Vas al supermercado, te das un paseo, haces la compra semanal y miras al carro. ¿Qué ves? Posiblemente, un montón de productos dispares que pertenecen, a priori, a diversas marcas. Ahora bien, ¿qué hay, en realidad, a quién estás entregando tu dinero? La realidad es que la variedad empresarial que aparenta tu cesta de la compra es mucho menor de lo que parece. Todo queda en casa.
O más concretamente, en una decena de compañías internacionales, megacorporaciones de proporciones gigantescas y casi inabarcables, que controlan la práctica totalidad del negocio alimenticio universal. Sus nombres a veces son conocidos (Danone, Kelloggs, Nestlé, Coca-Cola) y a veces no (Mondelez, Associated British Foods), pero bajo su amplio abanico se despliega un telar de marcas que, en esencia, resume lo que comes y compras cada semana. Y este gráfico lo demuestra.
¿Tus patatas favoritas, Lays? De Pepsico. ¿Tu cacao soluble preferido, Nesquik? De Nestlé. ¿Los helados que tanto te flipan, Ben & Jerrys? De Unilever. ¿Los cereales que tanto consumías cuando eras un crío, Cheereos? De General Mills. Y así con un montón de productos (no frecos), la mayoría orientados a los snacks, las chocolatinas, las bebidas refrescantes de toda clase y condición y, en términos generales, el vicio, productos que son un éxito de mercado porque están buenos y gustan a todo el mundo.
Naturalmente, el gráfico tiene sus limitaciones (en mercados locales, hay otros productos de marca blanca o producidos a nivel nacional que tienen gran preponderancia en los supermercados), pero sirve a un propósito concreto: explicar de forma muy gráfica y rápida cómo te afecta la "corporate consolidation", o dicho de otro modo, la fusión y compra de empresas más pequeñas por parte de grandísimos conglomerados empresariales. Una práctica oligopólica que concentra el mercado y limita la oferta.
Como se ilustra brevemente en este artículo de Gizmodo, sucede en todos los mercados que puedas imaginar. ¿Estudios televisivos o cinematográricos? Todo queda en manos de seis compañías. ¿Las aerolíneas? Cada día están más concentradas (y valga como ejemplo la fusión de British Airways e Iberia). ¿La automoción? Exceptuando casos aislados, Toyota, GM, BMW Volkswagen y Ford lo controlan prácticamente todo. ¿Cervezas? A gran escala, sucede parecido (aunque hay un rico circuito artesanal).
Por no mencionar la cruda realidad de Internet, donde los oligopolios se han convertido directamente en grandes monopolios consolidados por la fuerza de los hechos (un saludo a Google o a Facebook). La cuestión es que todo lo que consumimos y compramos, todas las cosas que hacen de nuestra vida algo más sencillo, accesible y repleto de comodidades, depende cada día más de un puñado más reducido de oferentes. En todos los mercados.