Este videoclub es el más hermoso reducto de una cultura cinematográfica en extinción

En Seattle se encuentra el mayor videoclub independiente en activo del mundo entero. La idea podría no parecer llamativa, quedan tan pocos videoclubs que podría no costar demasiado llenar un par de salas con DVDs y viejos VHSs, pero los chicos de Scarecrowd se lo han tomado muy, muy en serio. Como indican en su entrada, son casi 120.000 títulos los que manejan en sus instalaciones y, lo más importante, el mejor de los sistemas para organizar y recomendar películas: el cerebro, el corazón y la experiencia de sus cinéfilos trabajadores.

El factor humano del videoclub no te lo da ahora Netflix

Sí, contra eso luchan estos guardianes de la esencias cinéfilas, que llevan 25 años recopilando todo el cine habido y por haber. Como Matt Lynch indica, lo que Netflix te recomienda está basado en un algoritmo, utiliza lo que ya has visto para recomendarte alguna de sus menos de 10.000 obras, lo que equivale a sólo una ínfima parte del catálogo que manejan desde su organización y que tiene a personas expertas que te intentarán ayudar a encontrar “esa película de los 80 que vi en mi infancia en la que a una chica se la comía un pulpo en un lago” y que también te propondrán películas ignotas que, tal vez se salgan de tu zona de confort, pero intentarán encajar con lo que necesitabas descubrir en ese momento, aunque tú no lo supieras.

Encontrar esa película que es tu media naranja, aquí es posible

Cine senegalés, Psycho-hallway, TV coreana, Bruceploitation, cine de vikingos, documentales exclusivamente sobre JFK, largometrajes sobre niños asesinos, estanterías y estanterías de cine relacionado con la música… parece que todas las categorías que alguna vez imaginaste y otras que ni siquiera habías soñado se aglutinan en estos miles de metros cuadrados en los que, sin duda, deberá haber expertos por categorías. Pasear por esos pasillos absolutamente abarrotados de más cine del que nunca podrás ver en tu vida parece una especie de casa de chocolate de Hansel y Gretel (esperemos que con final feliz) de los amantes del séptimo arte.

“Hemos tenido que aprender a hacernos relevantes en un mundo en el que la gente prefiere quedarse en casa”, nos cuenta Matt Lynch, quien teme por la supervivencia de este espacio después de que el alquiler cayese en un 40% sólo en el año 2013 (a lo que habría que sumar la progresiva caída de años anteriores). Desde esta meca del cine casero no están en contra de los nuevos sistemas. Internet, Amazon Video o Netflix misma “tienen mucho valor, por supuesto. Pero lo que me gusta decirle a los que vienen aquí es que puedes quedarte en casa y ver lo que ellos tienen o puedes venir aquí y elegir exactamente lo que tú quieres”.

Además, si quieres, puedes ir a trabajar a este santuario

No sólo por lo extenso y mimado de su catálogo es este videoclub diferente, que tiene cafetería, cinefórums y charlas programadas en su calendario. También lo es por tratarse de una organización sin ánimo de lucro que, además de alquilar sus joyas (para llevarte algunas debes dejar incluso depósitos de seguridad de hasta 1000 dólares) intentan preservar un tipo de registro y de cultura cinematográfica que hace ya tiempo está extinguida. En verdad, lo que encuentras en Scarecrowd se parece más a la mezcla entre un museo, un Archivo Histórico para investigadores y una comuna que a una tienda de alquiler de películas al uso.

Una pega: si vas allí a hacer turismo y no te quedas a vivir en esa ciudad de Washington no podrás utilizar el videoclub como lo haría cualquier cliente (bueno, sólo si eres capaz de enviar la copia en perfecto estado y a tiempo por correo). Una buena noticia: en su página web indican que buscan colaboradores, que cuentan con el beneficio de tener acceso gratuito a todo su catálogo. Así que si te quieres pasar a trabajar con ellos, no debería ser muy difícil.

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