Cada vez más urbanitas se mudan al campo y se quejan por los mugidos de vacas. Francia va a protegerlos por ley

Acaba de aprobra una ley con una idea clave: quienes se mudan al campo deben adaparse al rural, no al revés

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Sana, quizás. Silenciosa y perfumada, no. La vida en el campo no siempre es el remanso de paz del que hablaban los poetas bucólicos. En la campiña hay tractores que rugen, gallos que cantan a horas intempestivas y cuadras de los que se saca un estiércol que luego acaba abonando (y aromatizando) las huertas. Y eso entre un largo, larguísimo etcétera de sonidos, aromas e imágenes poco edificantes.

Hartos de lidiar con quejas de urbanitas que se encuentran con esas molestias cuando llegan al campo, en Francia han impulsado una ley peculiar. Su propósito: garantizar que sean los recién llegados quienes se adapten al campo, no al revés.

La medida quiere ser un alivio para el campo. Y para los tribunales.

El campo en estado puro. La nueva ley que ha salido del Parlamento galo quizás resulte curiosa, pero tiene un propósito claro y bien definido: busca que quienes se mudan a la campiña desde las ciudades entiendan que tendrán que asumir lo que se encuentren a su llegada. Lo positivo… y no tan positivo.

La medida limita el margen del que disponen las personas que se mudan al rural para quejarse de cuestiones como el ruido que ocasionan las vacas, los tractores y gallinas, o el olor del estiércol con el que se abonan los campos. La idea es bastante sencilla: que los recién llegados se adapen a la vida en el campo. Y no al revés.

Adiós a las "demandas abusivas". "Quienes se mudan al campo no pueden exigir que la gente del campo que los alimenta cambie su forma de vida", señalaba el ministro de Justicia, Éric Dupond-Moretti ya en 2023, cuando se presentó la ley. Como argumentaba por entonces en X, la norma quiere poner fin a "las demandas abusivas contra los agricultores que no hacen más que su trabajo: alimentarlos".

Visto bueno a la ley. La medida ya fue a noticia a finales de 2023, cuando su proyecto de ley recibió un primer visto bueno parlamentario con el respaldo de 78 votos. Si ahora es noticia de nuevo es porque acaba de superar su votación  final en la Cámara gala, como recoge TF1 Info, que precisa que la nueva ley consagra en el Código Civil la responsabilidad basada en las denominadas "troubles anormaux de voisinage", las "molestias vecinales anormales". El concepto no es del todo nuevo. Ya existía en la jurisprudencia, pero con la nueva norma quiere irse más allá.

¿Tan importante es? Que los legisladores galos hayan desarrollado y sacado adelante la nueva norma da una idea de que el problema que pretende atajar no es anecdótico, ni puntual. En 2023 la cadena BFM TV aseguraba que había cientos de agricultores (casi 500) que afrontaban demandas de vecinos molestos con el ruido u olores que salían de sus granjas. TF1 Info asegura que a finales del año pasado había alrededor de 1.300 procedimientos judiciales en marcha en Francia motivados por conflictos relacionados con el ruido u olores en el campo.

El propio Éric Dupond-Moretti ha llegado a tildar de "surrealista" que "los tribunales estén atascados… con disputas sobre las vacas mugiendo por la noche". "Si no te gusta el campo, te quedas en la ciudad. Y si vas al campo, te adaptas al campo tal como es" , subraya en declaraciones recogidas por The Guardian.

Casos célebres. Algunos conflictos han sido tan populares que incluso se hicieron un hueco en la prensa. Ocurrió por ejemplo con el caso del gallo Maurice, que hace varios años se convirtió en todo un símbolo del choque entre el campo y la ciudad, el mundo rural y los visitantes llegados de los entornos urbanos.

El nombre de Maurice se hizo famoso, dentro y fuera de Francia, después de que un grupo de vecinos de la isla de Oléron, un popular destino turístico, presentasen una demanda hartos de que el ave los despertase al alba con sus cantos matutitos. Un tribunal acabó rechazando su querella y su caso incluso inspiró una ley que busca precisamente proteger el "patrimonio sensorial" del rural.

Suma y sigue. El de Maurice no ha sido el único caso. Populares han sido también el protagonizado por otro gallo en Margny-lès-Compiègne o el de una pareja de agricultores jubilados de Burdeos al que hace unos años no le quedó más remedio que rellenar su estanque porque a sus vecinos, una familia que se había instalado en la casa contigua, les molestaba el croar de las ranas por las noches. En Oise la justicia obligó también a un ganadero a indemnizar a sus vecinos con una suma considerable por los ruidos y olores que generaban su granja de vacas.

Más allá del campo. La nueva norma no solo podrá aplicarse en el campo o zonas rurales. Al fin y al cabo, insiste Dupond-Moretti, el propósito de la ley es definir el "contorno del célebre arte del vivre-ensemble (vivir juntos) respetando a todos", pauta que va mucho más allá de la campiña. "Estoy pensando por ejemplo en la pizzería de la esquina que, efectivamente, produce olores y ruidos, pero que ya estaba allí antes de que ustedes se mudaran al primer piso", ilustra.

Lo mismo ocurriría con las molestias que puedan ocasionar a una persona una granja o huerto que estuviese en el entorno de su vivienda antes de que él mismo se hubiera mudado a esa zona. "No se trata de un cheque en blanco para todos los problemas vecinales, sino más bien de una medida de sentido común", añade la diputada Nicole Le Peih, figura clave en la tramitación de la norma.

No todos opinan del mismo modo o ven la norma igual de procedente, por supuesto. Para el diputado socialista Gérard Leseul la ley de convivencia "no hace más que introducir principios que ya están establecidos y aplicados".

Imagen | David Dolenc

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