El último paper sobre la efectividad de una política de igualdad tiene unos inusuales protagonistas: los hombres beneficiados por cuotas de género.
El ejército de mujeres maestras. Como en tantos otros países, en Finlandia la mayoría de titulados que se postulan para ser maestros de primaria son mujeres. Eso llevó a esta nación estandarte de la política de cuotas a garantizar un acceso a los varones a al menos un 40% de todos los puestos de maestro del país, favorecer a los candidatos masculinos aunque tuviesen ligeramente peores calificaciones que sus contrincantes femeninas. Finlandia decidió en 1989 eliminar la estrategia, lo que llevó a que el ratio de profesores y profesoras pasara de un 40-60 a un 20-80.
¿Es buena la diversidad de género en las aulas primarias? Es lo que se han preguntado Ursina Schaede y Ville Mankki, que han analizado los efectos a largo plazo en los estudiantes finlandeses de aquella época, la precedente y la posterior a que se cambiara la forma en que se seleccionaba a los profesores. Han querido saber cómo ello ha podido afectar al nivel de asistencia de los chicos y chicas a la universidad y a su situación laboral pasados los 25 años del individuo. La respuesta en corto: sí, tuvo un efecto positivo.
¿En qué mejoró la igualdad del profesorado? “Los alumnos expuestos a una mayor proporción de profesores varones gracias a las cuotas reportaron mayores índices de logros educativos [medidos estos como el mayor grado educativo conseguido por el niño, desde la educación obligatoria al título universitario] y mayores grados de incorporación al mundo laboral a sus 25 años”. Ojo: ese mejor rendimiento escolar no fue sólo en beneficio de los niños, sino de niños y niñas por igual. Tristemente, lo contrario también ocurrió: en el momento en el que se derogaron las cuotas, el rendimiento de los estudiantes cayó.
¿Y cómo sabemos que la comparación del paper es precisa? Porque toma en consideración tanto el momento de la eliminación de la cuota junto con la reposición por jubilación según municipios. Los niños estuvieron expuestos de maneras distintas, estadísticamente aleatorias, a las cohortes posteriores al cambio de cuotas, y en cada territorio la composición de género del profesorado era distinto en según qué momento. Es en esas diferencias donde se ha encontrado el patrón común: a más igualdad en el número de maestros y maestras, mejor a largo plazo para el futuro de los estudiantes.
¿Hallaron alguna otra cosa más? Sí, ayudó a combatir la segregación de género a largo plazo. ¿Cómo? Porque en esas áreas con profesorados más igualitarios los alumnos de ambos sexos acabaron estudiando con más frecuencia carreras en consonancia con sus habilidades académicas en lugar de acercarse más a los estereotipos de género. Todo ello además correlacionó con mayores probabilidades de estudiar carreras STEM tanto entre niños como niñas. Además, esa figura masculina del maestro no sustituye al padre: estos efectos no manifestaron diferencias estadísticas visibles entre los niños de hogares sin figuras paternas y de los que sí las tenían.
No sólo una cuestión de género, sino de representatividad. Las investigadoras recalcan que esa mejora del rendimiento no tiene tanto que ver con que sean hombres, como si los varones fuesen per sé mejores educadores pero peores opositores, sino con que “esas cuotas masculinas aportan cualidades positivas al entorno escolar que no están suficientemente capturadas por el criterio de selección en ausencia de la cuota”. Es decir, que al permitir a candidatos con un poco peor de nota se abría la puerta a solicitantes con características algo diferentes. Por ejemplo, los candidatos masculinos en tiempos de cuotas tendían a ser más veces de entornos rurales y también algo más pobres. En esencia, parece que lo que beneficia al conjunto del alumnado es la diversidad.
La conclusión de la investigación es que las cuotas de profesores funcionaron.
La cuestión española. España ha pasado en 40 años a que los maestros de primaria sean el 42% al 18% actual. Los pedagogos señalan que los alumnos parecen estar perdiendo a sus referentes masculinos. En infantil el 97,6% de los educadores son maestras, según datos del ministerio. Por el lado contrario, sólo el 22% de catedráticos del país son mujeres. Sin embargo, es sabido que se está procurando corregir esa desigualdad de género en las categorías educativas más altas mientras que esa desigualdad en las primeras etapas se pasa por alto. Otro dato importante: cada vez más hombres se quedan por el camino de la educación y no llegan ni a obtener la secundaria, un fenómeno que no está ocurriendo entre las mujeres.
Foto: Unsplash.
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