Hace no mucho nos hicimos eco de los resultados de una serie de encuestas de You Gov centrados en adultos estadounidenses. Los millennials se erigían como los que menor porcentaje de amigos dicen tener y también con los que más solos dicen sentirse. A los inquietantes resultados de aquella encuesta se suman hoy los de otra un poco más profunda del Survey Center of American Life, también centrada en la población norteamericana.
Los desafíos de la amistad estadounidense, hoy: sin segregar por edad o género, contando cómo ha cambiado el número de amigos netos por persona, vemos que tendemos hacia la pérdida del número de colegas. En 1990 un 63% de los encuestados decía contar con cinco amigos o más. Hoy solo dice tener ese número de amistades el 38%. En 1990 había un 3% de personas que decía no tener ningún amigo. En 2021 son el 12%.
La brecha de género. Lo primero que llama la atención del siguiente gráfico es la diferente sociabilidad media del hombre y la mujer. Tanto en el pasado como en el presente los hombres eran más propensos a los comportamientos extremos: los había muy sociables, con 10 o más amigos, y también había entre ellos más solitarios que entre mujeres. Las mujeres, por lo general, tienden a tener núcleos de amistad más cerrados, con menos gente. Eso sí: en estos 30 años la caída en sociabilidad ha sido menor para ellas. Así, aunque hoy las diferencias de género son menores en cuanto al número de amistades, las tornas han cambiado: si antes las mujeres tenían netamente menos amistades que ellos, hoy ellos son menos sociables, y hasta un 15% de ellos dice no tener ni un solo amigo cercano.
¿Y cómo está afectando eso a la psicología masculina? Para empezar, parece que ese aislamiento no es del todo deseado. Según los encuestadores, hoy en día las mujeres son un poco más propensas que los hombres a informar que están satisfechas con su número de amigos. De hecho, la satisfacción declarada del individuo es lineal: a más amigos dice que tiene, más satisfechos dicen sentirse y viceversa. También, como podemos imaginar, los tipos de amistad y el apoyo que da ese compañero es, en el caso de las mujeres, más emocional y positivo para su salud mental, mientras que ellos tienden más a ser colegas bajo un pretexto (un hobby, una actividad) y hablan menos de sus sentimientos, razón por la que tienden a sentir menos apoyos emocionales. Al contrario que las generaciones anteriores o que las mujeres en general, que se apoyan más en su pareja y en otros amigos, los hombres jóvenes están recurriendo en un mayor grado en sus padres para buscar ese apoyo emocional.
¿Y en España? Aquí no contamos con encuestas de este estilo. Sí contamos con los testimonios de los psicólogos juveniles. Mercedes Bermejo, directora de Psicólogos Pozuelo e integrante del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid (COPM), ha declarado que, desde su experiencia en consulta, "efectivamente, hay cada vez más casos de adolescentes con tendencia al aislamiento", que si antes era habitual mentir a los padres para escaquearse con los amigos, hoy es más común mentir a estos últimos para quedarse en casa con la tecnología, y que no se habla de la gravedad de este cambio de conductas. Es sabido que las nuevas generaciones beben y se drogan menos y tienen menos sexo, pero también interactúan menos con los demás en persona.
Lo real vs lo percibido. De todo esto lo único que parece que puede confirmarse es que los jóvenes de hoy reportan que tienen menos amigos. Eso puede significar bien que tienen, en efecto, menos amigos que antes o bien que sienten menos férreos esos lazos de amistad como los sentían las generaciones anteriores (en realidad es muy habitual que quien pensamos que es nuestro amigo no sienta esa correspondencia hacia nosotros). Pero sea un hecho real o sólo percibido, esto tiene tanto efectos en el individuo como causas macro subyacentes. Y es en esas causas donde se hacen más débiles las interpretaciones de las ciencias sociales.
El trabajo y los hijos. Los realizadores del citado informe apuestan a que una de dichas causas radica en que los adultos de hoy trabajan más horas y ponen más empeño y tiempo en cuidar a sus hijos que, pongamos, la generación X o los boomers, por lo que recortan de donde siempre ha sido más fácil recortar: las amistades. Eso podría explicar, por ejemplo, por qué la caída de amistades ha sido más pronunciada entre hombres que entre mujeres: ahora los cuidados domésticos están más equilibrados, así que, de media, ellas han tenido que recortar menos horas de amistad que el sacrificio en ese campo que han hecho ellos. Pero de alguna forma esta corriente tendría que responder a por qué la pérdida de amistades es cada vez mayor en las generaciones más jóvenes, cuando además son estos los que tienen menos parejas y, por supuesto, hijos.
La emigración interna. Otra de las causas más mencionadas por los sociólogos es el constatado incremento de la movilidad laboral, lo que lleva a que sea más difícil mantener las amistades de toda la vida (y lo que explicaría también que, por ejemplo, ahora sea mucho más habitual hacer las amistades con alguien de tu trabajo frente a décadas anteriores).
La hikikomorización social. Esta es otra de las explicaciones más usadas. La multiplicación de ofertas de ocio, el pasar más tiempo en el mundo virtual que en el físico, el aumento de la inteligencia media de los individuos, la pérdida de valores familiares y religiosos y la vida líquida hace que veamos a Oriente como un posible espejo del futuro, con Japón creando un Ministerio de la Soledad o donde China estudia educar en el romanticismo.