La de los glaciares es, con probabilidad, una de las historias más dramáticas de cuantas ha generado el cambio climático. Su retroceso es un hecho en la mayor parte de puntos montañosos del planeta, ya sean los Pirineos, donde apenas perviven, o en los Alpes, donde su morfología y penetración se ha reducido sustancialmente. Sucede lo mismo en Groenlandia, en Alaska, en puntos de Escandinavia e incluso en el Himalaya. Y ahora también sucede en una de las islas más septentrionales del mundo: Islandia.
El fin. El país ha certificado la defunción práctica de uno de sus muchos glaciares, el Okjökull. Hace más de un siglo cubría una superficie superior a los quince kilómetros cuadrados, y superaba los cincuenta metros de grosor. Hoy, tras el constatable aumento de las temperaturas de los últimos cien años, apenas pervive un kilómetro cuadrado de lo que antaño fue superficie helada, con menos de quince metros de profundidad. O lo que es lo mismo, ha dejado de existir como glaciar.
Por lo que llega el turno del funeral.
Definición. Casi todos los glaciares están yendo a menos, pero en Islandia ninguno había desaparecido oficialmente. Los criterios técnicos para definir un glaciar son estrictos: debe ganar más hielo en invierno del que pierde en verano, y jamás debe detener su lento, inexorable movimiento. Lo primero no siempre se cumple, pero lo segundo, sí. El Okjökull ya no se mueve y pierde superficie gélida año a año, lo que lo convierte en un nevero de dimensiones extraordinarias, no en un glaciar.
Placa. En un país caracterizado por las temperaturas árticas, la ausencia de vegetación y el paisaje volcánico, se trata de una noticia perturbadora. De ahí que dos reputadas figuras islandesas, Andri Snær Magnason y Andri Snær Magnason (escritor y geólogo), además de un grupo de investigadores de la Universidad de Rice (Texas), hayan decidido instalar un memorial donde antaño hubo un glaciar. La ceremonia tendrá lugar el 18 de agosto en Borgarfjörður, un punto cercano a Okjökull.
La placa dirá lo siguiente:
Ok es el primer glaciar islandés en perder su estatus como tal. En los próximos 200 años, se espera que todos nuestros glaciares sigan el mismo camino. Este monumento quiere reconocer que todos sabemos lo que está pasando y lo que se debe hacer para evitarlo. Sólo tú sabrás si lo logramos.
Futuro. Es un canto al futuro, nada esperanzador. El gesto ha provocado que numerosos medios de comunicación presten atención al deceso del glaciar, e ilustra el carácter ya resignado de parte de la comunidad científica. La placa incluye la leyenda "415 ppm", el volumen de dióxido de carbono registrado en la atmósfera durante el pasado mayo. La humanidad sigue emitiendo más de lo que debería, y sus cifras siguen al alza. El CO2 es el principal causante del calentamiento global, y por tanto del fin de los glaciares.
Otros. Islandia es un caso paradigmático. De altísima actividad volcánica, el 11% de su territorio está cubierto por glaciares, incluyendo el descomunal Vatnajökull. Hay más de 269 masas heladas a lo largo y ancho de la isla, y representan un importante atractivo turístico. En retroceso: Islandia ha perdido unos 2.000 kilómetros cuadrados de glaciares durante el último siglo, a un ritmo actual de 40 kilómetros cuadrados al año. El listado de consecuencias es largo, desde la brusca elevación de la tierra hasta un repunte de la actividad volcánica.
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