Cautivo y desarmado el ejército imperial, la causa rebelde celebra en Endor una victoria histórica. La Estrella de la Muerte ha vuelto a ser destruida; el Emperador Palpatine ha pasado a mejor vida; y Darth Vader, también fallecido, ha regresado del Lado Oscuro para reconciliar su alma con las tribulaciones de su pasado. Los tiempos tenebrosos han llegado a su fin, y la Galaxia ansía una nueva era de paz, prosperidad, democracia federal y republicanismo constitucional. Hay motivos para celebrar, pues. Es el final de El Retorno del Jedi, el Episodio VI de Star Wars, y nuestros héroes hallan al fin descanso.
Qué mejor lugar para disfrutarlo que Endor, el planeta que cobija a la peculiar tribu ewok.
Los ewok, pequeños ositos de peluche tan polémicos en su día como los porgs hace un par de años, también han sobrevivido a la madre de todas las batallas. Su contribución bélica, si bien rudimentaria, ha sido decisiva para desactivar los escudos de la Estrella de la Muerte. En el camino su viabilidad como especie ha sido cuestionada por la tiranía imperial, y salvaguardada con éxito. El círculo de la trilogía se cierra con éxito; los arcos de todos los personajes encuentran la felicidad al final del camino. Endor se llena de fiesta, música y jolgorio.
¿Pero debería haber sido así?
La pregunta no parte de una hipótesis narrativa, sino científica. La continuidad de Endor como planeta habitable lleva siendo objeto de toda suerte de discusiones y teorías desde mediados de los noventa, cuando un colaborador de TheForce.net lanzó una controvertida teoría: la destrucción de la Estrella de la Muerte debería haber llevado al "Holocausto Ewok", a una completa aniquilación de su especie fruto del colapso de tan gigantesca estructura a unos pocos miles de kilómetros de su planeta. La fiesta final en Endor debería haber sido un erial apocalíptico.
Tan radical idea volvió a ganar protagonismo tras el estreno de El ascenso de Skywalker, Episodio IX de la saga y cierre a esta generación de personajes, postrados frente a las ruinas abandonadas de una Estrella de la Muerte. Rey, Poe Dameron, Finn y compañía caminan hacia un acantilado cuando descubren los restos gigantescos de la estación espacial, atravesados en el horizonte de un océano picado. "Siempre estaremos con vosotros", explica una voz en off, "nadie se marcha nunca del todo".
Corte a negro. Se escucha una carcajada maléfica. Es el Emperador.
Al margen del (calamitoso) desarrollo de la película, nos interesa más otra pregunta: ¿dónde demonios están? La evidencia disponible apunta hacia Endor. La primera Estrella de la Muerte, destruida por Luke Skywalker y el resto del ejército rebelde en el Episodio IV, se desplomó sobre Yavin IV, un planeta de similar morfología a Endor. La cuestión es que Aftermath: Life Debt, uno de los libros canon producidos con objeto de atar los cabos sueltos entre el Episodio VI y el Episodio VII, explica cómo una flotilla dirigida por Leia recuperó sus restos.
Lo cual nos deja sólo una opción: Endor. En realidad se trata de uno de sus satélites, Kef Bir. El Retorno del Jedi no se recreó los acontecimientos posteriores a la destrucción de la Estrella de la Muerte, no desde un punto de vista meramente físico o logístico. La imagen de su explosión es simple: una enorme bola de fuego en el cielo del pequeño planeta y algún resto que otro saltando por los aires. ¿Pero a dónde fueron las miles de toneladas de material que requirió su construcción? ¿Cómo pudo afectar semejante nave a la deriva en el frágil ecosistema templado de Endor y sus satélites?
Es aquí donde entra la hipótesis del Holocausto Ewok, largamente desarrollada hasta el estreno del Episodio IX.
Del Apocalipsis a la extinción
Las circunstancias al término de "El Retorno de los Jedi" condujeron inevitablemente a un desastre medioambiental en la luna de Endor. La explosión de una luna pequeña y artificial a baja órbita habría enviado una lluvia de meteoritos al santuario ewok, en una escala inigualada desde la formación del planeta (...) La atmósfera se habría llenado de humo y lluvia radioactiva, causando un gigantesco invierno nuclear.
Tiene cierto sentido. El impacto de un satélite artificial de gran calibre debería haber tenido consecuencias drásticas en la habitabilidad de Endor. Tal y como explican en CBR, su explosión y posterior caída habría tenido un efecto similar al del meteorito que, teóricamente, extinguió a los dinosaurios. Un cambio radical y repentino en las condiciones medioambientales del planeta que habría obligado a su evacuación inmediata, so pena de la extinción de toda forma de vida que en aquel momento paseara por su superficie.
Elaborada por Curtis Saxon, astrofísico, la hipótesis asume que las fuerzas rebeldes habrían previsto tan fatal apocalipsis antes de la destrucción de la Estrella de la Muerte. De tal modo, es probable que una pequeña flota de naves rebeldes hubiera protegido "un área comparable a Luxemburgo" mediante escudos protectores. Una porción de los desperfectos ocasionados por la explosión habrían rebotado hacia otras partes de Endor, permitiendo la supervivencia de Han Solo, la princesa Leia y el resto de tropas rebeldes destinadas en la luna. Ahora bien:
Esta habría sido sólo una pequeña fracción de la masa total de la luna, en un evento que habría durado meros minutos. El volumen de la totalidad de los desperfectos y de las bolas de fuego subsiguientes es inexorablemente más grande que el tamaño combinado de ambas flotas sobre Endor. Una catástrofe climatológica general hubiera sido inevitable.
O lo que es lo mismo: los ewok se habrían extinguido, y con ellos el ecosistema frugal, boscoso y amable que conocimos en El Retorno del Jedi.
Dada la total ausencia de explicaciones tanto en los libros como en las películas, la posibilidad de un Holocausto Ewok ha ganado enorme tracción en los foros subterráneos de Star Wars. Dos décadas después de la exposición, y coincidiendo con el estreno de las nuevas películas de la saga, dos hechos contribuyeron a reactivar el debate. Por un lado, la elaboración de un estudio informal por David Minton, científico planetario, centrado en la materia; por otro, una de las pocas referencias a los hechos incluidas en un canal oficial de la franquicia.
Minton aporta datos allá donde Saxon tan sólo elucubraba: su trabajo calcula el tamaño de Endor y su densidad, así como los complejos cálculos gravitacionales requeridos para sostener a la Estrella de la Muerte sobre su órbita. Los desperfectos de la estación se habrían precipitado sobre la luna a más de 9.000 kilómetros por hora, "provocando un cráter de alrededor de 700 kilómetros de diámetro". Una cifra cuatro veces superior al cráter de Chicxulub, en México, asociado a la extinción de los dinosaurios. "El impacto habría aniquilado cualquier cosa sobre la superficie".
Según Minton, "es probable que la atmósfera hubiera estado tan caliente... Que cualquier cuerpo de agua en la totalidad del planeta hubiera sido evaporado, y que todos los bosques se hubieran incendiado, causando una tormenta de fuego global". Un escenario aterrador que casa mal con la optimista perspectiva de la versión oficial. Aquel año, la cuenta de Twitter de la saga explicaba lo siguiente: "La flota desplegó escudos para prevernir la completa devastación de los bosques de Endor".
Una idea ya explorada por Saxon. La Wookiepedia, uno de los foros más populares entre los seguidores de Star Wars, tiene otra explicación: la mayor parte de los desperfectos ocasionados por la explosión de la Estrella de la Muerte habrían sido enviados a diversos puntos de la galaxia a través de un agujero de gusano hiperespacial creado expresamente para la ocasión. Así, la suma de escudos protectores, saltos intergalácticos y recolección de desperfectos habría salvaguardado el ecosistema ewok, haciendo de su extinción el fruto de la leyenda. Endor seguiría siendo un planeta habitado, y podría servir de escenario al Episodio IX.
¿Factible? No según la ciencia. Obsesionado por la cuestión, un periodista de Tech Insider acudió hace algunos años a un grupo de científicos para resolver la pregunta de una vez por todas. Sus respuestas oscilaron entre lo escéptico y lo abiertamente terrorífico. Uno de ellos, por ejemplo, opina que si bien Endor no habría sido destruida por completo, la explosión "sí habría dañado de forma severa la cara orientada a la Estrella de la Muerte". Y lo que es más importante: la lluvia radioactiva subsiguiente a su destrucción habría extinguido sin remedio a los ewok.
Erik Asphaug, otro de los científicos consultados, es aún más pesimista: "Mi predicción es que enormes pedazos de la Estrella de la Muerte habrían empezado a llover sobre los ewoks, haciendo su vida muy poco placentera (...) Si miles de incendios comienzan al mismo tiempo, incluso si se limitan a una mitad del planeta, la mayoría de la superficie es conducida a la ruina. Sus fiestas y celebraciones se habrían convertido rápidamente en protocolos de emergencia para sobrevivir, en lo que habría sido una pesadilla horrorosa".
Milton sintetiza la idea: "Los ewoks están muertos. Todos ellos". El holocausto pudo haber sucedido. Endor habría encadenado un millar de tormentas ígneas, calcinando las estructuras de madera de los pequeños ewok, obligándoles a buscar refugio a más de 800 ºC de temperatura. No cuesta imaginar un caos generalizado entre las comunidades ewok, y una desesperada lucha por acabar con las llamas. En un abrir y cerrar de ojos, tras una victoria sensacional sobre el Imperio, su planeta habría quedado reducido a cenizas.
La rotundidad de Milton se asienta en sus números: el diámetro de Endor oscilaría en torno a los 4.900 kilómetros, frente a los 343 de la Estrella de la Muerte. La estación habría orbitado a baja altitud, a unos 460 kilómetros de la superficie de la luna (similar a la de la Estación Espacial Internacional), y sus dimensiones habrían sido lo suficientemente grandes, un 7% del total de Endor, como para suponer un riesgo existencial para el pequeño planeta. La ciencia es nítida al respecto: los ewok debían morir.
Cuestión distinta es que hayan muerto. Star Wars nunca se ha caracterizado por la precisión científica. No pasa nada. Se trata de una epopeya galáctica, no de una simulación de acontecimientos a partir de los manuales de Física. La imagen que cierra el teaser de El ascenso de Skywalker es lo suficientemente evocadora como para olvidar cualquier cuestión relacionada con la supervivencia de Endor y de los ewok. Los escudos funcionaron, parte de los restos de la Estrella de la Muerte cayeron a otros puntos del planeta y ahora nos topamos con ellos en el Episodio IX.
En nuestros corazones, no obstante, entonaremos un minuto de silencio por tan tierna especie. Su extinción sirvió a una noble causa.
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