Entrar a un supermercado y leer “ecológico” por todos lados se ha convertido en algo casi habitual para cualquier consumidor. Y existen motivos. Si deseas seguir una dieta que tenga una huella de carbono relativamente baja, las fuentes de proteínas como el pollo, los huevos y el pescado son una opción razonable. Bastante más que comer carne de res, cordero y lácteos. Ahora bien, pese a que son opciones razonables para el medio ambiente, no son la panacea para el bienestar animal.
Comer estas carnes bajas en emisiones de carbono significa matar muchos más animales. Básicamente, porque obtienes mucha más carne de una vaca que de un pollo. Una cosa que podemos hacer para debilitar esta compensación es asegurarnos de que los animales que criamos, al menos sean tratados bien. Es lo mínimo.
La tendencia, al alza. Tanto en Estados Unidos como en gran parte de Europa, una cuarta parte de los huevos que consumimos ya son de gallinas de corral. El 57% de los del Reino Unido lo son. La mayoría de países en Occidente han avanzado rápidamente en el aumento de esta práctica en los últimos años. Y nos sorprende el hecho de que hace solo seis años fuera de poco más del 5%. Hemos cuadruplicado las cifras. Estos gráficos de Our World in Data visualizan el incremento.
Evolución.
¿Qué impulsa este progreso? Una combinación de presión del consumidor, señalización de marcas y minoristas y legislación han contribuido a esto. En el Reino Unido, el uso de jaulas para gallinas en batería, es decir, las jaulas muy pequeñas, se prohibió en 2012 como parte de la legislación de la UE. Pero lo que esta legislación no prohibió fue el uso de jaulas por completo.
El uso de jaulas "enriquecidas", es decir, jaulas con cierto tamaño y requisitos de mobiliario para permitir a las gallinas más espacio era y sigue siendo legal. Por tanto, el cambio hacia los huevos de gallinas camperas no ha sido impulsado sólo por la legislación, sino por la demanda de los consumidores.
Presión del consumidor. Los minoristas están bajo presión para demostrar que obtienen sus alimentos de manera responsable y ética. Los gigantes minoristas como Carrefour, Sainsbury's, Coop, Marks and Spencer tienen una política de abastecimiento 100% libre. Casi todos los demás minoristas importantes se han comprometido a hacer lo mismo en los próximos cinco años. Por lo tanto, se espera que esta proporción de aves de corral continúe aumentando. Esto muestra cómo el poder de la presión del consumidor puede cambiar rápidamente las normas.
Y legislación. En los Estados Unidos, también ha jugado un papel importante. No existe una prohibición en todo el país de las gallinas en batería, pero los estados han comenzado a tomar medidas. California prohibió los huevos de jaula en 2015. Eso marca un punto de inflexión clave en la gráfica anterior. Le siguieron otros estados. Michigan también aprobó una legislación en 2009. Rápidamente se ha vuelto comercialmente inaceptable que los minoristas de otros estados no tomen medidas. Por lo que se puede advertir un impulso a futuro.
En España. El huevo ha sido uno de los alimentos con mayor crecimiento en los hogares españoles en el último año, según el Observatorio del Consumo de Huevo en España, con un 17,1% más en volumen que el año pasado. En 2020 cada español consumió de media 151 huevos en casa. Cada hogar español gastó de media en comprar huevos 54€ al año.
Los más vendidos: los de código 3, es decir, los procedentes de gallinas criadas en jaula acondicionada, que suponen el 56,1% de los huevos vendidos. En segundo lugar, los de gallinas de suelo (código 2), que son las criadas sueltas en gallineros, equipados con perchas, yacija y nidales, que suman un 12,6% las ventas. En tercer lugar, los camperos (código 1) que representan el 6,1%. Y, finalmente, los ecológicos (código 0), con un 1,2% de los huevos vendidos en España.
Consumimos más ecológicos. El consumo de huevos ecológicos sigue creciendo, pero aún tiene un peso muy pequeño. Uno de cada diez hogares españoles ya los consume (9,4% de penetración), alcanzando 200.000 nuevas casas en el último año. Por lo general, en 2020 todos crecieron destacando sobre todo los de suelo (2), que crecieron casi 7 puntos en penetración, alcanzando 1,1 millones de nuevos compradores.
“El consumidor español valora cada vez más los huevos de gallinas criadas en suelo, donde tienen una mayor libertad de movimiento y desarrollan comportamientos sociales en grupos amplios. Sin duda es una de las categorías con mayor proyección de crecimiento en España, muy en línea con las tendencias de consumo en otros países de referencia de la UE, como Holanda y Alemania”, apuntaba Enrique Díaz, director de Inprovo.
¿Cómo distinguirlos? El bienestar y la forma de producción utilizada para obtener alimentos de los animales es algo a lo que cada vez más gente le presta atención. De esta preocupación surge la necesidad de diferenciar mediante etiquetas las distintas opciones de etiquetas. Probablemente te hayas fijado alguna vez en una numeración que llevan los huevos impresa en el exterior. Este código obligatorio indica el origen y el tipo de producción que se ha realizado y se trata de una digitación común a toda la UE. Este “DNI” nos da toda la información que necesitamos para saber todos sus datos, desde cómo se ha producido, hasta el municipio, e incluso en algunos casos hasta el gallinero en el que se ha recogido.
Pero lo que nos interesa aquí es la primera cifra, que es la que nos indica cómo se ha producido ese huevo, o lo que es más exacto, en qué condiciones se ha criado la gallina. Si tiene un número 0, es de producción ecológica, las gallinas viven en corrales al aire libre y son alimentadas con pienso procedente de agricultura ecológica. Si tiene un número 1, es un huevo de gallinas camperas, que han sido criadas en suelo y han podido estar al aire libre. Si tiene un número 2, son gallinas criadas en suelo, pero que no han tenido acceso al aire libre ni espacio libre entre unas y otras. Si tiene un número 3, esas gallinas se han criado en jaulas.
Imagen: Unsplash
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