Desde que las alegaciones contra Harvey Weinstein sirvieran como punto de partida para el movimiento #MeToo, han sido decenas los hombres acusados de acosar y abusar de mujeres, a menudo desde posiciones de poder. La lista es casi interminable, pero circunscrita a Estados Unidos y a grandes figuras de la cultura anglosajona. Nada similar ha sucedido en países más pequeños, como España, donde las acusaciones de acoso han sido limitadas y, casi siempre, anónimas.
Hasta ahora.
¿Qué ha pasado? Lo contaban nuestros compañeros de WatMag ayer: un popular fotógrafo de Instagram, @longshoots_, ha sido acusado de acosar y abusar sexualmente de muchas de sus modelos. El autor era conocido en los círculos artísticos de la red social por sus sesiones eróticas, en las que modelos semiprofesionales o amateur, a menudo muy jóvenes y con poca experiencia en el sector, posaban desnudas o semidesnudas para él. La cascada de acusaciones es largas.
¿A quién más afecta? El ejemplo de @longshoots_ ha animado a otras mujeres a relatar situaciones de abuso similares, a manos de otros fotógrafos, en sus respectivas cuentas. Todos sus testimonios han sido reunidos en la cuenta @follografos_espana, que a esta hora y en tiempo récord reúne casi 8.000 seguidores. El fenómeno "follógrafos" es viejo en la escena nacional: hombres con pedigrí que utilizan su posición y sus books artísticos para intentar acostarse con jóvenes modelos.
El caso Castelo. Casi paralelamente, una usuaria de Twitter (@fuckinghalley) ha desatado otra tormenta mediática acusando a Antonio Castelo, conocidísimo humorista televisivo y radiofónico, de acosarla por redes sociales. Al relato de la tuitera le han seguido el de muchas otras que, adjuntando en ocasiones capturas de pantalla de conversaciones privadas, señalaban a Castelo por sus comentarios obscenos o por aprovecharse de su posición de poder para acosarlas.
¿Harvey Weinstein II? Exceptuando contados testimonios, la mayor parte de las acusaciones se circunscriben al acoso en redes sociales (chantaje aprovechando una posición de poder, como el caso de muchos fotógrafos, o valoraciones sobre el físico de una mujer, como el caso de Castelo). El fenómeno Weinstein fue poderosísimo por la magnitud del personaje (el hombre más importante de Hollywood) y por la gravedad de las acusaciones (diversas violaciones, entre otros muchos casos).
El ejemplo "follógrafos" sí es un momento #MeToo (coincidente con el fenómeno #Cuéntalo), pero de momento circunscrito a las redes sociales y a círculos artísticos juveniles.
¿Por qué ahora? Muchas de las acusaciones aportan pruebas del abuso digital. Otras no. La gravedad de las situaciones varía. Como ya sucediera con otros hitos del movimiento #MeToo, como el caso de Aziz Ansari, las interpretaciones sobre el mismo pueden diferir. Sin embargo, el pequeño momento Weinstein de los últimos días ilustra, una vez más, cómo la posición de inferioridad de la mujer en muchas relaciones sexuales o emocionales está dominando la agenda social.
Es otra muesca más en el revolver mediático del movimiento feminista, ineludible, otra vez, en 2018.
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