No es noticia que cada día se tiran toneladas de comida en perfecto estado, o pocos días después de su consumo preferente. Por eso tampoco debería sorprendernos que los gigantes de la industria del retail online hagan lo propio con buena cantidad de objetos devueltos por los clientes a pesar de que se encuentren en perfectas condiciones de compra. Sin embargo, el tamaño de esta práctica sí puede remover algunas conciencias y llamar al cambio.
Nuestro querido Amazon. En Francia un programa de la M6 infiltró a periodistas en distintas sedes durante un tiempo para comprobar sus protocolos. En nueve meses y únicamente en la pequeña sede de Chalon-sur-Saône se destruyeron 293.000 productos entre teléfonos móviles, cajas de Lego, gigantescos paquetes de pañales impolutos o blisters de juguetes infantiles que no habían sido abiertos. Para la empresa es mejor negocio que hacer la devolución al proveedor oficial porque no tiene penalizaciones sociales o medioambientales de ningún tipo.
WirtschaftsWoche, en el canal alemán Frontal 21, contó la misma experiencia, cantidades “masivas” de devoluciones en perfecto estado que eran destruidas e incineradas en los almacenes del gigante estadounidense. “Lavavajillas, smartphones, muebles”, citaban los germanos, que lo tildaban de un escándalo sin precedentes. A pesar de que la compañía salió del paso hablando de sus políticas de reventa como saldos en su web y de donaciones a bancos de comida local, los trabajadores de una sede contaron a los periodistas que allí y “de forma rutinaria se destruían cada día bienes que sumaban miles de euros”.
Amazon es el foco de atención del retail online por acaparar casi la mitad de las ventas de todo el sector, pero la práctica es común y especialmente sangrante en el mundo de la moda. En 2018 la marca de lujo Burberry reconoció que en los últimos cinco años habían incinerado el equivalente a 90 millones de libras en ropa y accesorios para evitar la pérdida de valor de su marca, cosa que provocó protestas que llevaron a la empresa a cancelar esta estrategia.
Según los responsables de la empresa de logísticas de devoluciones Optoro, cada año se están desperdiciando unas 2.268 toneladas de desechos en productos de consumo no usados, lo que representan 15 millones de toneladas métricas de CO2 extra. Es el equivalente al gasto de CO2 anual de Estonia en algo que parece totalmente innecesario y eso que sólo tenemos en cuenta su destrucción, porque habría que contar su fabricación y distribución. Sólo la fabricación y manufactura textil representa el 10% de las emisiones CO2 y el 20% de las aguas residuales a nivel mundial.
Más madera: se setima que mundialmente se devuelven el 30% de todos los productos comprados online. En el sector textil las cifras son mucho más altas, siendo una práctica de lo más habitual comprar varias prendas en distintas tallas y devolver las que peor sienten. Prensas que, como vemos, puede que se destruyan. Las tiendas físicas del retail son una buena alternative, ya que en ellas solo se devuelve el 8.89% de los productos, pero las boutiques desaparecen ante la gran oferta y competitividad de precio final del sector online. Un sector que, como vemos, no paga muchos de los costos medioambientales asociados a su negocio.