¿Somos algo más que nuestros seguidores
si hacemos poesía de renglones?
La semana pasada se falló el último premio EspasaesPoesía, editorial del poderoso Grupo Planeta, y cuya dotación estaba calculada en 20.000 euros. Se lo ha llevado Rafael Cabaliere. De él sabemos que tiene 34 años, que es de Venezuela y que cuando no compone estrofas es ingeniero informático y publicista. Esto sólo lo sabemos por la nota de prensa de Europa Press, porque si por su propia cuenta fuese no sabríamos nada de esta nueva voz del panorama literario patrio, cuyo poemario ganador, Alzando el vuelo, saldrá a la venta el mes que viene.
El misterioso caso del influencer ermitaño con miles de seguidores
Que esta figura haya ganado un sustancioso premio de una de las editoriales más importantes de nuestro país ha levantado ampollas, envidias y pormenorizados análisis. La entrada de un blog que ha empezado a ser ampliamente compartido entre el mundillo literario lo tacha indirectamente de bot: ponen el foco en que, a pesar de contar con 110.000 seguidores en Facebook, 877.800 en Twitter o 714.000 en Instagram, sólo haya dos fotos del pretendido autor en toda la red. Nunca se le ve interactuar con sus seguidores, no se saca selfies o se le conoce asistencia a actos públicos.
Los blogueros han encontrado algunas cuantas falsas entre sus seguidores y eso les parece prueba irrefutable de que se trata de una sucia argucia. Es más: "¿estamos seguros de que sus versos son genuinos?", vienen sus haters a interrogarnos, ¿no vemos en su vago lenguaje y predecibles estructuras el rastro de una inteligencia artificial?
¿Cómo es posible que la industria y el público esté premiando sonetos como estos?
Debido al ruido que ha empezado a generarse, Espasa ha pedido a su premiado autor que suba un vídeo para demostrar su existencia. Acaba de subirlo. En él vemos al venezolano, que se lamenta de no poder venir a España “debido a la situación por el Covid”. Rafael continúa: “meses antes de presentarme al premio soñé que lo ganaba, y eso me animó. Ahora sé que los sueños se hacen realidad. Espero que Alzando al vuelo les guste”.
Asunto zanjado: Cabaliere es una persona de carne y hueso.
La realidad es que la evolución en redes de este escritor sigue siendo extraña. Defreds, sin lugar a dudas uno de los “poetas de Instagram” más conocidos de nuestro país desde hace más de un lustro, alguien que no es ajeno a las cámaras ni a ser entrevistado en medios o en Youtubes, tiene apenas 70.000 seguidores más en Instagram que este novato venezolano. Las interacciones de los fans de ambos con sus poemas son muy similares.
Algo que sí particulariza a Rafael es que en su caso, y al contrario que el resto de neo poetas, apenas tiene obra subida, sólo cuenta con 27 fotos en Instagram siendo la más reciente del pasado 20 de agosto. Es decir, es obvio que al poco tiempo las va borrando. Por comparar, Defreds lleva subidas 7.300 publicaciones. Hace lo mismo para Twitter. Podría ser por el hecho de que, como hemos comprobado, no tiene problemas en reciclar sus poemas. O, como se está rumoreando sin fundamento, porque sus rimas sean robadas a otras cuentas en años anteriores.
Algo curioso para un autor al otro lado del océano es que las búsquedas que se han hecho de su persona en todos estos años proceden de España. También por comparar, si Google nos dice que, si en los últimos cinco años se ha buscado a Defreds una media de 50 veces al día, la media de nuestro autor es de cero.
Rastreando los movimientos pasados del nuevo ganador, sabemos que lleva posteando en Instagram al menos desde 2018 y que la cuenta se creó en 2011.
Hemos hecho una revisión de la credibilidad de los perfiles de Cabaliere en Twitter e Instagram en variadas plataformas y no encontramos motivos para la sospecha. Su índice de engagement o interacción con el público es sano, tiene un porcentaje de bots bastante bajo, y la evolución de sus seguidores en estos últimos tres años no refleja ningún cambio brusco ni una progresión exacta. Simula un crecimiento humano y orgánico. Todo ello no quita que a los expertos en influencers a las que hemos consultado les parezca una personalidad digital con algo extraño.
Espido Freire, ganadora en su día de un Premio Planeta y personalidad de Instagram, ha dicho públicamente que su perfil le parece que presenta “serias incongruencias; solo se explican con la compra masiva de seguidores (por centenas de miles) y de likes. Puede ser tambien heredada/comprada”.
¿Podríamos estar hablando de algo tan sencillo como la envidia?
Algo de eso puede haber. Estamos ante la tercera edición del EspasaesPoesía, que, lejos de ser un concurso anteriormente orientado a la poesía reputada y que ha terminado plegándose a la tiranía de los likes, nació con la misma idea de ser catapulta promocional de voces que ya eran populares en redes sociales. En 2018 se lo llevó Irene X, con 70.000 seguidores en Instagram y que preña sus plataformas con máximas como “Ojalá diez minutos de sinceridad absoluta, a ver qué pasaba” o “Cómo lo vas a decir de corazón si no tienes”, mientras que el año pasado se lo llevó Redry, con 412.000 adeptos que se dejan inspirar con sus frases del tipo “El truco está en querer bien pero a ti mismo” o “A la mierda París, el amor eres tú”. El motivo que ha dado el jurado para otorgarle el premio a nuestro protagonista es que su prosa tiene “un tinte juvenil y motivador, fresco y urbano, con cientos de miles de seguidores”.
Lo que tampoco se le escapa a nadie es la propia “poesía” del hecho de que, por un instante, medio Internet haya dudado sobre la existencia de una inteligencia humana detrás de las letras de Alzando al vuelo, así como de la validez de estos certámenes como certificadores de la calidad literaria de un autor en el mismo momento en el que es la masa consumidora quien está refrendando su éxito cada día a golpe de likes.
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