Los candidatos finales ya están claros. A un lado, Donald Trump, exagerado, extravagante, acusado de toda suerte de cosas. Al otro, Hillary Clinton, una aspirante que no tenía a todo el bando demócrata a su favor (ni mucho menos), pero que estos últimos días, en cuanto se ha confirmado su firme candidatura, ha ido ganando en tanda una red de apoyos dentro de su propia tendencia política.
Primero Bernie Sanders, su rival directo como candidato presidencial. También de figuras de la cultura como Sarah Silverman, cara visible que clamaba con fuerza por el voto a Sanders y que ahora anima a todo el mundo a que apoye a la exsecretaria de Estado. También lo han hecho los Obamas, administración bajo la que ha estado Clinton trabajando en la Casa Blanca. Sin embargo, el discurso de ayer de Michelle Obama, Primera Dama, en la Convención Demócrata Nacional de Philadelphia ha marcado la diferencia de entre todos los comentarios que se han pregonado en su favor.
Como explicábamos esta mañana en Twitter, Obama no ha necesitado pronunciar ni una sola vez el nombre de Trump para pulverizar sus argumentos y sus posturas electorales, para exponer desde una humanidad conmovedora (y posiblemente muy calculada) que las políticas de la intolerancia y del patriotismo victimista (Norteamérica ya es la nación “más grande” de la tierra) no contribuirán a hacer de Estados Unidos un lugar mejor.
“Gracias a Hillary Clinton nuestros hijos e hijas van a dar por hecho a partir de ahora que una mujer puede ocupar el despacho oval”, ha dicho Obama, pero esa sería sólo una de las opciones a titular que le regalaba a la prensa. Sus palabras han ido mucho más allá. Estas son algunas de las cosas que ha dicho en su intervención:
"Y esto era sobre lo que meditábamos Barack y yo cada día, a la vez que tratábamos de guiar y proteger a nuestras hijas de los retos de esta vida en la que estamos en el centro de todas las miradas".
"Cómo les instamos a ignorar a aquellos que cuestionan la ciudadanía o la fe de su padre. Cómo les insistimos en que el lenguaje lleno de odio, que escuchan por parte de algunas figuras públicas en la televisión, no representa el verdadero espíritu de este país. Cómo les explicamos que, cuando alguien es cruel o se comporta como un abusón, no deben rebajarse a su nivel".
"Nuestro lema es: cuando ellos van a lo bajo, nosotros a lo alto. Con cada palabra que pronunciamos, con cada acción que tomamos, sabemos que nuestros hijos nos están observando. Como sus padres somos su mayor ejemplo a seguir".
"Barack y yo hemos enfocado de la misma manera nuestros respectivos trabajos como Presidente y Primera Dama de Estados Unidos. Somos conscientes de que nuestras palabras y acciones importan no sólo a nuestras hijas, sino a todos los niños de este país".
"Esto no va de demócratas o republicanos, ni de izquierda o derecha. Estas elecciones, y realmente cada una de las elecciones, tratan sobre quién tiene el poder, el poder de formar a nuestros niños durante los siguiente cuatro, ocho años de sus vidas".
"Quiero a alguien con una fuerza que ha demostrado que puede perseverar. Alguien que conoce su trabajo y que se lo toma en serio, alguien que entiende que los problemas de nuestra nación no son reducibles al blanco y negro o a 140 caracteres. Porque, cuando tienes los códigos nucleares en las puntas de tus dedos y a los militares a tu orden, no puedes tomar decisiones precipitadas".
"No se puede ser susceptible ni tender a arremeter contra las cosas. Has de ser constante, comedido y estar bien informado".
"Esta es la historia de este país, la historia que me ha traído a este escenario esta noche. La historia de generaciones de personas que sintieron el azote de la servidumbre, la vergüenza de la servidumbre, el aguijón de la segregación. Que siguió esforzándose, teniendo esperanza y haciendo lo que fuera necesario hacer".
"Es por estas razones que me levanto cada mañana en una casa construida por esclavos. Y entonces miro a mis hijas, dos hermosas e inteligentes mujeres negras, jugando con su perro en el césped de la Casa Blanca".
"Así que nunca dejéis que nadie os diga que este país no es grande, que de alguna manera tenemos que hacerlo grande de nuevo otra vez. Porque, ahora mismo, ya es el país más grande que hay en el planeta".
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