Tal y como explica un reciente reportaje de The New Yorker, el gobierno de Polonia, controlado por el partido ultraconservador Ley y Justicia (PiS), ha cambiado las actuales leyes sobre fecundación in vitro de forma más restrictiva, algo que va a afectar a los planes de maternidad pospuesta de muchas mujeres polacas que ahora mismo tienen congelados sus óvulos fecundados.
Qué ha pasado. Que durante los últimos años el ejectuvo de PiS ha reformado la ley de fecundación in vitro y la ha consagrado a las parejas heterosexuales. Toda mujer que polaca que desee congelar sus óvulos necesitará de un voluntario masculino que, firma mediante, avale responder por la futura criatura y hacerse cargo de ella económicamente. ¿Mujeres solteras? Pese a que los borradores previos de la ley les cubría, los retoques de 2015 y 2016 las dejaron fuera.
A la fuerza. Tuvo un carácter retroactivo, y muchas mujeres que habían congelado sus embriones para ser madres (solteras) perdieron el acceso a ellos. Además, otra disposición destinada a asegurar que los embriones no utilizados no fueran destruidos, ordena que, en caso de no ser usados en veinte años, se entregarán a una pareja heterosexual infértil. Si una mujer utiliza su material genético para formar una familia heterosexual, se convierte en donante de embriones a la fuerza para otras personas.
Ni rastro de avances LGTB. Al igual que con la fecundación asistida o el aborto, la legislación de Polonia sobre homosexualidad es una de las más restrictivas de la UE. N están tipificados los delitos de odio por orientación sexual. Entre otras consecuencias, a un 75% de los adolescentes LGTBI se le ha pasado por la cabeza la idea del suicidio, y se criminaliza a activistas que tienen en sus casas pósteres de vírgenes con coronas arcoiris dentro de sus casas por corrupción moral.
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Reserva espiritual de occidente. La iglesia católica polaca se ha declarado en insurrección con la actual doctrina del Vaticano representada por el Papa Francisco. Consideran que, siendo más transigentes con la fecundación in vitro o los derechos de las minorías sexuales, entre otros, se han corrompido moralmente y le están dado la espalda a los verdaderos preceptos cristianos.
Dos hechos recientes en los que la iglesia polaca se ha posicionado: ignorando el socorro de los refugiados sirios durante la última crisis migratoria en consonancia con las políticas del PiS (un líder llegó a decir que solo podían traer "parásitos y gérmenes" al país) o ignorando también las investigaciones por los cuantiosos casos de denuncias de pederastia en el seno de la institución polaca.
Y la deriva autoritaria. Hay cada vez más voces en Europa que consideran que Polonia no es un socio fiable. El peor encontronazo lo vivieron en 2017, cuando el Gobierno intentó llevar a cabo una reforma de su sistema judicial que coartaba la libertad e independencia de los magistrados y daba un mayor control al Gobierno, y cuyo bloqueo por los tribunales europeos piensan saltarse a la torera. Tampoco les gustó nada que el bloque del este impidiese fijar el objetivo continental de librarse de emisiones de CO2 para 2050 (el 80% de la energía de Polonia proviene del carbón).
Euroescéptico. El PiS está cada vez más promulgando un discurso euroescéptico en un país que, a pesar de ser la séptima economía de la Unión, observa con recelos a la institución comunitaria. En un juego de lucha de posiciones, la UE también está amenazando con quitarle el derecho a veto o las ayudas agrícolas, importantísimas en el país, si no aceptan los principios democráticos. No fue sólo la reforma del sistema judicial, también hay denuncias de una mayor persecución de la libertad de prensa no afín al gobierno.
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