pública vasta y completa que permite, y a menudo requiere, que la mayoría de las personas conduzcan en la mayoría de sitios. Sin embargo, cada año, cerca de uno de cada 10 hogares (y a veces más) no pueden acceder a esa infraestructura pública porque no pueden permitirse la gran inversión privada que exige".
Así que lo evitan. Para muchos estadounidenses, caminar es sólo transporte (después del coche, claro), no recreación. Andar como ejercicio es algo magnífico, pero para muchas personas, la capacidad de caminar es sólo una obligación más. Y claro, llegan aquí y alucinan.
Imágenes: Google Maps/Unsplash
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