“La madre de todas las bombas”, “el arma de destrucción más masiva después de la bomba atómica”. Hay que reconocer que Estados Unidos se ha hecho oír este último día con su ataque a Afganistán, algo lógico ya que se trata de la mayor bomba no nuclear empleada nunca en un conflicto bélico en la historia de la humanidad.
Más allá de las intenciones militares o las consecuencias políticas del ataque (parece que puede haber un poco de las dos cosas, una advertencia disuasoria contra ISIS, Corea del Norte y Rusia así como un experimento por probar la efectividad de este gasto militar), lo que todo el mundo se pregunta es: ¿pero cómo de grande es la GBU-43/B? ¿Cómo cambiaría el panorama bélico si esta se convierte en la nueva amenaza directa que temes que caiga sobre tu ciudad?
Por lo que sabemos, este gigantesco proyectil de nueve metros de longitud y unas diez toneladas de peso contiene más de ocho toneladas de explosivos de alta potencia que, al estallar, liberan un poder de destrucción equivalente a once toneladas de TNT y pueden provocar una deflagración de un diámetro de 1,40 km. Inicialmente estaba diseñado para destruir complejos de cuevas y túneles subterráneos y mata con la presión de aire que genera.
Aquí tienes un video de la prueba:
Y aquí una grabación del efecto de la bomba lanzada ayer por EE.UU.:
New video: Pentagon releases video of the "Mother of All Bombs" detonating in Afghanistan pic.twitter.com/wB9rVhXjcT
— Steve Kopack (@SteveKopack) April 14, 2017
La MOAB, diez veces menos potente que una modesta bomba nuclear
Por supuesto, aunque la MOAB sea el arma destructiva más cercana a la bomba nuclear, se sigue quedando muy lejos del efecto de la destrucción termonuclear. Little Boy contenía un poder de 16 kilotones de TNT, es decir, muy superior a la capacidad de un proyectil GBU-43/B.
El radio de explosión también es más limitado, siendo el alcance directo de la bomba inferior a 300 metros, una cifra que depende, entre otras cosas, de la resistencia que provoque el medio bombardeado. El efecto inmediato de la caída de una MOAB en el corazón de alguna de las grandes ciudades del planeta sería la destrucción total de entre una y dos manzanas de edificios más distintos efectos retardados (como la rotura de cristales) a otros varios kilómetros alrededor. A mayor nivel de edificación de la zona, más restricciones tendrán los explosivos para expandirse.
MOAB weapon the US used in Afghanistan yesterday terrified children & smashed windows 1.5 miles from blast. pic.twitter.com/g1uOFfkJeS
— Paul Gottinger (@PaulGottinger) April 14, 2017
Si se tirase una bomba como las que cayeron en Hiroshima y Nagasaki, la destrucción de la zona cero supondría un cráter de tres kilómetros de diámetro más varios kilómetros más a la redonda de efectos retardados. Por supuesto, todo esto sin contar las secuelas resultantes de la radiación.
Si se llegase a tirar la B83, la bomba nuclear más potente de las que poseen los estadounidenses, de 1.2 megatones (1.200.000 toneladas de TNT), el radio de explosión directo sería de 15 kilómetros a la redonda. Dile adiós a media Londres. Olvídate de toda Madrid capital y ya veremos cuáles han sido los efectos para los habitantes de Toledo.
Pero sigue siendo diez veces más destructiva que las bombas no-nucleares actuales
Volviendo con la GBU-43, este proyectil es diez veces más potente que la siguiente bomba en el escalafón del arsenal militar de Estados Unidos, lo que la hace una herramienta muy superior a las que habían estado usando hasta ahora. Aunque tenían ya varios de estos diseños guardados desde 2003, no se habían atrevido a usarlo hasta ahora. Como ha comentado el periodista Micah Zenko, hay que felicitar a los fabricantes de la MOAB, ya que es la primera bomba de las 12.000 lanzadas sobre suelo afgano por parte de Estados Unidos en los últimos cinco años que se ha merecido un comunicado de prensa.
La administración Obama lanzó sólo en 2016 más de 26.000 bombas, 1.300 de ellas en Afganistán, haciendo un cálculo orientativo, eso son, como mínimo, el equivalente en explosivos a 130 “Madres de todas las bombas”.
Pero un poder de destrucción diez veces mayor que una bomba cotidiana tampoco debe ser despreciado. Al igual que pasaba con los miles de proyectiles que ha lanzado Estados Unidos, la orden de lanzamiento de las GBU-43 tampoco requiere de la comunicación con el presidente, y los responsables militares pueden enviar estas armas siempre que crean que está justificado.
Por último, así quedan los mapas aproximados de algunas de las principales ciudades si sufrieran las consecuencias de una de estas bombas. El primero radio (300 metros) es el de destrucción inmediata, y en segundo (1.5 kilómetros) el territorio afectado por efectos secundarios.