Han encontrado en Turquía un mosaico greco-romano de hace 2.400 años con un esqueleto que tiene un mensaje que darnos: ΕΥΦΡΟ ΣΥΝΟΣ, o “Sé alegre y vive la vida”. También traducible a Carpe Diem, Don’t worry be happy o YOLO, descubrir que en el s. III a.C. ya tenían memes es el tipo de información que nos fascina.
Esta pequeña y sabia obra con un esqueleto sujetando un pan y bebiendo vino es parte de un diseño más grande de los mosaicos del comedor de una familia acomodada de la provincia de Hatay sur de Turquía, de Antioquía, tal y como la conocían en la era grecorromana en la que se debió idear esta cerámica.
Pero el tema, claro está, no es ese. Es que hay demasiado arte antiguo, especialmente cristiano (o, bueno, ese es el que nos ha llegado a nosotros) que también parece compartir ese carácter meméico, si se nos permite, que el esqueleto turco. Estampas religiosas antiguas que, pese al respeto y misterio profundo que le debían dar en aquella época (los que lo encargaron y los que finalmente lo diseñaron), también debían hacer pensar a los que lo veían lo mismo que pensamos ahora nosotros: esto no es serio.
Aquí en España tenemos bastantes ejemplos. No nos referimos a las esculturas anacrónicas, que probablemente ya conozcas y que también son maravillosas (un escudo del Atlético de Bilbao, un móvil antiguo, un monje sujetando una cámara), sino a obras que se elaboraron netamente en su contexto.
La tradición del románico erótico
Entre los siglos XI y XIII, y especialmente en el norte de Burgos y Palencia y el sur de Cantabria, podemos encontrar varias iglesias rupestres que harán sonrojar a muchos de sus visitantes. Porque sí, por aquella época casi cualquier cosa era un pecado, pero curiosamente las imágenes pornográficas no estaban mal vistas a la hora de ilustrar la lascivia en las paredes de sus templos, a modo de pedagogía para el pueblo llano. Los expertos aún no se han puesto de acuerdo sobre su verdadero significado.
Así las tenemos en la Lonja de Seda, las iglesias de San Esteban en Valencia y la arciprestal de Santa María de Sagunto, todas ellas de Valencia, o las iglesias de San Pedro de Cervatos y Villanueva de la Nía (Cantabria) o de San Miguel de Cornezuela (Burgos). Y las hay que pasen, pero es que te encuentras cada una, especialmente las del grotesco, que dices, aquí ya no estamos educando, estamos de cachondeo.
Otras esculturas que también derrochan carisma:
El filón de los santos y mártires
Los valencianos la conocerán, el un retablo de azulejos de Manises del pueblo de Morella que cuenta la historia del milagro de San Vicente de Ferrer. Son este tipo de azulejos explicativos y edificantes de la fe cristiana y su mitología algo bastante común en el paisaje español. Lo que sí es un poco excepcional es que la historia trate sobre mujeres locas que llegan a la conclusión de que la mejor manera de rendir tributo a un comensal es descuartizar y asar a tu hijo. Lo cuenta aquí Miguel Noguera, a nosotros esta imagen nos hace soñar con una recreación bastante similar.
Otro bonito milagro representado en el arte español es el de San Cosme y San Damian, hermanos gemelos eruditos perseguidos en su época y actuales patrones de los médicos cristianos. La leyenda cuenta que cuando a uno de sus pacientes se le gangrenó la pierna, encontraron un buen remedio quitándosela al de un criado negro que, dicen, murió la noche anterior. Pero esta es la interpretación políticamente correcta, porque hay cuadros, como el que exhiben en el Museo del Prado, en los que se muestra que el etíope lo mismo no era un donante del todo voluntario.
Un señor (el emperador Decio) acaba tan enfadado con una chavala (Águeda de Catania) porque no quiere acostarse con él que la manda a trabajar a un lupanar. La chica, que se había “casado con Dios”, lograba por obra de un milagro mantenerse eternamente virgen. Decio acabó tan harto que mandó torturarla y arrancarle los senos. Por eso pueden encontrarse varios cuadros sobre esta historia en los que a la santa le acuchillan el pecho o va ella directamente por ahí con sus tetas en una bandeja. Luis Tristán (un tipo que hacía estos cuadros) es el responsable del cuadro anterior, pero también le rindió tributo el manierista Gaspar de Palencia.
Por cierto, y antes de pasar al siguiente apartado: ¿sabías que no siempre los monjes copistas del medievo se la pasaban haciendo imbricadas rúbricas? A veces ellos también se aburrían y hacían diréctamente garabatos cualesquiera.
Puedes ver otros garabatos del estilo aquí.
Jesusito mal
Son casi tan conocidos como los manuscritos medievales y sus conejos asesinos, lobos parlantes y sus mujeres jinete, pero a nosotros nos parecen igual o más graciosos. En el renacimiento (y en épocas anteriores) no parece que tuvieran del todo logrado el juego de perspectivas o el dibujo de infantes (o puede que simplemente les diese igual todo), pero hay varios iconos religiosos en los que dices, ese no es Jesucristo.
A los italianos y a los griegos les gustaba mucho el arte mariano, especialmente de madre con cristo en brazos en lo que son tradicionalmente conocidos como Madonnas y por la red como una oportunidad perfecta para demostrar que Jesús no es humano. En el retrato de Rico vemos cómo el niño puede girar el cuello casi 180 grados.
En la anterior (que no hemos podido ubicar), jesús no es un niño, sino un monje reducido o directamente un mini Jimmy Corrigan.
A ese Jesús no sabemos ni cómo clasificarlo. Puedes encontrar más pequeños cristos malvados, pícaros o borrachos aquí.
Por supuesto hay en los siglos de historia mucho cristianismo meméico. También nos han gustado mucho:
El Jesucristo Colega de Albufeira
La Santa Valeria descabezada
(en el cristianismo era todo un tema)
La muerte del Cementerio de los Santos Inocentes de París
El mejor de todos estos sigue siedo el único, el inimitable Ecce Homo