En clave arqueológica, uno de los descubrimientos del año reescribe la historia de las víctimas de Pompeya. Los últimos análisis del ADN de los restos encontrados corrigen años de desinformación sobre quién era quién en muchas de las muertes más “famosas”. Ahora que sabemos que la mujer con el hijo en su regazo, ni era mujer, ni era su vástago, vale la pena recordar la historia de la víctima más “desafortunada” del evento. Nos referimos al hombre que casi logró escapar, pero le cayó un bloque en la cabeza, ¿o no fue así?
El hallazgo. Año 2018, los arqueólogos en Pompeya descubren y divulgan una noticia que corre como la pólvora. La culpa: una de esas imágenes que valen más de mil palabras. Se trata de la aparente muerte de una de las víctimas de Pompeya, los restos de un hombre aplastado por un bloque de piedra mientras intentaba escapar de la erupción del Vesubio en el año 79 d.C.
La noticia se hizo viral por motivos obvios. A casi 2.000 años de su muerte, los investigadores habían hallado aquel esqueleto con la cabeza atrapada debajo de la roca, probablemente lanzada por una nube volcánica explosiva. El boquete que hizo aquella masa de piedra, intuyendo la cabeza bajo el impacto, era tremendo.
Detalles. Los investigadores dijeron entonces que el hombre, de al menos 30 años, logró sobrevivir a la primera fase de la erupción y huir por un callejón, todo ello a pesar de una infección ósea en la pierna que probablemente dificultó su huida. Sin embargo, antes de cantar victoria, fue alcanzado por un bloque de piedra gigante, posiblemente arrojado por la fuerza del flujo piroclástico, una mezcla letal de gas y fragmentos de lava.
En poco tiempo, aquella víctima que parecía salvada en el callejón fue conocida como la “más desafortunada de Pompeya”. Massimo Osanna, director del Parque Arqueológico de Pompeya, destacaba entonces que el hallazgo mostraba los avances en el campo de la arqueología.
Sin embargo, la historia iba a traernos una última sorpresa.
Mala suerte. Investigaciones posteriores revelaron que, en realidad, su cráneo y torso estaban intactos bajo la roca, lo que desmentía toda la teoría inicial. Sí, al parecer, el posterior equipo de arqueólogos que analizó la escena descubrió que había un pequeño túnel de la era Borbónica, y el mismo estaba ubicado justo debajo del cuerpo.
Este túnel había colapsado, causando que el suelo se desplazara y creara la ilusión “óptica” de que la roca era la que había caído sobre él. De esta forma, los arqueólogos concluyeron que el hombre “más desafortunado” de Pompeya en realidad murió por asfixia causada por el flujo piroclástico, como miles de otros en Pompeya.
Dicho de otra forma. El hombre huyó, llegó al callejón, donde se encontraba un túnel que colapsó. Aquí, suponemos, murió asfixiado, aunque también se apunta como teoría que, inmediatamente después del colapso, llegó la roca, que aunque no fue lo que lo mató, quizás lo dejó aún más inmóvil para escapar.
Sea como fuere, y aunque su muerte no fue tan “violenta” como se pensó en un principio, el apelativo “desafortunado” quedará por los siglos de los siglos y, como inicialmente se pensó, su destino sigue siendo un reflejo de la trágica devastación de aquel evento histórico.
Imagen | Parco Archeologico di Pompei
En Xataka | Pompeya no sólo fue golpeada por un volcán. Hubo un terremoto simultáneo que se cebó con la ciudad
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