Los centennials, "la generación más gay de la historia".
Bueno, no exactamente. Veamos: la encuesta que vemos aquí proviene del último informe de Ipsos Mori basado en una encuesta virtual a algo más de mil británicos. Los resultados son muy similares a los que hallaron dos años atrás, cuando hicieron idéntico análisis. Técnicamente homosexuales puros son muy parecidos entre baby boomers, millennials y centennials, entre el 11 y el 13%. Lo que varía sobre todo es el porcentaje de gente que prefiere no responder, el número de personas bisexuales y los que reconocen que se sienten algo atraídos por su mismo sexo.
Sí que vemos una conclusión clara: cada vez menos británicos se declaran 100% heteros. Ya son poco más de la mitad.
Otro informe de la agencia estadística gubernamental de Estados Unidos de enero de este año da una foto muy parecida: mientras la cantidad de gays se mantiene estable entre generaciones, a medida que el encuestado es más joven hay un mayor porcentaje de personas que no se consideran heterosexuales tradicionales y se acercan al curioseo bisexual. Al otro lado del atlántico, el 78% de los boomers dicen ser heteros hasta la médula, mientras que entre los millennials y centennials sólo se posiciona así el 48%.
¿Y qué hay de España? No tenemos un estudio equivalente, pero sí uno que puede darnos una pista de que lo mismo está ocurriendo en el plano sexual. Según el portal de estadísticas Statista y con preguntas hechas en 2018, entre un 11 y un 20% de las personas ha tenido relaciones sexuales con su mismo sexo (hayan descubierto que les gustó o no). Ahora bien, sobre la cantidad de gente que dice que le gustaría probar ese tipo de relación, dicen que sí un 9% de personas mayores de 34 años y así, progresivamente siendo más abiertos, hasta llegar a los menores de edad, donde dicen que sí querrían experimentarlo un 25%. España es, también, el segundo país europeo con mayor porcentaje de homosexuales, bisexuales o transgénero.
Cómo nos identificamos. Lo mismo ocurre, al menos en EEUU, en lo referente a la autoidentificación, cada vez más personas se identifican como LGBT. Los millennials más que los de la generación X, etc. Las mujeres, por cierto, tienden a identificarse más con esta etiqueta que los hombres. Los latinos, negros e hispanos más que los blancos. Y los pobres más que los ricos. Volviendo con la encuesta británica, no parece que estemos cerca del fin de la heterosexualidad. Según sus encuestas, si en 2014 un 95.3% de la población pertenecía al colectivo (aunque fuesen curiosos), en 2018 caían al 94.6%.
Esta libertad identitaria va aparejada a otra paradoja sexual: tenemos cada vez menos sexo, tanto jóvenes como mayores. Según se apunta, el individuo promedio del siglo XXI tiene en torno a un 10% menos de sexo que el que se tenía 40 años atrás, con lo que el acumulado de coitos y prácticas de las juventudes será, cuando mueran, mucho menor que el de sus padres y abuelos. Quién sabe a qué se debe esto, tal vez a que estamos todo el día con el Netflix y las maquinitas (es broma, si quieres saber más sobre esto aquí tienes un buen acercamiento).
Ni huevo ni gallina. Como vimos en España en los años posteriores a la aprobación del matrimonio gay y a la evolución del fenómeno en otros países, la adquisición de derechos, la legitimidad y la normalización hace que aparezcan más personas pertenecientes a este tipo de minorías. ¿Entonces qué está pasando? ¿Quiere decir esto que el LGTB “nace” o se “hace”? ¿Es una elección personal o algo heredado? ¿Está el aperturismo de mente haciendo gays a nuestros hijos o ya lo eran pero a puerta cerrada? Los estudios más sólidos y recientes que tenemos al respecto sobre la homosexualidad (que no sobre el resto de orientaciones no hegemónicas) indican que, si bien sí hay cinco variantes genéticas bien asociadas estadísticamente con el comportamiento homosexual, nada nos permite afirmar si ser gay es elegible o no.
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