Berlín es una ciudad medio arruinada y medio resplandeciente, en un sinfín de contrastes entre lo moderno y lo arcaico, entre el progreso y la decadencia, que la convierten en una urbe única y excepcional. Y pocos monumentos representan tan fidedignamente su carácter contrastado que el memorial del Holocausto junto a la Puerta de Brandenburgo. Un sinfín de bloques de granito en distintas alturas que representan lo industrial, lo gélido y lo tétrico de la shoah.
Pero transcurridas ocho décadas desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, su significado se ha difuminado, y el lugar, por estética, es escenario del entretenimiento de los miles de turistas de la ciudad. Así, paseando entre sus calles no es difícil encontrar a niños jugando al escondite o a grupos de amigos disparando selfies de la más variopinta originalidad, en toda clase de poses desenfadadas y, en cierto modo, un tanto fuera de lugar.
¿Irrespetuoso? Lo sea o no, Shahak Shapira, un cómico y escritor israelí, ha creído oportuno sustituir el memorial por los campos de exterminio. Y el resultado es Yolocaust, tan macabro como reflexivo.
Shapira ha rastreado Twitter, Instagram y Facebook en busca de fotografías frívolas que hayan sido tomadas en el memorial. Y después, ha sustituido el fondo de las imágenes por instantáneas de Auschwitz y otros campos de concentración. Resultado: los turistas que tan alegremente posan frente a la cámara aparecen, de repente, rodeados de cadáveres. Para Shapira el objetivo no es tanto establecer qué se puede hacer y qué no en el memorial, sino llamar la atención sobre comportamientos irrespetuosos.
El Holocausto es a día de hoy el mayor crimen contra la humanidad jamás cometido, y en él perdieron la vida 6 millones de personas, representadas en los 2.000 piedras de granito repartidas en el monumento. Las fotos ofrecen escenas de toda clase: malabarismos, poses artísticas, posiciones de yoga, metaselfies. La mayor parte de ellas se ven acompañadas de bromas o mensajes motivacionales: "German Gangster" (no muy afortunado) o "Jumping on dead jews" (abiertamente reprochable).
La página es simple y minimalista. Tan sólo basta con pasar el ratón por encima de las fotografías para descubrir el simbólico y tétrico montaje. Si te estás preguntando por qué hacemos (los seres humanos) esta clase de cosas, aquí lo intentamos responder.
El mensaje de Shapira es algo parecido a: "No hagas el idiota en un memorial del Holocausto. Te hace quedar mal y puedes ofender a los miles de descendientes de víctimas nazis que se topen con tus fotos. Este lugar representa cosas terribles y se construyó para salvaguardar la memoria de los judíos muertos y de lo que el ser humano, cegado por el odio, puede llegar a hacer. Tienes otros muchos lugares para hacerte tu selfie y subirla a Instagram. En serio".