¿Estamos solos? Por desgracia, ninguna respuesta nos parece satisfactoria y la idea de que estemos solos en un universo tan extenso es desoladora. Por otro lado, si no estamos solos y hay algo o alguien más poderoso ahí fuera, también es aterrador.
Como científico investigador de la NASA y ahora profesor de física, asistí a la 2002 NASA Contact Conference que se centra en debates serios sobre la vida extraterrestre. En estas jornadas uno de los participantes alzó su voz de forma siniestra para decir: "¡No tenéis ni idea de lo que hay ahí fuera!". El silencio era tangible mientras los asistentes reflexionaban sobre lo que había dicho. A los humanos les da miedo la idea de que vida extraterrestre visite la Tierra y puede que tengamos suerte de que la distancia entre estrellas sea tan sumamente grande.
Por lo menos es lo que nos decimos como novatos que apenas hemos aprendido a viajar en el espacio. No puede ser. Es una hipótesis demasiado descabellada. La lógica científica no apunta a ello.
Siempre me han interesado los ovnis. Por supuesto, la idea de que puedan existir aliens y vida extraterrestre también me parece apasionante, pero lo que realmente me interesaba era la posibilidad de una tecnología que hiciera posible los viajes intergalácticos. En 1988, durante mi segunda semana en la Universidad de Montana State, varios de mis compañeros y yo nos pusimos a hablar sobre un reciente caso de ganado que había aparecido mutilado y había sido relacionado con los ovnis.
Un profesor de física se unió a la conversación y nos dijo que tenía compañeros trabajando en la base aérea de Great Falls, en Montana, donde estaban tenido problemas con ovnis que acababan con misiles nucleares. En su día pensé que lo que nos dijo este profesor eran tonterías, pero 20 años después me sorprendí a ver una grabación de una rueda de prensa con varios oficiales de las fuerzas aéreas estadounidenses, algunos de dicha base aérea, describiendo sucesos similares durante los años 60.
Estaba claro que había algo más sobre el tema.
La sociedad debería recordar que puede que no estemos solos, por muy inquietante que nos parezca la idea. Creo que deberíamos plantearnos la posibilidad de que algunos de los objetos voladores extraños que vuelan más rápido que los mejores aviones jamás creados y para los que no tenemos explicación puedan ser visitantes muy lejanos y existen muchas pruebas que apoyan los avistamientos de ovnis.
La Paradoja de Fermi
El físico nuclear Enrico Fermi era famoso por plantear cuestiones que daban que pensar. En 1950, en el laboratorio nacional de Los Alamos, en EE.UU., tras discutir sobre ovnis durante una comida, Fermi preguntó: "¿Dónde está todo el mundo?".
Fermi calculaba que existen unos 300.000 millones de estrellas en nuestra galaxia, muchas de las cuales cuentan con miles de millones de años más que el sol y probablemente un buen porcentaje de ellas tenga planetas habitables. Incluso si la vida inteligente solo se hubiera desarrollado en un porcentaje muy pequeño de estos planetas, debería haber varias civilizaciones inteligentes en nuestra galaxia.
Dependiendo de las diferentes variables, podríamos suponer que hubiera desde decenas a varios miles de civilizaciones. Con la tecnología de cohetes que hemos desarrollado para los viajes espaciales, una civilización como la nuestra tardaría entre 5 y 50 millones de años en colonizar la Vía Láctea. Teniendo en cuenta que esto podría haber pasado ya varias veces en la historia de nuestra galaxia, la pregunta es dónde está el rastro de estas civilizaciones.
Esta discrepancia entre la expectación de que debería haber pruebas de que existen civilizaciones extraterrestres o que nos han visitado y la hipótesis de que no se ha observado ninguna visita extraterrestre es lo que se denomina como la paradoja de Fermi.
Carl Sagan llevaba razón cuando resumía la situación diciendo que "las afirmaciones extraordinarias requieren pruebas extraordinarias". El problema es que no ha habido ningún encuentro con ovnis lo suficientemente documentado que pueda ser considerado como la prueba definitiva. La situación se ve agravada por el hecho de que muchos gobiernos de todo el mundo han escondido y clasificado información sobre dichos encuentros. Sin embargo, existen varios retazos de pruebas que sugieren que el problema debería ser abierto al escrutinio científico.
Los ovnis: un tabú para los científicos profesionales
Cuando se trata de ciencia, el método científico requiere probar una hipótesis para poder verificar interferencias. Los encuentros con ovnis no se pueden ni controlar ni repetir, lo que hace que su estudio sea todo un reto.
Pero el verdadero problema es, en mi opinión, que los ovnis son un tema tabú. Mientras que el público general lleva décadas apasionado con el tema de los ovnis, nuestros gobiernos, científicos y medios de comunicación prácticamente han concluido que los visionados de ovnis son el resultados de fenómenos meteorológicos o acciones humanas, que ninguno se trata de naves extraterrestres y que ningún alien ha visitado la tierra.
Básicamente se nos dice que son todo tonterías y los ovnis están fuera de cualquier tipo de estudio científico serio o discusión racional, lo que hace que el tema quede en manos de los pseudocientíficos, muchos de los cuales llenan el campo de teorías de conspiración y especulaciones de todo tipo.
Creo que el escepticismo en cuanto a los ovnis se ha convertido en una especie de religión con su propio programa, rechazando la posibilidad de que existan extraterrestres sin pruebas científicas y muchas veces proporcionando hipótesis absurdas que solamente describen uno o dos aspectos de los encuentros con ovnis que consolidan la idea popular de que existe una conspiración.
Un científico debe considerar todas las hipótesis posibles que expliquen todos los datos y, puesto que poco se sabe, no se puede descartar la hipótesis de un fenómeno extraterrestre. Al fin y al cabo, los escépticos muchas veces le dan mala fama a la ciencia cuando proporcionan un mal ejemplo de cómo se debe investigar. El hecho es que muchos de estos encuentros, si bien un porcentaje pequeño del total, desafían las explicaciones convencionales.
Los medios de cmunicación alimentan el escepticismo publicando información sobre los ovnis solamente cuando se trata de algo morboso y con un toque de burla o enigmático para que el público no ponga en duda que no puede ser verdad. Pero sí que existen testigos y encuentros fidedignos.
¿Por qué los astrónomos no divisan ovnis?
Muchas veces mis amigos y mis colegas me preguntan por qué los astrónomos no divisan ovnis. La realidad es que sí que lo hacen.
En 1977, Peter Sturrock, un profesor de ciencia espacial y astrofísica de la Universidad de Stanford envió 2.611 cuestionarios sobre avistamientos de ovnis a miembros de la Sociedad Americana de Astronomía y recibió 1.356 respuestas en las que 62 astrónomos (un 4,6 por ciento) informaba haber presenciado o registrado fenómenos aéreos inexplicables. Esta cuota es similar al aproximadamente 5 por ciento de avistamientos de ovnis que no tienen explicación.
Tay y como era de esperar, Sturrock se dio cuenta de que los astrónomos que habían presenciado ovnis solían observar el cielo por la noche. Más del 80 por ciento de los encuestados por Sturrock estaría dispuesto a estudiar fenómenos ovnis si hubiera una manera adecuada para hacerlo y más de la mitad sentía que el tema debería ser estudiado en contra de un 20 por ciento que pensaba que no. La encuesta también reveló que los científicos más jóvenes eran más propensos a apoyar el estudio de los ovnis.
Se han observado ovnis a través de telescopios y conozco de primera mano uno de estos avistamientos por un astrónomo amateur experimentado en el que observó cómo un objeto en forma de guitarra se movía de forma irregular a través del campo de visión del telescopio. Otros avistamientos están recogidos en el libro "Wonders in the Sky" donde los autores recopilan numerosas observaciones de fenómenos aéreos inexplicados que han sido recogidas por astrónomos y publicadas en revistas científicas en los siglos XVIII y XIX.
Pruebas procedentes de gobiernos
Algunas de las observaciones más convincentes proceden de los gobiernos oficiales. En 1997, el gobierno chileno creó el Comité de Estudios de Fenómenos Aéreos Anómalos, o CEFAA, para estudiar los ovnis y el año pasado publicó imágenes de un ovni tomadas con una cámara wescam de infrarrojos desde un helicóptero.
En Brasil, Canadá, Dinamarca, Ecuador, Francia, Nueva Zelanda, Rusia, Suecia y el Reino Unido se han desclasificado archivos relacionados con ovnis desde 2008. El comité francés de estudios en profundidad, o COMETA, era un grupo de estudio de ovnis no oficial compuesto por científicos de alto nivel y oficiales militares que habían estudiado ovnis a finales de los años 90 y que publicaron el Informe COMETA resumiendo sus hallazgos.
Este grupo llegó a la conclusión de que un 5 por ciento de los encuentros eran fidedignos pero no tenían explicación: la mejor de las hipótesis disponibles era que los objetos divisados eran extraterrestres.
También acusaban a EE.UU. de ocultar pruebas sobre ovnis. Irán ha mostrado su preocupación por ovnis esféricos observados cerca de sus plantas de energía nuclear a los que denominan como "drones CIA" y que supuestamente cuentan con casi un metro de diámetro, pueden alcanzar velocidades de Mach 10 y pueden abandonar la atmósfera terrestre. Dichas velocidades son similares a las de las aeronaves experimentales más rápidas pero impensables para un objeto esférico sin superficies de elevación o un mecanismo de propulsión evidente.
En diciembre de 2017, The New York Times publicó un artículo sobre el programa estadounidense de identificación de amenazas aeronáuticas avanzadas: un programa de 22 millones de dólares dirigido por el antiguo trabajador del Pentágono Luis Elizondo con el objetivo de estudiar ovnis. Elizondo renunció a dirigir el programa para denunciar el secretismo extremo y la falta de financiación y apoyo.
Tras su renuncia, Elizondo, junto con otros miembros de la comunidad de defensa y de inteligencia, fueron reclutados por la academia To the Stars Academy of Arts & Science creada por Tom DeLonge para el estudio de ovnis y viajes intergalácticos. Junto con la puesta en marcha de la academia, el Pentágono desclasificó y publicó tres vídeos de encuentros con ovnis obtenidos con cámaras infrarrojas avanzadas instaladas en aviones de combate F-18.
A pesar de que hay mucha expectación sobre dichas revelaciones, me acuerdo de una cita del coronel ya retirado John Alexander: "Se han producido revelaciones. [...] Tengo montones de generales, incluso generales soviéticos, que saldrían a decir que los ovnis existen. Mi pregunta es: ¿Cuántas veces necesitan los superiores comparecer y decir que esto es real?".
Un tema merecedor de estudios serios
Existe una gran cantidad de pruebas que demuestran que un pequeño número de estos avistamientos de ovnis se corresponde a naves no identificadas con capacidades de vuelo que van más allá de cualquier tipo de tecnología humana. Aunque no existe ningún caso con pruebas que pasarían los controles científicos, sí que existen casos con observaciones simultáneas por varios testigos fidedignos, así como datos procedentes de radares y testimonios fotográficos que muestran patrones de actividad que son convincentes.
La información desclasificada procedente de estudios encubiertos es interesante, pero no sirve de mucha ayuda a nivel científico.
Existe todo un campo merecedor de ser estudiado científicamente de forma abierta hasta que exista un consenso científico basado en pruebas, en vez de expectativas o creencias previas. Si fuera cierto que existen naves extraterrestres visitando la Tierra, nos sería de gran beneficio conocer su existencia, su naturaleza y su propósito. Además, sería una gran oportunidad para la raza humana para expandir y potenciar nuestros conocimientos y tecnologías, así como para replantear lo que sabemos sobre nuestro lugar en el universo.
Autor: Kevin Knuth, State University of New York.
Este artículo ha sido publicado originalmente en The Conversation. Puedes leer el artículo original aquí.
Traducido por Silvestre Urbón.