Esta semana fue el cumpleaños de Vasily Kandinsky, y hasta aquí toda la celebración de su aniversario. Hoy quiero centrar mi mirada y mi escritura en Gabriele Munter, una de las dos mujeres vinculadas a la creación y el desarrollo del expresionismo alemán, que como muchas artistas a lo largo de la Historia del Arte, permaneció a la sombra del genio, pienso en Camille Claudel, Lee Krasner o Elaine de Kooning, pero la lista es interminable.
Gabriele Munter cumple arquetípicamente los roles de alumna, colaboradora y amante, siendo en parte olvidada su trayectoria por su estrecha relación con el pintor ruso.
Gabriele Munter nació en Berlín en una familia acomodada que siempre le ayudó a desarrollar sus inquietudes artísticas: profesores privados, buenas escuelas y viajes. Los padres de Munter tenían raíces en Estados Unidos es por eso que antes de terminar el siglo XIX, Gabriele viajó con su hermana a Missouri, Texas y Arkansas, con 21 años realizó fotografías de gran calidad hechas con una Kodak. La interesante obra fotográfica de Gabriele Munter se puede consultar aquí.
Tras regresar de aquel viaje en Munich se comprometió con la pintura definitivamente, la academia de bellas artes está vetada para las mujeres, así que decide matricularse en la Escuela Phalanx, donde tendrá como maestro a Vasily Kandinksy. Allí se conocen y se hacen amantes, es el año 1902, y ambos se comprometen, aunque Kandinsky está casado y no llegará a divorciarse hasta 1911.
Gabriele Munter siempre se sintió influenciada por Matisse, recuerda que uno de los momentos importantes de su vida fue ver la obra post-impresionisa en París, sintió especial debilidad por todo el movimiento fauvista, su estilo fue simplificándose, cada vez se aproximaba más a la abstracción. Los colores de sus obras son cada vez más brillantes, remarcando la forma una gruesa línea negra para perfilar los contornos.
Entre 1909 y 1910 expuso sus obras en las exposiciones que tuvieron lugar en Munich, junto a Franz Marc y Kandinsky, pero los tres abandonaron el grupo para acabar fundando Der Blaue Reiter. El grupo de vanguardia en el que estaban Franz Marc, Paul Klee, Marie Von Werefkin o Auguste Macke, transformó por completo el expresionismo alemán.
En estos años Munter y Kandinsky se influyen mutuamente, ya no esconden su relación, aunque Kandinsky continúa casado. Munter compra una casita en Murnau que sirve como centro neurálgico de la vanguardia alemana, también es el lugar donde la pareja da rienda suelta a su amor. Juntos en aquel pueblo bávaro intentan captar la naturaleza y trascenderla.
En aquella población llena de puentes y colores vibrantes, bajo las montañas púrpuras de los cuadros de Munter, Kandinsky dio el paso definitivo hacia la abstracción y ella se contuvo centrándose en el desarrollo de paisajes y retratos. Munter ha sido muy reconocida como un pintora de paisajes pero su creación artística abarca experimentos con realismo, la abstracción, el arte popular y retratos.
Munter y Kandinsky, la relación tras la guerra
Durante la Primera Guerra Mundial, Kandinsky tuvo que salir de Alemania por ser ciudadano ruso, sus caminos se separaron aunque se vieron una última vez en Estocolmo en 1916. En este momento Kandinsky rompió el contacto con ella, años más tarde Munter se enteraría de que el pintor se había vuelto a casar.
Los años posteriores a la Primera Guerra Mundial son duros para Munter, vivió entre Munich, Colonia y Murnau. Sumida en una constante depresión, abandonó la pintura. La relación que mantuvo con Kandinsky entre 1902 y 1917, fagocitó su personalidad artística. Hacia 1925 vuelve a pintar pequeños retratos de mujeres a lápiz, es entonces cuando retoma su producción artística tras una estancia de unos meses en París. Comienza a pintar flores y paisajes, pero su estilo es más cercano ya a la abstracción.
La llegada de los nazis al poder la retira definitivamente de la vida pública, cuando el Tercer Reich le prohibió exponer sus obras. En entonces cuando la figura de Gabriele Munter cobra especial importancia. Gracias a su iniciativa durante la Segunda Guerra Mundial consiguió esconder más de 80 cuadros pertenecientes al grupo de El jinete azul. Años antes de su muerte Gabriele Munter donó a la ciudad de Munich las obras del grupo Der Blau Reiter.
Un paseo por la Galería municipal en la Lenbachhaus para darnos cuenta de que la fama internacional del museo se la debe a la gran colección que posee del grupo Der Bleu Reiter. Allí podríamos disfrutar de los cuadros de Franz Marc, Paul Klee, Kandinsky, Gabriele Munter o Marianne Von Werefkin.
La historia de Gabriele Munter es la historia de muchas mujeres en el Arte. Munter era no solo la amante, también era la compañera de Kandinsky en el grupo de vanguardia Der Blau Reiter. Hay un período de creación de ambos donde en ocasiones sus cuadros son difícilmente distinguibles, sin embargo, ella se llevó la etiqueta de "amante de" y el la de "el genio de".
A los ojos de muchos la obra de Gabriele Munter es invisible, una nota a pie de página en la biografía de Kandinsky, nada más lejos de la realidad, su obra existe por derecho propio, por si misma, por su deseo de ser artista. Se añade a su notable producción artística que gracias a su audacia e iniciativa se conservó durante la Segunda Guerra Mundial la obra del jinete azul, que de no ser por ella, se habría perdido a manos de los nazis.
En una de las páginas del diario de Gabriele puede leerse: "Para los ojos de muchos, yo sólo fui un inncesario complemento a Kandinsky. Se olvida con demasiada facilidad que una mujer puede ser una artista creativa por sí mismos con un talento real y original". No lo olvidemos.
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