“Casi todo el dinero que hago con mis anuncios de Nespresso va a pasar a mantener un satelite que opera sobre el borde entre Sudán y Sudán del Sur para vigilar a Omar al Bashir. A sus declaraciones de que le espío allá donde vaya y si tengo derecho a filmarlo yo le respond, ‘Bienvenido al mundo, señor criminal de guerra’. Quiero que los criminales de guerra tengan en el mundo la misma fama que yo. Creo que se la merece”. George Clooney para The Guardian en declaraciones de julio de 2013. Una faceta no tan conocida de la estrella que ha reaparecido en redes sociales justo ahora que acaba de ser destituido el dictador sudanés.
El Proyecto Centinela: u organización Satellite Sentinel Project (SSP), concebido por el mítico actor y el cofundada por el activista y estrella John Prendergast. El proyecto, de 2010 y todavía en activo, fue puesto en marcha con capital de la ONG Not On Our Watch y ha recibido dinero de la ONU, Clooney e incluso Google. Según uno de los gestores del proyecto de Harvard, el actor ofreció un total de 700.000 dólares a lo largo de los años (una porción pequeña del total del coste de la operación), así como el valor no monetario de su implicación en la campaña de denuncia mediática.
Alquilar un satélite para espiar a uno de los mayores genocidas vivos del momento tenía un triple propósito: certificar los crímenes que se estaban cometiendo, prevenir a las poblaciones del territorio de futuros ataques gracias al registro de sus movimientos y, tal vez, fomentar una disminución de la violencia al ser conscientes los asaltantes de la tecnología.
¿Y ha funcionado? Parcialmente sí. Sus imágenes sirvieron para detectar fosas comunes y denunciar así las masacres cometidas por las tropas del Ejército de Jartum en la región fronteriza de Abyei, sobre todo entre 2012 y 2013. Esa misma técnica sirvió en Colombia e Irak para detectar grandes flujos de migraciones de refugiados y en República Democrática del Congo para combatir la caza furtiva de elefantes y el tráfico de marfil. A este tipo de medidas ahora se le conoce como “gestión de crisis 2.0”: analistas tienen en cuenta este tipo de imágenes así como las grabaciones civiles para triangular los delitos en el espacio/tiempo.
¿Y qué fue del conflicto sudanés? Ahí sigue, y ha sufrido un importante vuelco recientemente. En abril, con la enésima subida de los precios de los alimentos básicos, la población joven se echó a las calles de esta dictadura. Se cometieron nuevamente atrocidades y ahora mismo los militares están en el poder, pero la situación forzó la caída de al Bashir. El juego de influencia en la zona se mueve entre China, Rusia y Arabia Saudí.
En Sudán del Sur, donde viven 13 millones de personas y zona que se escindió del norte bajo el mando de Bashir, el precio de la comida se ha cuadruplicado en la última década, un tercio de la población es refugiada, sufriendo el mayor éxodo humano en África desde el genocidio de Rwanda en 1990, su guerra civil se saldó con al menos 380.000 muertos y varios organismos internacionales lo consideran en el top 3 de países más arriesgados para vivir. Para Clooney la destitución de Bashir debería ser sólo el primer paso para una extradición y proceso por sus crímenes contra la humanidad.