Los veranos más extensos y con temperaturas en torno a los 25 grados están convirtiendo el norte de Europa en un entorno favorable para la industria vinícola. Mientras países productores como España, Francia e Italia han sufrido recientemente las consecuencias de las olas de calor a sus viñedos, los escandinavos llevan varios años aprovechando esta nueva ventaja competitiva.
Suecia. Junto a Dinamarca es uno de los países escandinavos que más despuntan en la producción vinícola actual. En 2019, los viñedos suecos produjeron casi 450.000 litros de vino, una cifra que aunque resulta muy modesta al lado de los más de 4.500 millones de Francia o España, es todo un hito en países tradicionalmente muy fríos.
Veranos largos. El norte de Europa es una de las zonas más afectadas por el calentamiento global y ciudades suecas como Helsingborg encabezan la lista de aquellas que ya han sobrepasado el umbral de 1.5ºC, según el Centro Europeo de Pronósticos Meteorológicos. Este contexto provoca que los veranos duren de media un mes más debido a que, en septiembre, los termómetro aún alcanzan los 24 grados durante el día.
Así, mientras en 2005 Dinamarca tan solo tenía dos viñedos comerciales, en la actualidad tiene 90 y Suecia 50.
Adaptación. En 1975, la localidad alemana de Friburgo creó un nuevo tipo de uva a partir de la riesling y la pinot gris. Como resultado, nació la solaris, una variedad resistente a las condiciones climáticas del norte de Europa y capaz de resistir las heladas de la primavera. Mientras que esta uva garantiza la producción de blancos y espumosos, los tintos corren a cargo de los viñedos de rondo y pinot noir.
A pesar de que los bodegueros ya tienen el pulso cogido a estas variedades, durante los últimos años han ido probando uvas como el merlot, llegando a la conclusión de que en el norte no funciona como en Francia.
Nuevo mapa. Mientras hace 70 años Francia, Italia y España disponían de las condiciones climáticas ideales para la producción de vino, ahora, el cambio climático está redibujando el papel de los viñedos de Europa. Por ejemplo, una de las olas de calor del pasado verano, hipotecó buena parte de la cosecha de variedades como la cariñena, presente en Tarragona y en la región francesa de El Languedoc, donde algunos viñedos presentaron pérdidas en el 60% de sus hectáreas.
2050. Además de ser el límite fijado por muchos países para reducir sus emisiones, un estudio elaborado en 2013 también lo señala como el horizonte final de las regiones vinícolas de la actualidad. Esta hipótesis afirma que el aumento de la temperatura global en todo el planeta, y más particularmente en el sur de Europa, hará que la producción de vino caiga hasta un 85% en la Toscana o el Ródano. Esta situación invertirá los papeles y las denominaciones de origen pasarán a estar en Noruega, Polonia o Gales, entre otros rincones más frescos.
Imagen: Sigfrid Lundberg/Flickr
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