Venecia tiene un problema, y ya no son sus abarrotadas calles. Hay tanta gente que el peligro ha pasado a sus canales

La afluencia de embarcaciones en las inmediaciones de la Plaza de San Marcos están convirtiendo la zona en un peligro

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Creíamos haberlo visto todo sobre la masiva afluencia de turistas en Venecia y las dificultades que tenía el enclave para lidiar con ello. La ciudad está tan cansada de la situación que se ha inventado un peaje “de entrada” o multas a partir de grupos de 26 personas. Sin embargo, siguen surgiendo historias entre los “locales” y el turismo. La última tiene que ver con una de las demandas más inesperadas en la historia del enclave italiano.

El calzado importa. La noticia nos lleva hasta Harry’s Bar, un famoso y exclusivo local de hostelería conocido por, según cuenta la leyenda, inventar el cóctel bellini y haber recibido a invitados tan célebres como el mismísimo Orson Welles, Ernest Hemingway, Truman Capote o Charlie Chaplin durante sus 93 años de vida. Situado cerca de la Plaza de San Marcos, el local se ha convertido en un punto de encuentro para artistas y escritores.

De hecho, a lo largo de los años ha mantenido su reputación como uno de los locales más elegantes de Italia, reputación que su propietario, Arrigo Cipriani, no quiere perder. Al parecer, el chapoteo de las aguas cada vez más plagadas de lanchas y turistas ha ido demasiado lejos, y Cipriani ha demandado al ayuntamiento de la ciudad y a la oficina del capitán del puerto porque, literalmente, el calzado de sus clientes adinerados acaba siempre empapado por las olas de los barcos que pasan a toda velocidad.

El local no está solo. El dueño, de 92 años, ha contado a los medios que está harto de la supuesta falta de acción seria por parte de las autoridades contra un problema que ha provocado durante mucho tiempo las protestas de los residentes y vecinos de Venecia.

Por supuesto, la clave en el asunto tiene que ver con la ubicación de Harry’s Bar. De hecho, el problema para el empresario es doble, ya que los barcos que pasan a toda velocidad por el canal de Giudecca también obstaculizan el disfrute de los clientes en la terraza de su otro establecimiento, Harry’s Dolci, en la isla de Giudecca.

La demanda. Por ello, Cipriani ha decidido emprender acciones legales con una medida sin precedentes, una que posiblemente dé lugar a más casos, después de que el superintendente de patrimonio de Venecia rechazara una solicitud para instalar "protectores contra salpicaduras".

Según le dijo al Corriere della Sera el empresario, “cada vez es más frecuente que los que se sientan en Harry's Dolci se encuentren con los pies mojados debido a las olas del canal de la Giudecca, que son causadas por los barcos que pasan a toda velocidad sin respetar los límites de velocidad. Las olas cada vez son más altas”.

Un problema que viene de largo. En Venecia, el problema de las olas y salpicaduras de las embarcaciones es una preocupación creciente, pero tanto para los paseantes como los residentes. El intenso tráfico de lanchas, taxis acuáticos y embarcaciones turísticas genera grandes olas, conocidas como "moto ondoso", que erosionan los cimientos de los edificios y provocan daños en las fachadas históricas.

Además, las salpicaduras a menudo mojan a los peatones que transitan cerca de los canales, afectando la estabilidad de las estructuras cercanas. Este fenómeno, de hecho, se suele sugerir como actor que contribuye a la aceleración del hundimiento de la ciudad. Las autoridades locales han implementado regulaciones para limitar la velocidad de las embarcaciones y reducir el tráfico en ciertas áreas, pero el desafío parece lejos de solucionarse debido al gran flujo de turistas y actividades comerciales en los canales.

Radares. Fue la última de las propuestas del ayuntamiento a principios del año. La idea: instalar radares a lo largo de los canales de la ciudad, que suelen estar abarrotados de góndolas, autobuses acuáticos, taxis y otras embarcaciones. El límite de velocidad, impuesto tras una serie de accidentes, es ahora de hasta 7 km/h en los canales principales de la ciudad, y de 5 km/h en los canales pequeños, aunque parece que está teniendo poco efecto.

Mientras, los locales no se han quedado de brazos cruzados. Los activistas del Gruppo Insieme, un colectivo de asociaciones que lleva varios años protestando contra las embarcaciones que circulan a alta velocidad, han detallado que preparan un informe que se presentará a la justicia en el que se enumerarán todas las infracciones del código de navegación de la ciudad.

Accidentes. Es la consecuencia final, están aumentando, y en ocasiones son mortales. En septiembre de 2019, tres personas murieron cuando una lancha motora a alta velocidad que intentaba batir un récord de velocidad se estrelló contra un arrecife artificial en la laguna de Venecia. En 2013, un turista alemán murió cuando la góndola en la que viajaba fue aplastada contra un muelle por un autobús acuático que iba marcha atrás.

Incluso los famosos gondoleros han tomado partido protestando contra los taxis acuáticos y las lanchas rápidas. Su argumento: que su conducción imprudente pone en riesgo la vida de todos, ya que provocan olas que hacen mecer a las embarcaciones más pequeñas.

Parece claro, por tanto, que la demanda insólita de Cipriani es solo un síntoma de un problema que lleva tiempo generando malestar entre los locales. El hombre lo tiene muy claro y señala al principal culpable, “el problema del oleaje ha empeorado porque los líderes no conocen la ciudad. Aquellos que superan el límite de velocidad deberían ser multados", zanja el empresario.

Imagen | Tony Hammond, ATHENA

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