El mundo del tebeo español está a la gresca, y su protagonista es el Salón del Cómic de Barcelona.
Ficomic, organizador del Cómic Barcelona (antes conocido como Salón Internacional del Cómic de Barcelona), ha otorgado este año su Gran Premio del Cómic de Barcelona a Antonio Martín, ex director editorial de Forum así como divulgador, historiador y teórico con amplias investigaciones y publicaciones sobre cómic. Una figura muy importante en los inicios de la escena española. Lo insólito es que en 32 años que se ha impartido este premio privado pero de inmensa relevancia para la profesión (para que nos entendamos, es el equivalente al Goya en su industria) nunca hasta ahora se había otorgado a alguien que no fuese guionista o dibujante.
El reproche: a 19 de la tarde de ayer 1 de junio un comunicado de repulsa que se había iniciado con una decena de nombres de autores del cómic ha ampliado su lista de denunciantes a 274. “Pedimos a la organización que lo retire y conceda a una persona que cumpla los requisitos y tenga los méritos suficientes”, arranca el documento. Les duele tanto porque sienten que este galardón estaba reservado para los autores de tebeos como por la propia persona elegida, como veremos a continuación. Tras el comunicado de los dibujantes y guionistas (y tal vez por el silencio institucional), algunos participantes están retirando su presencia de los actos programados dentro del Salón. Después han aparecido otros dos comunicados expresando la misma disconformidad, provenientes de distintos colectivos de divulgadores, trabajadores del cómic y aficionados.
Al Salón esto debe importarle y puede herirle porque si los autores y autoras firmantes dejan de participar en el certamen y si los compañeros de industria dejan de hacerse eco de lo que triunfa en sus expos, la relevancia de esta histórica cita quedaría muy herida. Nombres como Paco Roca, Albert Monteys, Flavita Banana, David Aja, Alfonso Zapico, Laura Pacheco, Mauro Entrialgo, Ana Penyas, Pedro Vera, Bernardo Vergara o Manel Fontdevila se han levantado en protesta. No es como para ningunearlo.
Por qué el cabreo con Antonio Martín. Por haber protagonizado el que fue uno de los episodios prehistóricos del mundillo que más consternó a una generación de dibujantes. En el año 2000 el novato David Ramírez Ros publicó una ira en Dolmen donde un personaje de su creación llamaba a un monigote de Martín “viejo nazi borracho ladrón pederasta cabrón” (puedes informarte más al detalle sobre el incidente aquí). Por aquel entonces se respiraba un clima de gran libertad expresiva, sobre todo entre los propios, pero Martín, que ocupaba en ese momento un cargo directivo en Planeta DeAgostini, la empresa editorial más importante del sector en España, interpuso contra él una demanda por injurias. Ganó y el dibujante tuvo que pagar casi 5.000 euros de entonces (pedía 30.000), razón por la que muchos compañeros le ayudaron en un cómic, Artículo 20, para recaudar fondos de resistencia.
Fue David contra Goliat, un caso en el que los creadores sintieron una desproporción de fuerzas inmensa, y quedó de alguna forma la huella de que la autocensura podía ser necesaria según contra quién fueras. Con esto “se premia a alguien que en su día utilizó una posición de poder para atacar a un autor que estaba en una situación de indefensión legal y económica”, dice el citado comunicado.
Por qué es lícito que Ficomic premie a un editor. Las bases del Gran Premio piden que sea un reconocimiento a un “autor español”, no necesariamente a un historietista, así que no han incumplido los requisitos. No cabe duda de que un historiador y divulgador puede ser tan importante para los cimientos de un arte como sus propios artistas. Lo que los denunciantes alegan es que en la categoría de "autor español" te cabe desde Alejandro Amenábar hasta Belén Esteban, o que podría haberse creado una categoría específica para editores y así no quitar opciones de promoción a dibujantes y guionistas. Por otra parte: sí, Martín estaba en su derecho legítimo para denunciar aquellas injurias, y si ganó es porque hubo agravio. La cuestión es si es un tipo de actitud que, aunque legal, deba promocionarse con este tipo de premios.
Las cosas se han empezado a poner raras. Con la salida del comunicado muchos interesados por el asunto han hecho un escrutinio de quién apoyaba la medida de presión y quién no. Al mismo tiempo también ha habido gente del otro bando: Carla Berrocal, ex presidenta de la Asociación de Profesionales de la Ilustración de Madrid (APIM), ha tildado en su Twitter el manifiesto, mayoritariamente apoyado por autores masculinos, de machista y de contener un lenguaje agresivo. Después la propia APIM se ha burlado de que los profesionales protesten por quién recibe un premio y no por que los editores les quiten royalties.
Actualización: la respuesta. Tras un par de días en los que ha circulado la polémica, Ficomic ha respondido con su propio comunicado. Para la federación, la actuación del jurado es válida, ya que no han incumplido las bases del concurso, con lo que no se plantean retirar el premio concedido. Pese a ello, se comprometen a "estudiar" las "propuestas recibidas" de cara al año que viene.
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