Cuando el régimen franquista incentivó la emigración masiva a las grandes ciudades favoreció la propiedad frente al alquiler. Y, hasta el estallido de la crisis de 2008, el sistema residencial de España se ha basado en el acceso rápido y generalizado a la propiedad. “España es un país de propietarios”, han dicho decenas de titulares a lo largo de los años. Y sí, cuando nos comparamos con el resto de los países desarrollados, el porcentaje de población que vive en alquiler es notablemente inferior en España, donde hemos aspirado históricamente a ser propietarios. Nada más y nada menos que un 76,7% en 2017, según el INE.
Algo que creemos ya inamovible, una característica intrínseca de nuestro país. Pero lo cierto es que la evidencia indica que las cosas están cambiando. Las nuevas generaciones ya no son propietarias. De nada.
Un cambio de tendencia. En el estudio Wealth in Spain 1900–2017 A Country of Two Lands se muestra como la vivienda es, de hecho, el activo más importante de los hogares españoles, incluso en tramos muy altos de la distribución de la riqueza. En la mayoría de los casos, la vivienda en propiedad (sin hipoteca) es una de las claves del plan de jubilación de muchos hogares, que de ese modo esperan no tener su pensión al pago de una renta. En datos de la OCDE: las propiedades inmobiliarias representan casi el 80% del patrimonio de la clase media española, frente al 30% de la alemana, el 40% de la holandesa o el 50% de la francesa.
Pero, tal y como vemos en este gráfico elaborado por el analista de datos Ángel Martínez Jorge, el porcentaje de jóvenes (20-35 años) que estaban emancipados en régimen de propiedad, ya sea con o sin hipoteca, en 2004 se ha desplomado hasta 2020. Aquel año, un 57% de los jóvenes de entre 31 y 35 años residían en una vivienda en propiedad, en 2020 solo un 33%.
Comparación con el resto del mundo. Un piso, ya sea para vivir o para alquilar, sigue representando la mejor vía hacia la expansión patrimonial para los españoles. Los motivos son variados, y van desde la endeblez de los salarios hasta las escasas alternativas de inversión que tenemos a nuestra mano. Y su predominio en España es mayor que en otros puntos de Europa Occidental. Los datos más recientes sitúan en torno al 80% al número conjunto de propietarios e hipotecados en España.
Un porcentaje superior a la media de la OCDE (68%), Alemania (44%), Francia (61%), Austria (48%) o Reino Unido (65%). España figura así más cerca de los países del este (Eslovaquia, Hungría, Polonia), donde la herencia soviética legó enormes bolsas de propietarios, no de inquilinos.
Los motivos. ¿Pero cuál es la explicación de este desplome del número de jóvenes con vivienda en propiedad? Tal y como apunta Martínez Jorge en este artículo, principalmente el resultado de cumplir dos condiciones: estar emancipado y residir en un hogar en régimen de propiedad, con lo que ya podemos descomponer la caída de los jóvenes propietarios, al menos, en dos piezas: una menor tasa de emancipación o un aumento del alquiler como opción de emancipación frente a la vivienda en propiedad.
La pregunta ahora es: ¿hay menos jóvenes propietarios porque los jóvenes se emancipan menos o porque ahora optan por el alquiler? La tasa de emancipación ha caído con fuerza en todos los grupos de edad, aunque mucho más entre los más jóvenes, donde se reduce a la mitad y apenas llegaba al 9% en 2020. El porcentaje de los jóvenes emancipados que optan por la vivienda en propiedad también cayó. En 2004, ese porcentaje aumentaba sostenidamente con la edad, una tendencia que en 2020 ya apenas podía apreciarse entre los menores de 30 años.
¿Por qué un nivel de emancipación tan bajo? Los motivos son diversos y van desde un mayor número de jóvenes que cursan estudios superiores, una mayor tasa de paro o una menor intensidad laboral. Lo hemos contado en Magnet a lo largo de varios artículos. Todas estas causas han presionado a la baja la emancipación y la adquisición de vivienda, en contraposición a un endurecimiento del acceso al crédito para comprar.
Basta decir que, con una precariedad laboral desbordada, el desempleo juvenil por las nubes y la incertidumbre causada por la pandemia, este año hemos batido el récord de matriculaciones universitarias. Si no hay ingresos, tampoco hay independencia.
España, los mejores en hipotecas. Vale, no es país para jóvenes. Pero sí para hipotecados. ¿Qué hacen entonces los escasos españoles menores de 35 años que logran salir del nicho paterno? Se hipotecan. Por mucho que el debate se haya centrado en el alquiler, este estudio de la OCDE sobre el acceso a la vivienda en los países desarrollados pone cifra a la tendencia: el 50% de los españoles jóvenes independizados hace frente a una hipoteca. Es decir, se ha comprado un piso. Es el porcentaje más alto de toda Europa. En el otro extremo de la balanza están Grecia, Alemania, Eslovenia, Austria o Dinamarca, con un porcentaje por debajo del 20%.
La realidad de las nuevas generaciones. Los jóvenes de hoy, a igualdad de características, se emancipan mucho más tarde que los jóvenes de hace quince años. Esto no tendría por qué ser necesariamente malo, si las condiciones de acceso a la vivienda en propiedad se han endurecido y los jóvenes tienen preferencia por este tipo de viviendas, es comprensible que dediquen más tiempo para formarse y ahorrar de cara a poder acceder a una vivienda en propiedad. Sin embargo, no parece ser el caso. Con el tiempo, esa emancipación tardía se está haciendo cada vez menos mediante hipotecas y más en régimen de alquiler. Es, al final, precariedad.
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